El informe de la OCDE Igualdad de género en Costa Rica: Hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado es el cuarto informe de una colección de informes que tiene como foco los países de América Latina y el Caribe, y forma parte de la serie Igualdad de género en el trabajo. El informe compara las brechas de género de los resultados laborales y educativos en Costa Rica con otros países. El informe presta particular atención a la distribución desigual del trabajo no remunerado y la carga adicional que esto implica para las mujeres. Así mismo, investiga cómo las políticas públicas y programas de ayuda en Costa Rica pueden hacer que esta distribución sea más equitativa. La primera parte del informe examina la evidencia sobre las brechas de género y sus causas, incluyendo el papel que desempeñan las normas sociales. La segunda parte desarrolla un marco global para abordar estos retos, presentando una amplia gama de opciones para reducir la carga de trabajo no remunerado que recae sobre las mujeres y aumentar sus ingresos laborales. Estudios anteriores de la misma colección han analizado las políticas de igualdad de género en Chile (2021) Perú (2022) y Colombia (2023).
Igualdad de género en Costa Rica
Abstract
Executive Summary
En las últimas décadas, la igualdad de género en Costa Rica ha avanzado en múltiples dimensiones. Sin embargo, al igual que en otros lugares de la región y el mundo, hombres y mujeres no comparten por igual el trabajo remunerado y no remunerado, lo que tiene consecuencias negativas para los principales resultados económicos de las mujeres. Este informe revisa los datos sobre las diferencias en educación y empleo entre hombres y mujeres, tanto en Costa Rica como en comparación internacional. Analiza los factores que impulsan estas diferencias de género, destaca las variaciones entre grupos socioeconómicos y propone un marco político estratégico hacia una economía y una sociedad más igualitarias, sostenibles y productivas.
Costa Rica ha logrado grandes avances hacia la igualdad de género en la educación, pero aún puede progresar más
El nivel educativo ha mejorado mucho en las últimas décadas en Costa Rica, también en comparación con otros países de América Latina y el Caribe. Las mujeres han obtenido logros educativos especialmente importantes y han empezado a superar a los hombres. En 2022, el 35% de los hombres y el 37% de las mujeres de 55 a 64 años de Costa Rica tenían un título de educación secundaria o más alto. Entre los adultos jóvenes de 25 a 34 años, este porcentaje es mucho mayor, 54% para los hombres y del 63% para las mujeres. En el mismo grupo de edad, el 34% de las mujeres han completado estudios superiores, unos 6 puntos porcentuales más que los hombres. La mejora de los resultados educativos está vinculada a la mejora de los resultados laborales. En promedio, la tasa de empleo de las mujeres con estudios superiores es del 63%, frente al 34% de las mujeres con estudios inferiores a la enseñanza secundaria.
A pesar de estas grandes mejoras, los niveles generales de educación en Costa Rica están por debajo de la media de la OCDE. La proporción de mujeres jóvenes en el grupo de edad de 24 a 35 años con educación terciaria sigue estando unos 20 puntos porcentuales por debajo de la media de la OCDE. Tanto para los hombres como para las mujeres jóvenes de Costa Rica, la matrícula en la educación secundaria disminuye significativamente con la edad del estudiante, y es relativamente baja en comparación internacional. La menor asistencia a la escuela secundaria interactúa fuertemente con la pobreza, que a menudo conduce a retiros más permanentes de la escuela. Al igual que en otros países de la OCDE, las jóvenes costarricenses tienen muchas menos probabilidades de estudiar en los campos más lucrativos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). La proporción de hombres licenciados en disciplinas STEM supera a la de mujeres en unos 19 puntos porcentuales, aunque esta diferencia es menor que la media de la OCDE (25%).
Los resultados de las mujeres en empleo son comparativamente débiles en Costa Rica
En Costa Rica, el 47% de las mujeres en edad de trabajar (15 a 64 años) estaban empleadas en 2022, comparado con el 73% de los hombres. La brecha en las tasas de empleo entre hombres y mujeres en el país se situó en 26 puntos porcentuales, lo que supone 14 puntos porcentuales más que la media de la OCDE. Aproximadamente tres de cada diez mujeres empleadas en Costa Rica trabajan a tiempo parcial, frente a solo uno de cada diez hombres. Como en el resto del mundo, la brecha de género en el empleo tiende a aumentar con la maternidad: en 2023, la brecha de género era inferior a 10 puntos porcentuales entre los jóvenes de 15 a 24 años, mientras que esta se situaba en 27 puntos porcentuales para el grupo de edad de 25 a 44 años. Esto revela las desventajas sistémicas del mercado laboral a las que se enfrentan las mujeres una vez que se convierten en madres en Costa Rica, al igual que en muchos países de todo el mundo. Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de trabajar de manera informal en Costa Rica. Asimismo, las madres empleadas tienen más probabilidades de trabajar de manera informal (44%) en comparación con las mujeres sin hijos (24%). Como la maternidad reduce la oferta de mano de obra femenina, también desplaza sus opciones profesionales hacia empleos más flexibles, como el trabajo a tiempo parcial, el trabajo por cuenta propia o las modalidades de trabajo informal.
En Costa Rica no hay una distribución equitativa del trabajo remunerado y no remunerado entre hombres y mujeres
En comparación con los hombres, las mujeres de Costa Rica no sólo tienen más probabilidades de ser contratadas en empleos de baja calidad, sino que también suelen dedicar más horas a la prestación de cuidados y al trabajo doméstico no remunerado. Entre ellas, el cuidado de niños, adultos mayores o parientes con alguna discapacidad, y otras tareas domésticas. Los datos internacionales sugieren que las mujeres en Costa Rica dedican en general 23 horas más a la semana al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, significativamente por encima de la media de los países de la OCDE de 15 horas. Por otro lado, los hombres dedican 15 horas semanales más que las mujeres a actividades laborales remuneradas en Costa Rica a actividades laborales remuneradas, en comparación con la diferencia media en la OCDE de 12 horas.
Las niñas y las jóvenes corren un riesgo especial de no encontrar empleo, educación o capacitación
La probabilidad de que un joven costarricense no tenga empleo, ni estudie ni se capacite ─también llamado NiNi─ es alta según los estándares internacionales. Con un 28%, la tasa de NiNis de niñas y mujeres jóvenes de 15 a 29 años en Costa Rica es casi el doble de la media de la OCDE (15%) y superior a la observada en Chile (27%) y Perú (27%), pero significativamente inferior a la de Colombia (34%). Las jóvenes de Costa Rica tienen 1,7 veces más probabilidades de ser NiNi que los hombres jóvenes. Esto refleja múltiples factores, entre ellos la desproporcionada cantidad de tiempo que las jóvenes dedican al cuidado no remunerado y al trabajo doméstico desde una edad temprana. Es probable que muchos de los NiNis ofrezcan un trabajo no remunerado y contribuyan a la familia y a la sociedad de forma valiosa. Sin embargo, la elevada tasa de NiNis en Costa Rica, especialmente entre las mujeres, es preocupante, ya que estos jóvenes corren un mayor riesgo de exclusión social, pobreza y falta de habilidades para mejorar su situación económica.
En Costa Rica, las desigualdades de género varían mucho entre los distintos grupos socioeconómicos
La tasa de empleo de las mujeres que viven en zonas urbanas supera en más de 10 puntos porcentuales a la de las mujeres que viven en zonas rurales. Además, con 35 puntos porcentuales, la brecha de empleo entre hombres y mujeres es significativamente más pronunciada en las zonas rurales que en las urbanas, donde se sitúa en 22 puntos porcentuales. Estas diferencias reflejan, al menos en parte, el considerable tiempo que las mujeres de las zonas rurales dedican al trabajo no remunerado. De todas las mujeres empleadas en las zonas rurales, el 52% trabaja en el sector informal, frente al 49% de los hombres de las zonas rurales y el 35% de las mujeres de las zonas urbanas.
Las mujeres indígenas experimentan múltiples e interrelacionadas formas de desventaja debido a su género, origen indígena y condiciones sociales y económicas. En los ocho territorios donde reside el grueso de la población indígena costarricense, la tasa media de empleo de las mujeres (17%) es llamativamente inferior a la de los hombres (56%), además de ser inferior a la tasa de empleo de las mujeres rurales en general. Sólo el 13% de las jóvenes indígenas tienen un título de enseñanza secundaria.
Costa Rica es el país con mayor proporción de migrantes de la región de América Latina y el Caribe (10%), principalmente procedentes de la vecina Nicaragua. Por lo general, los trabajadores migrantes se concentran en sectores y ocupaciones que los nacionales consideran menos atractivos, como reflejo de sus bajos salarios y peores condiciones de trabajo, o porque los nacionales están cada vez más sobrecalificados para tales ocupaciones. Por ejemplo, las mujeres migrantes tienen muchas más probabilidades de trabajar en actividades domésticas.
Políticas cuidadosamente diseñadas y aplicadas pueden mejorar la igualdad de género y el bienestar en Costa Rica
En Costa Rica, la población en edad de trabajar está disminuyendo considerablemente, por lo que urge invertir en el talento femenino. Costa Rica combina una de las esperanzas de vida más altas de América Latina (79 años, frente a 73 años en la región ALC) con una de las tasas de fecundidad más bajas (1,56contra 1,88 en la región ALC). En este contexto, la movilización del talento femenino debe estar en el centro de cualquier estrategia de política pública costarricense para crear una economía y una sociedad más sostenible e inclusiva. La evidencia internacional sugiere que la reducción de las brechas de género en algunos resultados económicos clave está estrechamente relacionada con un reparto más equilibrado del trabajo remunerado y no remunerado entre hombres y mujeres. Alcanzar este objetivo requiere una estrategia de política pública global, que siga dos ejes principales. En primer lugar, políticas familiares cuidadosamente diseñadas y aplicadas que puedan contribuir a un sistema de cuidados más eficaz, ampliando el acceso al permiso parental, a una atención y educación infantil temprana asequible, así como al cuidado de las personas mayores. En segundo lugar, los responsables políticos tendrán que redoblar sus esfuerzos para hacer frente a las actitudes y los estereotipos de género, atraer el interés de las niñas por las disciplinas STEM, promover a las mujeres en carreras no tradicionales y puestos de liderazgo, y luchar contra la violencia de género. Los efectos positivos de una política pública global sobre el empleo y la productividad ─a través de un aumento del tiempo de trabajo remunerado de las mujeres y una reducción de las brechas salariales entre hombres y mujeres─ podrían ser significativos. El bienestar y el crecimiento pueden impulsarse aún más si estas políticas se combinan con esfuerzos continuos para proporcionar beneficios dirigidos a los hogares pobres, que apoyen la escolarización continua de sus hijos, especialmente en las zonas rurales, y en las familias de origen indígena y migrante.
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