Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reclaman medidas urgentes para forjar alianzas eficaces, conforme se establece en el ODS 17. La Agenda 2030 insta a aplicar un enfoque que incluya a toda la sociedad mediante acciones colectivas de todos los actores para ofrecer soluciones sostenibles a las personas y al planeta, sin dejar a nadie atrás. La Alianza Global para la Cooperación Eficaz al Desarrollo promueve alianzas más eficaces para obtener resultados duraderos en materia de desarrollo. Creada en base al Acuerdo de la Alianza de Busan (2011), la Alianza Global fomenta una mayor eficacia en las labores de cooperación al desarrollo de todos los actores, tal y como se reafirmó en la segunda Reunión de Alto Nivel de Nairobi en 2016.
Este informe presenta las conclusiones de la ronda de monitoreo de 2018 de la Alianza Global. Evalúa la eficacia con la que los gobiernos han establecido un entorno favorable para las iniciativas nacionales de desarrollo que favorezca la participación de toda la sociedad y en qué medida los socios para el desarrollo prestan su apoyo partiendo de las prioridades de desarrollo de los países y aprovechando los sistemas y las capacidades nacionales existentes. El ejercicio de monitoreo global bienal de la Alianza Global utiliza diez indicadores basados en los cuatro principios acordados internacionalmente para una cooperación eficaz al desarrollo, así como en la calidad de las alianzas que se forjan para obtener resultados en materia de desarrollo: apropiación por parte de los países, enfoque/foco en resultados, alianzas incluyentes y transparencia y la responsabilidad compartida. Los datos generados con el análisis de la Alianza Global se basan en la información proporcionada por los países y también contribuyen al seguimiento y la revisión de los ODS (Metas ODS 17.16, 17.15 y 5c).
Los gobiernos de los países socios han hecho avances significativos para mejorar la planificación para el desarrollo nacional. Desde 2011, la proporción de países socios con una estrategia nacional óptima de desarrollo prácticamente se ha duplicado (pasando del 36% al 64%). Asimismo, los países socios, al igual que sus socios para el desarrollo, están incluyendo los ODS en sus agendas y los objetivos cada vez se emplean con más frecuencia como marco común para los resultados. Sin embargo, que esta mejora de la planificación del desarrollo realmente dé todos sus frutos, el vínculo entre las estrategias y los recursos para implementarlas también debe reforzarse, además de acompañarse de un proceso sólido de seguimiento y evaluación.
Los socios para el desarrollo están cada vez menos alineados con las prioridades de los países socios y sus marcos de resultados. Desde 2016, los objetivos de los proyectos se encuentran menos alineados con las prioridades de los países socios, se basan menos en los resultados nacionales, las estadísticas y los sistemas de seguimiento de dichos países. Si bien los bancos multilaterales de desarrollo cada vez confían más en los marcos de resultados de los países, los socios bilaterales para el desarrollo cada vez lo hacen en menor medida. La falta de disponibilidad de datos oficiales supone una limitación para todos los implicados y pone de relieve la necesidad de que los países socios y los socios para el desarrollo realicen un esfuerzo conjunto por utilizar y mejorar las estadísticas y los sistemas de seguimiento nacionales.
La previsibilidad a medio plazo de los proyectos de la cooperación para el desarrollo es cada vez menor. Los países socios señalan que cada vez disponen de menos información a medio plazo sobre las previsiones de gastos y los planes de implementación de sus socios para el desarrollo, lo que a su vez se traduce en que la proporción de financiación al desarrollo registrada en los presupuestos de los países socios y sometidos a control parlamentario sea cada vez menor. Esta tendencia dificulta que los países socios puedan planificar y presupuestar de manera eficaz sus estrategias de desarrollo y limita la rendición de cuentas por los planes de desarrollo nacional mediante un control parlamentario.
Las mejoras en los sistemas de gestión de las finanzas públicas (GFP) no han supuesto que los socios para el desarrollo los utilicen más. Lo que más ha avanzado en los sistemas de GFP es la elaboración de presupuestos; sin embargo, todavía existe un claro margen de mejora en los ámbitos de auditorías y adquisiciones/contrataciones públicas, y también es preciso velar por que la GFP se adecúe a los objetivos de igualdad de género. A nivel mundial, el uso de los sistemas de GFP nacionales se ha incrementado ligeramente, sobre todo como consecuencia de la proliferación de sistemas de adquisiciones/contrataciones públicas. Sin embargo, los datos del monitoreo de la Alianza Global revelan que la calidad de los sistemas de GFP no es un factor decisivo para su uso. En realidad, cuanto más se involucran los socios para el desarrollo con los países socios y cuantos más fondos canalizan al sector público, mayor es el uso que hacen de los sistemas de gestión de las finanzas públicas.
Tanto los gobiernos de los países socios como los socios para el desarrollo necesitan consultas más sistemáticas y significativas con los actores del desarrollo. Tanto los gobiernos de los países socios como, en menor medida, los socios para el desarrollo consultan con una gran variedad de agentes nacionales (organizaciones de la sociedad civil, sector privado, parlamentarios, gobiernos subnacionales) para preparar sus estrategias de país y sus programas, respectivamente. Los resultados indican que esta colaboración podría ser más regular y predecible, e involucrar a un grupo de actores más diverso.
Se observa un deterioro del entorno favorable para las organizaciones de la sociedad civil (OSC). Las OSC aseguran que el marco legal y normativo que las protege se ha deteriorado y señalan tener una libertad de expresión limitada y una protección inadecuada cuando trabajan con poblaciones vulnerables. Asimismo, las OSC no consideran que los mecanismos de financiación de los socios para el desarrollo sean predecibles, transparentes o accesibles para diversas OSC, e informan de que la financiación se orienta ante todo hacia los intereses y las prioridades de los socios. Es necesario que los países socios y los socios para el desarrollo actúen de forma concertada para apoyar a las OSC y que se las trate como iguales por derecho propio, ya que aportan conocimientos sobre las necesidades y prioridades locales en materia de desarrollo.
Para mejorar el diálogo público-privado (DPP) de los países socios, los actores deben estar mejor capacitados y el proceso debe ser relevante, además de fomentar la inclusión de un grupo más amplio de actores del sector privado. Los gobiernos de los países socios y los actores del sector privado coinciden en que ya se dispone de la confianza mutua y la buena voluntad necesarias para un diálogo sobre las políticas públicas. Sin embargo, todas las partes interesadas señalan que su capacidad de participación es limitada. Además, el sector público y el privado divergen sobre la relevancia y la inclusividad del DPP, lo que reduce su calidad. A pesar ello, los resultados también revelan que, cuando se dan las condiciones necesarias para un diálogo de calidad, el DPP se orienta a resultados y redunda en acciones conjuntas.
En cuanto a los avances hacia una mayor transparencia de la cooperación al desarrollo, los resultados son irregulares. Cada vez hay más socios que publican información sobre cooperación al desarrollo ateniéndose a normas y sistemas de información internacionales. Su información es también cada vez más completa, aunque no necesariamente más oportuna ni prospectiva. Asimismo, casi todos los países socios cuentan con un sistema de gestión de información para la cooperación al desarrollo y la mayoría de los socios para el desarrollo (83%) los utiliza. Sin embargo, la consistencia y la calidad de la información nacional publicada todavía se puede mejorar.
Como respuesta a la constante evolución del mundo del desarrollo y la ambiciosa Agenda 2030, los mecanismos de responsabilidad mutua son cada vez más inclusivos. Los países para los cuales la ayuda oficial al desarrollo sigue siendo importante cuentan con mecanismos de responsabilidad mutua de calidad para la cooperación al desarrollo. Los países socios que dependen menos de la ayuda al desarrollo utilizan otras estructuras más generales para la rendición de cuentas. Además, cada vez son más los socios para el desarrollo que participan en mecanismos de responsabilidad mutua a nivel nacional; sin embargo, cada vez son menos los países socios que marcan metas para una cooperación al desarrollo eficaz para esos socios.
Los cambios en las estructuras nacionales de cooperación al desarrollo tienen implicaciones para el proceso de monitoreo de la Alianza Global. Estos cambios estructurales ya han afectado a la forma en que se llevó a cabo la ronda de monitoreo de 2018 a nivel nacional, lo que exige una mayor atención por parte de la Alianza Global antes de la siguiente ronda de monitoreo. La Alianza Global continuará adaptándose para reflejar las oportunidades y los desafíos de la Agenda 2030 y garantizar que continúa aportando los datos más pertinentes y actualizados sobre un mundo cambiante.