Las ambiciosas reformas estructurales y las sólidas políticas macroeconómicas han asegurado la resistencia de la economía mexicana, sumamente abierta, ante las desafiantes condiciones mundiales. El crecimiento de la productividad de México repuntó hace poco en los sectores que se beneficiaron de las reformas estructurales: energético, financiero y de telecomunicaciones. La apertura comercial, la inversión extranjera directa, la integración en las cadenas globales de valor y los incentivos a la innovación han impulsado las exportaciones, en especial las de automóviles. Sin embargo, otros sectores se han rezagado, al verse afectados por regulaciones locales demasiado rigurosas, instituciones jurídicas débiles, informalidad arraigada, corrupción y desarrollo financiero insuficiente. Por otra parte, el crecimiento no ha sido suficientemente incluyente para lograr mejores condiciones de vida para todas las familias mexicanas, muchas de las cuales viven en la pobreza; y cuyas oportunidades para los hijos de superar a sus padres podrían mejorarse. Las políticas anteriores ya han empezado a corregir estas tendencias, pero es necesario hacer más en este sentido. El Estudio de 2017 hace recomendaciones clave que podrían ayudar a estimular la productividad y hacer que el crecimiento sea más incluyente.
CAPÍTULOS ESPECIALES: CRECIMIENTO INCLUYENTE; PRODUCTIVIDAD