Las Directrices sobre Participación Ciudadana de la OCDE están dirigidas a cualquier funcionario o institución pública con intención de llevar a cabo un proceso de participación ciudadana. Las directrices describen diez pasos para diseñar, planificar, implementar y evaluar un proceso de participación ciudadana, y describen ocho métodos diferentes para implicar a los ciudadanos: información y datos, cabildos abiertos, consultas públicas, innovación abierta, ciencia ciudadana, monitoreo cívico, presupuestos participativos y procesos deliberativos representativos. Las directrices se ilustran con ejemplos y orientaciones prácticas basadas en datos recopilados por la OCDE. Por último, se presentan nueve principios rectores para ayudar a garantizar la calidad de estos procesos.
Directrices de la OCDE sobre Procesos de Participación Ciudadana
Abstract
Executive Summary
Estas directrices están dirigidas a toda persona u organización interesada en diseñar, planificar e implementar un proceso de participación ciudadana. Estas directrices describen los diez pasos necesarios para diseñar, planificar, e implementar un proceso de participación ciudadana, y detallan ocho métodos diferentes que pueden ser utilizados para involucrar a la ciudadanía en la elaboración de políticas, ilustrados con ejemplos de buenas prácticas.
La participación ciudadana tiene beneficios intrínsecos e instrumentales. Lleva a un proceso de elaboración de políticas que resulta mejor y más democrático, haciéndolo más transparente, inclusivo, legítimo y responsable. Mejora la confianza pública en el gobierno y las instituciones democráticas al darle a la ciudadanía un rol en el proceso de toma de decisiones públicas. Al tomar en cuenta y utilizar la experiencia y conocimiento de la ciudadanía ayuda a las instituciones públicas a abordar problemas complejos sobre políticas y lleva a mejores resultados sobre políticas.
Los diez pasos para planificar e implementar un proceso de participación ciudadana
Los procesos de participación ciudadana deberían organizarse únicamente cuando exista lugar para la participación ciudadana significativa en el proceso de toma de decisiones. Se desarrolló una guía de diez pasos para brindar orientación durante el camino:
1. Identificar el problema a resolver y el momento para la participación
El primer paso al planificar un proceso de participación ciudadana es identificar si existe un problema genuino que el público pueda resolver. Si así fuera, entonces es necesario definir el problema y encuadrarlo como una pregunta. La ciudadanía puede estar activamente involucrada en cualquiera de estas etapas o a lo largo de todo el ciclo de políticas: al identificar el problema, formular la política, tomar decisiones, implementar la política o evaluarla.
2. Definir los objetivos e insumos esperados
Se requiere un entendimiento claro de los objetivos o desenlaces esperados del proceso de participación para definir los insumos o aportes deseados de la ciudadanía y el impacto que tendrán en la decisión final.
3. Identificar a los grupos relevantes de personas a involucrar y reclutar participantes
Pueden involucrarse diferentes tipos de grupos en un proceso de participación, tales como un grupo de la ciudadanía en general, un grupo representativo de ella, una comunidad particular basada en la geografía u otra característica demográfica, tales como partes interesadas, desde organizaciones no gubernamentales hasta grupos empresariales o academia. Pueden utilizarse diferentes estrategias para reclutarlos, como ser una convocatoria abierta, una convocatoria cerrada o un sorteo cívico.
4. Elegir el método de participación
Se comparan y describen ocho métodos de participación ciudadana y sus características para ayudar a elegir la más aplicable en cada situación en particular: información y comunicación, Asambleas abiertas/ foros comunitarios, monitoreo cívico, consulta pública, innovación abierta, ciencia ciudadana, presupuesto participativo, y procesos deliberativos representativos.
5. Elegir las herramientas correctas
Las herramientas digitales le permiten a la ciudadanía y partes interesadas interactuar y presentar sus aportes de diferentes maneras. Estas deberían ser elegidas para facilitar el método de participación. Las personas que elaboran las políticas deberían tener presente las “brechas digitales” existentes, planificar los recursos técnicos, humanos y financieros necesarios para desplegar herramientas digitales, y elegir las herramientas que sean transparentes y sensatas.
6. Comunicar sobre el proceso
La comunicación pública puede ayudar en cada paso del camino, desde convocar a la ciudadanía, hasta asegurar la transparencia del proceso, e inclusive extender los beneficios de aprender sobre el asunto específico de una política a un público más amplio. La comunicación constante, clara y comprensible que utiliza lenguaje sencillo es la más efectiva.
7. Implementar el proceso de participación
Existen consideraciones generales con relación a la implementación de un proceso participativo: elaborar un cronograma adecuado, identificar los recursos necesarios para asegurar la inclusión y accesibilidad, y considerar el trayecto de la ciudadanía a través de un proceso participativo.
8. Utilizar el aporte de la ciudadanía y brindar retroalimentación
Los aportes recibidos como parte de un proceso de participación deben ser considerados con cuidado y respeto, y utilizados tal como se estipula en el comienzo – con justificaciones claras si algunos aportes o recomendaciones no fueran utilizados o implementados. Comunicar a las personas participantes sobre el estado de sus aportes y el resultado final de su participación ayuda a cerrar el bucle de retroalimentación.
9. Evaluar el proceso de participación
A través de la evaluación, la calidad y neutralidad de un proceso participativo pueden ser medidas y demostradas a un público más amplio. La evaluación también crea una oportunidad de aprendizaje al proporcionar evidencia y lecciones para las autoridades públicas y profesionales sobre qué funcionó bien y qué no.
10. Fomentar una cultura de participación
El cambio de los procesos de participación ad hoc a la cultura de participación puede ser respaldado integrando los mecanismos de participación institucionalizados, multiplicando las oportunidades para que la ciudadanía ejerza sus “músculos” democráticos más allá de la participación, y protegiendo un espacio cívico vibrante.
Principios guía para procesos de participación ciudadana de calidad
Los métodos de participación ciudadana detallados en estas directrices se apoyan en nueve principios de buenas prácticas para asegurar su calidad: claridad e impacto, compromiso y rendición de cuentas, transparencia, inclusión y accesibilidad, integridad, privacidad, información, recursos y evaluación.
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