La educación cívico-tributaria es un medio para fomentar la cultura fiscal, el cumplimiento tributario y el civismo. No se trata únicamente de animar a la población a pagar impuestos, sino también de explicar el marco tributario y el lugar que ocupa en el conjunto de la sociedad. Los ciudadanos, ya sean contribuyentes o no, se benefician de la comprensión de los efectos derivados del pago o impago de impuestos en su vida diaria y en la de su país. También se benefician de una asistencia y unos conocimientos más prácticos, por ejemplo sobre cómo cumplimentar sus declaraciones de impuestos. Al tener un mejor conocimiento del sistema fiscal y una mayor ética tributaria, la educación cívico-tributaria también hace que los contribuyentes estén más dispuestos a ayudar a las administraciones tributarias en su lucha contra la evasión y el fraude fiscal.
La educación cívico-tributaria es una estrategia a largo plazo cuyo objetivo principal es crear una cultura de cumplimiento voluntario, una meta que no puede conseguirse a corto plazo. Si bien algunos aspectos de la educación cívico-tributaria podrían mostrar impactos a corto plazo, el objetivo último es casi siempre alentar comportamientos duraderos. Por lo tanto, las iniciativas de educación cívico-tributaria no deberían abordarse como medidas puntuales a corto plazo, sino dentro de un esfuerzo continuo por parte de las autoridades públicas para influir positivamente en las percepciones de los contribuyentes. En su máxima expresión, una estrategia integral de educación cívico-tributaria debe dirigirse tanto a los contribuyentes actuales —empresas y particulares, para colmar las lagunas de conocimiento e información que puedan tener sobre los impuestos— como a los futuros contribuyentes, para crear condiciones favorables ayudándolos a comprender que los impuestos son la base de una sociedad cohesionada. Además, lo ideal sería que las iniciativas educativas abarcaran los tres ámbitos analizados en este informe (educación, sensibilización y asistencia) para garantizar que los contribuyentes tienen la formación, información y capacidad necesarias para cumplir con sus obligaciones tributarias.
Cada país tiene sus propias necesidades, y recursos, pero todos los países pueden beneficiarse de las iniciativas de educación cívico-tributaria. Con independencia de que las administraciones tributarias dispongan de amplios recursos o posean una experiencia dilatada educando a los contribuyentes, o de que los contribuyentes tengan conocimientos tributarios extensos, siempre habrá margen para encontrar y poner en marcha iniciativas que satisfagan sus necesidades. Las poblaciones, las economías y los sistemas tributarios están en constante evolución, por lo que siempre saldrá a cuenta invertir en iniciativas de educación cívico-tributaria. Estas pueden constituir alternativas a métodos más coercitivos para mejorar el grado de cumplimiento y traen consigo otros efectos beneficiosos, como mejorar la imagen de la administración tributaria.