Los sistemas de integridad pública tienen por objetivo promover entre los servidores públicos decisiones en línea con el interés público. Como consecuencia, numerosas políticas de integridad buscan orientar y regir, directa o indirectamente, las decisiones y las conductas humanas. A pesar de ello, la perspectiva del comportamiento se sigue descuidando al elaborar políticas de integridad. La investigación en diversos campos científicos sobre cognición y comportamiento humano (incluyendo psicología, neurociencia, sociología y economía) ha producido hallazgos que ofrecen valiosas enseñanzas y nuevas perspectivas. Como resultado, los encargados de formular políticas de todo el mundo aplican cada vez más la información conductual a otras áreas de la política pública (Economist, The, 2017[1]); (European Commission, 2016[2]); (OECD, 2017[3]); (World Bank, 2015[4]).
Este informe presenta percepciones conductuales relevantes para las políticas de integridad. Se revisó una amplia variedad de estudios de ciencias del comportamiento para identificar la investigación más destacada en la formulación de políticas de integridad. En efecto, repensar dichas políticas desde la perspectiva del comportamiento humano puede hacer que sean más eficaces y eficientes. El diseño de políticas conductuales proporciona a los tomadores de decisiones una perspectiva diferente que toma en cuenta dos aspectos que a menudo no se atienden. El primero se relaciona con las diferentes maneras en que los individuos toman decisiones morales: atajos psicológicos, percepciones erróneas y tentaciones a menudo pueden desviar las mejores intenciones. Comprender la dinámica y las trampas de la elección moral ayuda a los entes normativos a brindar una orientación más eficaz para promover la integridad en el sector público y en la sociedad en su conjunto. El segundo aspecto se relaciona con la manera en que la dinámica social afecta el comportamiento individual. La integridad no es solo una cuestión de elección moral individual; la influye la sociedad, los homólogos, los vecinos y los colegas. Las políticas de integridad funcionan mejor en congruencia con la lógica de las interacciones sociales y no en su contra.
Integrar estos dos aspectos centrales ayudará a los responsables políticos a abordar algunos de los desafíos clave de las políticas modernas de integridad: orientar la elección de opciones morales, superar las dificultades de la acción colectiva y reducir los riesgos para la integridad. Los Capítulo 2. y Capítulo 3. presentan los hallazgos centrales de la ética del comportamiento y de la investigación de la interacción social, y examinan el proceso interno de toma de decisiones morales y la relevancia de las dinámicas sociales externas. Con base en estos discernimientos, se identifican los preceptos básicos para guiar a los responsables de formular las políticas. La Gráfica 1.1 presenta una visión general esquemática de la manera en que las percepciones conductuales pueden mejorar la comprensión de la toma de decisiones éticas en cierto contexto y así sustentar las políticas de integridad.