Abstract

Los contextos frágiles1 comienzan a ser golpeados por la pandemia del COVID-19. La mayoría de estos países no están lo suficientemente preparados para dar respuesta a la propagación y las consecuencias del virus en las múltiples dimensiones de fragilidad. Los más vulnerables tienen dificultades para acceder a hospitales y cuentan con servicios públicos pobres. Las medidas de confinamiento son difíciles de aplicar y la movilización de los actores a cargo de la seguridad para mantenerlas en vigor crea mayores riesgos. La crisis resalta las desigualdades sociales y los problemas de gobernabilidad en diversos contextos. Si bien la pandemia ha creado una nueva dinámica de paz, la mayoría de los conflictos persisten mientras las misiones de mantenimiento de la paz y las respuestas humanitarias se ven extremadamente restringidas.

La recuperación de la crisis requerirá apoyo internacional, pero los sistemas públicos, como el de la salud, no deberían recibir apoyo de manera aislada, ya que estos servicios públicos no son débiles en aislamiento. El COVID-19 hace hincapié en la necesidad de ayudar a los países a abordar las causas de la fragilidad de manera integral y con un compromiso a largo plazo.

1Los contextos frágiles se definen mediante el marco de fragilidad de la OCDE. El marco de 2018 reconoce a 58 países que representan contextos frágiles o extremadamente frágiles. Para mayor información, consultar http://www3.compareyourcountry.org/states-of-fragility/overview/0/.

 Combatiendo el virus en contextos frágiles y afectados por conflictos

 Los contextos frágiles están siendo golpeados por una nueva oleada del virus

Combatir el coronavirus se ha convertido en una prioridad global. En anticipación de una oleada de infección global como la experimentada en Asia, Europa y Estados Unidos, muchos de los contextos más frágiles ya están tomando medidas contra el virus, entre ellas el confinamiento. Debido a que muchos contextos frágiles permanecen fuera de la principal red económica global, la propagación del virus se ha retardado en algunos de los contextos más frágiles y en los Estados afectados por conflictos (Cuadro 1), Para mediados de marzo, los contextos frágiles más afectados fueron aquellos que están más conectados con la economía mundial, como Paquistán o Egipto (tablero del COVID-19, 2020[1]). Para comienzos de abril, los contextos más frágiles estaban reportando casos, mientras que los contextos extremadamente frágiles, notablemente aquellos en conflictos, apenas comenzaban a reportar sus primeros casos.

 
Imagen 1. Los contextos frágiles se ven afectados con posterioridad a otros países en desarrollo

Fuente: OCDE (2020), Plataforma de Estados de Fragilidad, http://www3.compareyourcountry.org/states-of-fragility/overview/0/

Los contextos frágiles reaccionaron de manera distinta ante el inevitable brote en sus países. Los contextos más frágiles enfrentan dificultades para prepararse, en vista de sus débiles sistemas nacionales de salud debido a la poca prioridad política y presupuestaria y a sus limitaciones de capacidad (OCDE, 2018[2]). Algunos países han reforzado el control sobre las comunicaciones acerca de la respuesta del gobierno, y los informes independientes acerca de la propagación del COVID-19 se han encontrado con trabas (Atlantic Council, 2020[3]).

 Los sistemas de salud no pueden absorber los impactos dentro de los contextos más frágiles

En la mayoría de los contextos frágiles, los sistemas de salud son débiles y no podrían hacer frente a un brote de COVID-19 de la magnitud que se observa en Asia, Europa o Estados Unidos. De los 34 contextos africanos encuestados en el informe de situación de preparación de la OMS ante la COVID-19, sólo 10 informaron que tienen la capacidad adecuada para responder a la epidemia (OMS, 2020[4]), incluso con equipos de protección para la población.

Según la OMS, un sistema de salud que funcione bien requiere un mecanismo de financiación estable, una fuerza de trabajo debidamente capacitada y adecuadamente remunerada, instalaciones bien mantenidas y acceso a información fiable sobre la cual basar las decisiones (OMS, 2010[5]). Los contextos frágiles carecen de la mayoría de dichos elementos. Más aún, con frecuencia los centros sanitarios se concentran en las capitales o las grandes ciudades y carecen de los suministros de medicinas esenciales. Incluso cuando los contextos frágiles gasten una proporción relativamente grande de su producto interior bruto (PIB) en el área de la salud, la proporción de médicos y camas de hospital permanece en niveles excepcionalmente bajos (ver Afganistán, Cuadro 1). Los países afectados por conflictos se enfrentan a situaciones graves. La infraestructura y el personal sanitario son objetivos directos en muchos conflictos modernos, lo que restringe aún más la capacidad de atención de la salud (ICRC, 2016[6]). Esto deja a la población de esos países incapacitada para hacer frente a una crisis sanitaria en medio de conflictos y desplazamientos.

La pandemia también restringe la entrega de ayuda humanitaria en los países afectados por conflictos. La prohibición de vuelos también ha reducido la entrega de ayuda internacional a las actividades esenciales con personal internacional limitado y con restricciones para la entrada de trabajadores asistenciales internacionales o que regresan a su país. La creciente estigmatización de los trabajadores asistenciales expatriados y las ONG extranjeras en sitios como Bangui (capital de la República Centroafricana) también está conllevando a un ambiente más hostil para la entrega de ayuda (The New Humanitarian, 2020[7]). Las evacuaciones médicas se han detenido y los asentamientos de refugiados en todo el mundo han quedado a la espera (ACNUR, 2020[8]), lo cual hace a las personas obligadas a desplazarse particularmente vulnerables (OCDE, 2020[9]).

La pandemia también vincula directamente al sector de la salud con otros servicios públicos, como el suministro de agua y el saneamiento, pero sólo el 38% de las personas dentro de contextos frágiles o en situación de conflicto tienen acceso a instalaciones básicas para lavarse las manos en casa (Banco Mundial, 2017[10]). Esto dificulta particularmente la puesta en práctica de las medidas de higiene y protección personal.

 La respuesta ante la epidemia de COVID-19 requiere equipo hospitalario, pero los más vulnerables no tienen acceso a hospitales

Los hospitales representan el nivel más alto en el sistema de salud de cualquier país y acaparan la mayoría de los médicos, equipos y la mayor parte del presupuesto de salud en contextos frágiles. Sin embargo, los hospitales y la atención sanitaria se concentran en las capitales y la mayoría de la población en contextos frágiles vive en zonas rurales y áreas urbanas periféricas, lo cual hace que no tengan acceso físico o financiero a los hospitales.

Las personas más vulnerables cuentan con estructuras de atención médica primaria para poder acceder al sistema de salud. En vista de la falta de médicos (Cuadro 1), estos puestos sanitarios a menudo son administrados por enfermeros y enfermeras y trabajadores de salud comunitarios, o por trabajadores humanitarios. En los contextos más frágiles en los que las carreteras son escasas, a menudo no hay capacidad para referir a los pacientes de los puestos de salud rurales a los hospitales. En contextos frágiles, se registran las mayores tasas de morbilidad y mortalidad por enfermedades prevenibles en los centros médicos periféricos. La gente muere en sus casas, no en los hospitales, lo cual explica, en parte, el bajo número de casos reportados hasta ahora en contextos frágiles. Como resultado de ello, los contextos frágiles experimentan una severa carencia de capacidad de respuesta en términos de infraestructura sanitaria en general, otros servicios públicos como el agua y la salubridad, así como poca capacidad adicional para hacer frente a una epidemia (EC INFORM, 2020[11]).

 
Cuadro 1. Datos sanitarios en cinco contextos frágiles en comparación con el promedio de la OCDE

 

 

Población

Gastos en salud

Número de médicos/

Número de

camas de hospital/

 

 

(millones)

(% del PIB)

1.000 habitantes

1.000 habitantes

República Democrática del

84

3.8

0.1

0.8

Congo (2016)

Libia (2011)

6

6

2.1

3.7

Afganistán (2016)

37

10.1

0.3

0.7

Nigeria (2016)

20

6.2

0.05

0.3

Yemen (2015)

28

5.6

0.3

0.7

Promedio de la OCDE (2018)

1 302

8.8

3.5

4.7

Fuente: Banco Mundial (2020) Datos del Banco Mundial: https://data.worldbank.org/indicator/SH.XPD.CHEX.GD.ZS y OCDE (2020) Datos de la OCDE: https://data.oecd.org/health.htm.

Para los donantes del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), el apoyo a largo plazo a los sistemas de salud en contextos frágiles debe tener en cuenta todo el entorno de salud, incluyendo las escuelas de medicina, la logística y los suministros, con un enfoque estratégico en la atención primaria de salud.

 La pandemia refleja y profundiza las desigualdades sociales

Al igual que con todos los desastres y crisis, la epidemia de COVID-19 revela las desigualdades sociales existentes. El impacto de las crisis es mayor en los sectores más pobres, y la pobreza se concentra cada vez más en contextos frágiles y afectados por conflictos. Mayormente, se considera el distanciamiento social como la mejor manera de frenar la tasa de infección, y a partir del 4 de abril, los gobiernos de los 58 contextos frágiles han puesto en práctica algunas medidas para frenar la propagación del virus de la COVID-19. Dichas medidas incluyen confinamiento total o parcial en 19 de dichos contextos frágiles (ACAPS, 2020[12]). Sin embargo, la factibilidad de adoptar dichas medidas de confinamiento es poco probable en contextos frágiles. Aproximadamente 1.000 millones de personas viven en áreas pobres y suburbios populosos en los países en desarrollo, incluyendo los contextos frágiles. (Banco Mundial, 2019[13]). Para la mayoría de las personas que viven en dichos contextos su subsistencia depende de la economía informal, lo que significa que las medidas de confinamiento probablemente tengan un efecto devastador en su capacidad de subsistir. En su mayor parte viven día a día; los más pobres son incapaces de almacenar alimentos y otros bienes esenciales incluso durante unos pocos días. Las personas más pobres, que dependen de la economía informal, tienen que lograr un equilibrio entre el riesgo de infección si se aventuran a obtener ingresos diarios y la certeza de escasez de alimentos si se mantienen confinadas.

 Reforzar solo los sistemas de salud no es suficiente

Las implicaciones de la crisis van más allá de los sistemas de salud. Los sistemas sanitarios en contextos frágiles no son débiles en aislamiento. Las diferentes dimensiones de la fragilidad amplifican su debilidad. La pandemia del coronavirus resalta el aspecto multidimensional de la fragilidad, al igual que la importancia de construir resiliencia en todas las dimensiones de la fragilidad. Un sistema de salud resiliente requiere sistemas nacionales resilientes. Requiere gobernabilidad apropiada, confianza y respeto por parte de la población, así como una administración económica sana.

 
Imagen 2. Inversión de AOD en sistemas de salud en contextos frágiles

Fuente: OCDE (2020), Plataforma de Estados de Fragilidad, http://www3.compareyourcountry.org/states-of-fragility/COVID/0.

En muchos contextos frágiles, no se le ha dado prioridad al sector de la salud y representa sólo una pequeña parte del presupuesto nacional, y el gasto nacional en salud, en general, asciende a 1,3% del PIB en todo el grupo de países frágiles y afectados por conflictos del Banco Mundial, en comparación con 7,4% en todo el mundo (Banco Mundial, 2020[14]). La ayuda internacional es importante en los contextos frágiles, pero la AOD para los sectores de la salud en contextos frágiles no se ha incrementado desde 2013 (Imagen 2). El apoyo se canaliza primordialmente a través del sector público (Imagen 3), pero no se ha traducido en servicios sanitarios más eficientes para la población en contextos frágiles. No ha compensado el aumento demográfico en las últimas décadas y la correspondiente necesidad de servicios sanitarios.

Una gran parte de la AOD para el sector de la salud en contextos frágiles se canaliza a través del sistema multilateral y las ONGs, en particular la asistencia sanitaria humanitaria. La asistencia humanitaria global proveniente del CAD de la OCDE representó el 24% de la AOD para contextos frágiles en 2018 (OCDE, 2020[15]). El propósito primordial de los actores involucrados en ayuda humanitaria es salvar vidas, no reforzar los sistemas de salud nacionales. Sin embargo, en las áreas más remotas de muchos contextos frágiles es la única fuente de ayuda sanitaria.

 
Imagenre 3. AOD para el sector de la salud en contextos frágiles, por canal, 2018

Nota: En 2018, las proporciones reflejan las tendencias de años anteriores.

Fuente: Cálculos basados en datos de la OCDE (2020), Creditor Reporting System, https://stats.oecd.org/

 El impacto sobre la paz

 La “securitización” y la aplicación de la ley es un riesgo adicional para los más vulnerables

A fin de contener los brotes, muchos gobiernos nacionales han comenzado a equiparar sus recursos médicos con la aplicación de la ley. Ya se han reportado abusos policiales en diversos contextos que han impuesto medidas de confinamiento (HRW, 2020[16]). También se han movilizado las capacidades del sector de la seguridad, en especial para hacer cumplir el confinamiento. Los recientes brotes de Ébola han demostrado que dichos despliegues pueden exacerbar las tensiones, especialmente en aquellos países donde las fuerzas de seguridad se enfrentan a altos niveles de desconfianza pública. Además, en algunas zonas donde los trabajadores de ayuda humanitaria prestan la mayor parte de los servicios médicos, la asociación de los proveedores de servicios médicos con una fuerza militar desconfiable puede suscitar preocupaciones. Debido a la inseguridad en el este de la República Democrática del Congo, el ejército congoleño (FARDC) escoltó a algunos trabajadores de la salud que respondieron al brote de Ébola. Debido al historial de abusos del FARDC (HRW, 2009[17]), la gente escondía los casos en lugar de asistir a clínicas, y los trabajadores sanitarios que respondían ante el brote Ébola fueron atacados (Reliefweb, 2019[18]). Los miembros del CAD que apoyan la reforma del sector de seguridad (SSR) aseguraron que las medidas de seguridad y ejecución de la ley incluían elementos como la protección y la ley de ayuda humanitaria internacionales, propagando el mensaje de que la población civil no era el enemigo y aseguraron que cualquier abuso sería reportado y castigado. Esto requiere coherencia y consistencia en todos los socios que apoyan la SSR (OCDE, 2008[19]).

 Diplomacia durante la epidemia de COVID-19

Como es el caso con muchos desastres naturales a gran escala, la epidemia de COVID-19 es una oportunidad para que los países formen o traten de reformar sus relaciones diplomáticas. Los nuevos donantes están intensificando sus operaciones humanitarias en África (International Crisis Group, 2020[20]). Las crisis también pueden aliviar las relaciones tensas entre los países. Por ejemplo, Emiratos Árabes Unidos (Al-Monitor, 2020[21]) y Kuwait ya han ofrecido asistencia humanitaria a la República Islámica de Irán. Asumiendo el llamamiento de la ONU para un alto el fuego mundial en medio del coronavirus, se ha alcanzado un alto el fuego en Filipinas (India Today, 2020[22]). En Colombia y Camerún también se está contemplando treguas similares. Los países miembros del CAD deberían estar preparados para aprovechar dichas treguas a fin de contribuir a reforzar la paz cuando la pandemia vaya cesando.

A pesar de estos esfuerzos, el trabajo diplomático se ve reducido por la pandemia. Los enviados especiales de la ONU han dejado de viajar, y varias iniciativas mediadoras, incluso en la República Bolivariana de Venezuela, han sido canceladas debido al riesgo de contagio. El liderazgo político internacional ahora está orientado a hacer frente a la crisis. Por ejemplo, se están cancelando las reuniones entre diplomáticos en Yemen y altos funcionarios sauditas, y la cumbre en Sahel entre la Unión Europea y el G5 ha sido pospuesta. Si bien la mayor parte de la acción diplomática ha disminuido, aquellos que pueden han reorientado sus acciones diplomáticas con el objetivo de contener la epidemia de COVID-19 en cooperación con los sectores más necesitados en contextos frágiles.

 Las misiones de paz también se ven afectadas

Muchos conflictos que eran importantes antes del brote de coronavirus han pasado a segunda prioridad. Todavía se están librando guerras en Yemen, la República Árabe Siria, Libia y otros países, y la urgencia de abordar y detener estas situaciones se torna más apremiante a medida que la epidemia por COVID-19 se propaga en dichos contextos. Al mismo tiempo, la pandemia está limitando la capacidad de la comunidad internacional para apoyar los esfuerzos de paz en todo el mundo, ya que varias misiones de mantenimiento de la paz están entrando en un modo de protección de la fuerza, limitando severamente las actividades operacionales (Whats in Blue, 2020[23]).

La ONU ha solicitado a los países contribuyentes que retrasen la rotación de las fuerzas de mantenimiento de la paz en todas las misiones. En el caso de algunas misiones, esto significa que el personal militar y policial se encuentra bloqueado en el país, posiblemente por mucho más tiempo que lo contemplado en las asignaciones originales. Para algunas misiones, también podría significar que el personal podría ser desplazado, pero no reemplazado debido a las regulaciones que limitan el tiempo de despliegue. La Unión Europea también ha adaptado sus operaciones de paz, reduciendo actividades como el entrenamiento de las fuerzas de paz y el alcance local. Los primeros casos identificados en los militares de la operación Barkhane a comienzos de abril también podrían tener un impacto en su capacidad operativa en el Sahel, sin certeza acerca de si las partes beligerantes en países como Mali restringirán su trabajo.

 El vínculo con la gobernabilidad

Los sistemas de gobernabilidad en todo el mundo, pero en particular en contextos de fragilidad, se encuentran bajo una presión sin precedentes. La efectividad de los gobiernos para diseñar e instrumentar respuestas políticas a la crisis y el nivel de confianza pública en el gobierno (Fukuyama, 2020[24]) son considerados como elementos cruciales para contener y hacer retroceder el virus. Estos factores clave son débiles en contextos frágiles y no parecen tener soluciones rápidas. Esto significa que los ciudadanos auto-organizados, los grupos comunitarios, las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones religiosas tendrán que intervenir para liderar y abogar por mejores medidas de protección sanitaria y apoyo a los medios de subsistencia a fin de compensar la pérdida de ingresos en sus respectivas comunidades.

Por mucho que la calidad de la gobernabilidad influya en la propagación y contención de la epidemia, también es probable que ésta tenga un impacto en los sistemas de gobernabilidad. Existe una creciente preocupación de que la epidemia del coronavirus acelere la tendencia mundial en curso hacia una gobernanza más autocrática, aprovechando la oportunidad de aumentar la autoridad ejecutiva y el control ciudadano, lo cual restringiría los derechos y libertades cívicos y políticos. Estas medidas, muchas veces tomadas bajo el auspicio del estado de emergencia, probablemente no puedan revertirse cuando termine la crisis y podrían tener un impacto a largo plazo sobre las perspectivas de gobernabilidad democrática y compromiso de la población civil (Green, 2020[25]). Uno de cada seis países frágiles, por ejemplo, tenían programadas elecciones en 2020 (IFES, 2020[26]). En algunos casos (por ejemplo, Etiopía y Gambia), tales elecciones constituyen situaciones críticas en medio de transiciones vulnerables hacia una gobernabilidad más democrática que ahora está en riesgo de perder impulso y legitimidad.

 Abordar la fragilidad es la respuesta correcta

 La pandemia no es sólo una crisis humanitaria, pero las necesidades de ayuda humanitaria aumentarán

El impacto de la crisis es mayor en los países más rezagados, especialmente en los que dependen de la asistencia humanitaria. Las poblaciones de refugiados a menudo se quedan fuera de la planificación de la preparación para desastres y epidemias. (OCDE, próxima publicación). Los planes nacionales de respuesta deben incluir esfuerzos para llegar a los refugiados y migrantes marginados a fin de garantizar su plena inclusión y evitar la estigmatización. A medida que colapsen los sistemas nacionales de salud y aumente la pobreza debido a la falta de ingresos y protección social, las personas tendrán que recurrir más a la asistencia sanitaria humanitaria a fin de apoyar o sustituir los sistemas de salud periférica defectuosos. No obstante, con la movilidad limitada, el acceso restringido y las fronteras cerradas, las operaciones de ayuda humanitaria sufren un impacto. Se ha hecho necesario adaptar los programas humanitarios con el propósito de asegurar un mínimo nivel de continuación (ACAPS, 2020[27]).

A diferencia de la respuesta a epidemias anteriores, el personal humanitario internacional ahora es considerado como vehículo de transmisión del virus y se desconfía de él. Por lo tanto, la pandemia debería ser una oportunidad para re-orientar los esfuerzos a fin de localizar aún más la ayuda. Para ello será necesario dotar a los encargados de la respuesta humanitaria nacional de una verdadera titularidad y responsabilidades operacionales y financieras, en consonancia con el cambio paradigmático que se pide en la Cumbre Humanitaria Mundial de 2016.

 En la medida en que la AOD está reorientada hacia el COVID-19, debe salvaguardarse la lucha contra las causas de la fragilidad

Los países resultan más capaces de hacer frente a una crisis como la pandemia de COVID-19 cuando son resilientes y mientras sus sistemas de salud están funcionando bien. En tiempos de crisis, las poblaciones buscan respuesta de sus líderes. La falta de confianza entre el gobierno y la población es un factor de fragilidad y una característica de contextos frágiles (OCDE, 2018[2]). Como resultado de ello, combatir la fragilidad en su conjunto debe seguir siendo o convertirse en un foco prioritario para la participación de los miembros del CAD en contextos frágiles, de modo que los países puedan confrontar mejor los riesgos futuros utilizando sus propios recursos nacionales. La fragilidad se evidencia en las dimensiones económicas, ambientales, políticas, de seguridad y sociales (OCDE, 2020[15]), y todas esas dimensiones son importantes para ayudar a los países a construir sistemas sanitarios fuertes, que estén a disposición y al alcance económico de todos.

La demora en la llegada de la epidemia de COVID-19 a los contextos frágiles ha dado tiempo para que los trabajadores del sector humanitario y de desarrollo reorienten su respuesta. Además de las promesas mundiales de los principales donantes bilaterales y multilaterales, algunos fondos existentes se redirigen a dar respuesta a la crisis de COVID-19. Por ejemplo, en Afganistán, un fondo de contingencia administrado por las Naciones Unidas ha destinado 1,5 millones de dólares para contribuir a la preparación ante la epidemia de COVID-19. El Fondo Central de Respuesta a Emergencias de las Naciones Unidas (CERF) ha apartado fondos para ayudar a contener la pandemia. Los presupuestos de ayuda actuales y las estrategias de cada país tendrán que ajustarse en los próximos meses a medida que evolucione la epidemia. Con los donantes de financiación nacional bajo presión por la pandemia en sus propios países, existe el riesgo de que los presupuestos de asistencia disminuyan, con un posible impacto disuasorio sobre las acciones que abordan las causas de la fragilidad.

 Abordar las repercusiones económicas de COVID-19 será fundamental para salvaguardar la situación financiera de los países y su estabilidad

Si bien los contextos frágiles tuvieron un desempeño razonablemente bueno durante la crisis financiera mundial, especialmente los países de África, muchos se enfrentan ahora a una mayor deuda externa y han aumentado sus vínculos con la economía mundial y los mercados de capitales, cuyos fondos ahora se desvanecen (Ongley y Selassie, 2020[28]). Como resultado de esto, es probable que la pandemia tenga un impacto significativamente negativo en la resiliencia económica y financiera de contextos frágiles, en un momento en que los recursos se verán sometidos a presión. Muchos contextos frágiles dependen en gran medida de las exportaciones de productos básicos y sufrirán la caída de los precios de los productos básicos y la demanda mundial, especialmente de los procedentes de China, un mercado principal de exportación y una fuente clave de maquinaria de fabricación. Los países en desarrollo probablemente sufran un “escape hacia la seguridad”, ya que los inversionistas podrían reducir las inversiones consideradas de riesgo a favor de activos más seguros. Estas tendencias pueden debilitar las finanzas gubernamentales y los ingresos en los hogares, incluso aunque crezca la necesidad de gasto social, servicios de salud y estímulo económico.

La sostenibilidad de la deuda será probablemente un factor clave para los contextos frágiles. La deuda pública se ha incrementado de manera constante desde que ha disminuido el alivio de la deuda proporcionado en el marco de la Iniciativa de Países Pobres Muy Endeudados (HIPC) y la Iniciativa Multilateral de Alivio de la Deuda (MDRI) (Imagen 4), lo cual reduce el espacio que los países tienen para responder ante la crisis. De los países de bajos ingresos evaluados que se encuentran en alto riesgo o ya tienen una pesada carga de deuda, solamente tres están en contextos frágiles o son países insulares en desarrollo, o ambas cosas.1

 
Imagen 4. La deuda pública en los contextos más frágiles ha aumentado de manera constante desde la iniciativa HIPC
Deuda del gobierno central como porcentaje del PIB, 2004-18

Nota: Los datos para 2018 de los países extremadamente frágiles excluyen a la República Árabe de Siria y a Sudán del Sur debido a falta de datos. Nótese que Sudán del Sur está incluido como Sudán antes de 2012. Los datos restantes se han complementado utilizando las estadísticas más recientes a disposición.

Fuente: FMI (2020) Data Mapper, https://www.imf.org/external/datamapper/CG_DEBT_GDP@GDD/CHN/FRA/DEU/ITA/JPN/GBR/USA/IND; y OCDE (2018) States of Fragility, https://www.oecd.org/dac/states-of-fragility-2018-9789264302075-en.htm.

La resiliencia económica es un mecanismo clave para hacer frente al virus en contextos frágiles, ya que amortigua el impacto de los conflictos y las crisis en las personas y las sociedades. Sin embargo, pocos gobiernos u hogares tienen la capacidad de introducir respuestas similares a las tomadas en Europa, y el sector privado a menudo dispone de una gran proporción de empresas más pequeñas, más informales y microempresas, con menos acceso al capital y a redes de seguridad.

Para que sean eficaces, las respuestas al COVID-19 tendrán que incluir una atención suficiente a las repercusiones económicas a nivel macro y micro, y abordar la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo. Como se señala en el próximo informe de la OCDE "la suspensión de la deuda de los países más pobres: ¿Cuánto está en juego?”, a corto plazo los contextos frágiles se beneficiarán considerablemente de la moratoria negociada por el G-20 sobre los pagos del servicio de la deuda2, retrasando estas obligaciones hasta 2021 y liberando la tan necesaria liquidez para hacer frente a los efectos inmediatos de COVID-19 (OCDE, próxima publicación[29]).

 Se necesita un compromiso a largo plazo, enfocado en el capital humano

Abordar la fragilidad es una larga labor, y los donantes sólo serán eficaces si respaldan los procesos endógenos de los países. Objetivos como reforzar todos los componentes de los sistemas de salud de un país tardan décadas en alcanzarse y afectan a todas las dimensiones de la fragilidad. Luego del brote de Ébola en 2015 en África Occidental, las promesas de recuperar los sistemas de salud más resilientes no se tradujeron en un compromiso a largo plazo. El "Efecto Ébola" (es decir, el aumento del financiamiento a causa del brote) había terminado en los tres países afectados por la epidemia para 2015 (Imagen 5). En 2018, el financiamiento humanitario había descendido 77% en dichos países, y en su mayor parte no habían sido compensados por la ayuda para el desarrollo, que disminuyó en 17% entre 2015 y 2018.

 
Imagen 5. AOD en Guinea, Liberia y Sierra Leona

Fuente: Cálculos basados en OCDE (2020), Creditor Reporting System, https://stats.oecd.org/.

Por parte de los miembros del CAD, sólo un compromiso a largo plazo puede ayudar a tratar todas las dimensiones de la fragilidad y, en última instancia, incrementar la resiliencia contra futuras crisis. Una mejor reconstrucción también requiere de inversiones en la gente. A través de la nutrición, el cuidado sanitario y la educación de calidad, las personas acumulan conocimiento, habilidades y salud en sus vidas, lo cual les permite materializar sus potenciales como miembros productivos de sociedades inclusivas y resilientes.

Referencias

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ACNUR (2020), OIM, UNHCR announce temporary suspension of resettlement travel for refugees, https://www.unhcr.org/news/press/2020/3/5e7103034/iom-unhcr-announce-temporary-suspension-resettlement-travel-refugees.html. [8]

Whats in Blue (2020), International Peace and Security, and Pandemics: Security Council Precedents and Options, https://www.whatsinblue.org/2020/04/international-peace-and-security-and-the-COVID-19-pandemic-security-council-precedents-and-options.php#. [23]

OMS (2020), https://app.powerbi.com/view?r=eyJrIjoiMzQwODk3NDYtOTIwYy00MWRjLWJiMTUtOTgzZmJmYmJmZDcxIiwidCI6ImY2MTBjMGI3LWJkMjQtNGIzOS04MTBiLTNkYzI4MGFmYjU5MCIsImMiOjh9. [4]

OMS (2010), Key components of a well functioning health system, https://www.who.int/healthsystems/EN_HSSkeycomponents.pdf?ua=1. [5]

Banco Mundial (2020), https://data.worldbank.org/indicator/SH.XPD.GHED.GD.ZS. [14]

Banco Mundial (2019), Sustainable Cities, https://blogs.worldbank.org/sustainablecities/cities-people. [13]

Banco Mundial (2017), https://data.worldbank.org/indicator/SH.STA.HYGN.ZS?end=2017&locations=F1&start=2000&view=chart [10]

Traducido con el apoyo del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Esta no es una traducción oficial de la OCDE. En caso de discrepancia entre el documento original y la traducción, sólo se considerará válido el texto del documento original.

Notas

1.

2. La mayoría de los países insulares pequeños en desarrollo no están incluidos en el análisis de fragilidad debido a limitaciones con los datos; sin embargo, se sabe que muchas veces enfrentan fragilidades económicas y ambientales significativas.

2.

3. El acuerdo es neutral en materia de Valor Actual Neto (VAN), lo que significa que los países necesitan aumentar los reembolsos futuros para compensar las amortizaciones no concedidas en 2020. El acuerdo también exige que los países estén al día con sus obligaciones con el FMI y el Banco Mundial, lo cual excluye a cuatro países frágiles: Eritrea, Sudán, República Árabe Siria y Zimbabwe.

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