La medición del bienestar comporta analizar resultados de desarrollo multidimensionales a escala nacional y regional desde la perspectiva de la población (personas y hogares), y no indicadores de crecimiento económico exclusivamente. Este cometido exige tener en cuenta una serie de métricas más amplia que la utilizada tradicionalmente para dar seguimiento al progreso nacional, que describa las condiciones materiales actuales de las personas y su calidad de vida, la distribución de los resultados entre los distintos lugares y grupos de población y los recursos sistémicos que apuntalan la sostenibilidad del bienestar de las personas con miras al futuro.
El presente informe, ¿Cómo va la vida en América Latina? Medición del bienestar para la formulación de políticas públicas, es el resultado de un proyecto de tres años dirigido por el Centro de Bienestar, Inclusión, Sostenibilidad e Igualdad de Oportunidades y el Centro de Desarrollo de la OCDE. Este proyecto se ha propuesto identificar métricas comparables para dar seguimiento al bienestar multidimensional en América Latina y el Caribe (ALC), a fin de poner de relieve posibilidades de mejora en cuanto a cobertura y recolección de datos, así como de analizar el uso de marcos de bienestar en relación con las políticas públicas en países de ALC. El informe se basa en una versión adaptada del Marco de Bienestar de la OCDE que representa las prioridades de la región de ALC, en particular en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este documento se ha elaborado en el marco del instrumento regional de la Unión Europea “Facilidad para el Desarrollo en Transición” para América Latina y el Caribe, resultado del trabajo conjunto encabezado por la UE, la OCDE y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas.
En la región de ALC resulta especialmente pertinente adoptar un enfoque más completo y centrado en las personas para medir el desarrollo, pues en estos países persisten las desigualdades y otros desafíos estructurales a pesar de que, en las últimas décadas, muchos han entrado en la categoría de países de ingresos altos o medios-altos, lo cual destaca la importancia del enfoque de Desarrollo en transición. La agitación que ha experimentado esta región desde que comenzó el proyecto en 2018 – con la ola de protestas sociales surgidas a finales de 2019 a la que pronto se sumó el inicio de la pandemia de COVID‑19 a principios de 2020 – subraya aún más la necesidad de adoptar una perspectiva de progreso más amplia que transforme el bienestar de la población en el eje central de la formulación de políticas y la cooperación internacional para ‘construir un futuro mejor”.