La economía circular consiste en evitar el desperdicio de recursos mediante la reutilización de materiales, la mejora del diseño para aumentar la durabilidad de los bienes y productos, y la transformación de los residuos.
Es probable que el crecimiento de la población, el cambio climático y la urbanización aumenten la presión sobre los recursos naturales, así como la demanda de nuevas infraestructuras, servicios y viviendas. En 2050 la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas, el 70% de las cuales vivirá en ciudades. Las ciudades representan casi dos tercios de la demanda energética mundial, producen hasta el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 50% de los residuos mundiales.
Las ciudades y regiones desempeñan un papel fundamental en el cambio de una economía lineal a una circular, ya que son responsables de las decisiones clave en los servicios públicos locales, como el transporte, los residuos sólidos, el agua y la energía, que afectan al bienestar de los ciudadanos, al crecimiento económico y a la calidad medioambiental. En las ciudades y regiones, la economía circular debe garantizar que:
Los servicios (por ejemplo, desde el agua hasta los residuos y la energía) se prestan evitando la generación de residuos, haciendo un uso eficiente de los recursos naturales como materias primas, optimizando su reutilización y permitiendo las sinergias entre sectores;
Las actividades económicas se planifican y ejecutan de forma que se cierren, ralenticen y reduzcan los bucles en las cadenas de valor, y;
La infraestructura se diseña y construye para evitar los bloqueos lineales, que utilizan los recursos de forma intensiva e ineficiente.
El Programa de la OCDE sobre la Economía Circular en Ciudades y Regiones fue diseñado para apoyar a los gobiernos nacionales y subnacionales en su transición hacia la economía circular a través de un análisis basado en la evidencia, diálogos con múltiples partes interesadas, recomendaciones a medida y planes de acción personalizados. El Programa se basa en un consorcio de ciudades y países que participan en diálogos entre iguales y en actividades de intercambio de conocimientos, como Glasgow (Reino Unido), Granada (España), Groningen (Países Bajos), Umeå (Suecia), Valladolid (España) e Irlanda.
Este informe resume las conclusiones de un diálogo de políticas de 18 meses con la ciudad de Valladolid (España) para desarrollar una visión de la transición hacia la economía circular y aprender de las mejores prácticas existentes. Desde 2017, la transición hacia la economía circular ha sido una prioridad política para Valladolid con el objetivo de crear nuevas oportunidades socioeconómicas, especialmente potenciando la innovación en las empresas. La ciudad fue una de las primeras firmantes de la Declaración de Sevilla junto a otros municipios españoles en 2017, y desarrolló una Hoja de Ruta para la Economía Circular en 2018. Específicamente, Valladolid ha concedido más de un millón de euros a 61 proyectos relacionados con la economía circular promovidos por empresas privadas, organizaciones sin ánimo de lucro o centros de investigación.
El informe sostiene que una estrategia de economía circular en Valladolid podría ayudar a mejorar la coherencia entre las iniciativas existentes, al tiempo que las amplía. Para ello, recomienda aprovechar el potencial de coordinación entre las PYMES, la administración local y la universidad, y considerar un papel más proactivo de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico en promover y facilitar las iniciativas de economía circular.