La transformación digital puede desempeñar un papel importante para convertir esta crisis en una nueva oportunidad de desarrollo y hacer frente a las trampas del desarrollo de la región. Por ello, en esta publicación se insta a la adopción de una serie de medidas en este sentido.
En primer lugar, la región se caracteriza por el predominio de microempresas y pequeñas empresas que tienen una escasa productividad, que a menudo están desconectadas de sus mercados y que no tienen capacidad para absorber el shock generado por la pandemia. Las herramientas digitales pueden contribuir a impulsar la productividad e incrementar su competitividad, sobre todo en el caso de las empresas que se están quedando atrás. Por tanto, las políticas deben tener por objeto apoyar la adopción de herramientas tecnológicas con ecosistemas digitales integrales, infraestructuras adecuadas y conocimientos digitales apropiados.
En segundo lugar, es necesario abordar las brechas digitales para que los beneficios de la transformación digital lleguen a todos. La adopción de tecnologías digitales centradas en las necesidades de las personas puede aumentar la calidad de vida de los hogares y, por tanto, mejorar el bienestar de las sociedades latinoamericanas al tiempo que se promueve el desarrollo sostenible del medioambiente. Persisten las disparidades de acceso y uso en los distintos territorios, grupos socioeconómicos, de edad o de género, las cuales pueden ampliarse en el contexto de la pandemia. Esta situación puede potenciar la creación de mayores brechas entre ganadores y perdedores, planteando así amenazas adicionales a la estabilidad y la cohesión social.
En tercer lugar, las tecnologías digitales ofrecerán oportunidades y desafíos al mercado laboral. En la región, algunos puestos de trabajo corren un alto riesgo de automatización, mientras que otros experimentarán cambios sustanciales en la forma de realizarlos. Las políticas de fomento de la productividad deben desempeñar un papel importante a la hora de abordar las necesidades del mercado y asegurar así una transición fluida al adoptar los nuevos empleos y dejar atrás los puestos de trabajo obsoletos.
En cuarto lugar, para asegurar que los beneficios de la transformación digital se aprovechen en el hogar y en el trabajo, es necesario impulsar las competencias adecuadas en las primeras etapas de la vida y durante el desarrollo vital de las personas. Entre quienes tienen menos competencias, destaca una mayor proporción de mujeres que no cuenta con experiencia en el ámbito de la informática. No basta con proporcionar a los centros educativos y estudiantes más desfavorecidos un mayor acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), sino que también se necesitan programas que desarrollen las aptitudes adecuadas tanto en los estudiantes como en el profesorado.
En quinto lugar, las nuevas tecnologías digitales pueden transformar las instituciones públicas y conseguir que sean más creíbles, eficientes, inclusivas e innovadoras. De este modo, se puede contribuir a restablecer la confianza en los gobiernos simplificando los complejos sistemas burocráticos, prestando servicios públicos más inclusivos –como los servicios de salud a través de Internet o el aprendizaje por medios electrónicos– que lleguen a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, dotándolos de una mayor apertura y transparencia, y permitiendo la participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones.
Existe una condición importante para que se emprendan las acciones anteriormente mencionadas: a nivel nacional, estas medidas de políticas deben coordinarse en el marco de las estrategias nacionales de desarrollo, vinculándolas directamente a las agendas digitales. De esta manera, se aprovecharía el potencial de las políticas digitales para que se conviertan en un factor decisivo en la consecución de un mayor bienestar social.
La crisis del Covid-19 hace que la necesidad de cooperación internacional y de creación de nuevas alianzas en la región sea más importante que nunca. La transformación digital conlleva muchos desafíos que son de carácter transfronterizo y, por tanto, requieren de una mayor cooperación internacional. Entre ellos se incluyen ámbitos como la regulación y las normas, la inversión, el comercio, la seguridad digital o desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía. La creación de alianzas más sólidas también puede promover un intercambio de conocimientos más pertinente y transferencias tecnológicas en distintas dimensiones, contribuyendo así a cerrar la brecha digital. La región ya cuenta con varias plataformas en las que puede basarse, como la Agenda digital para América Latina y el Caribe (eLAC). En este sentido, la transferencia de experiencias de la OCDE y la Unión Europea a la región puede ser de gran utilidad y, por tanto, debe fortalecerse.
La transformación digital no resolverá por sí sola los problemas de desarrollo. Creemos firmemente que, para aprovechar los beneficios de las tecnologías digitales, debemos adoptar una mayor cooperación en las cuestiones más amplias, de manera que podamos emplear estas tecnologías de forma inclusiva, sostenible y socialmente responsable. Los países de América Latina y el Caribe no deben dejar atrás esta oportunidad para adoptar una transformación digital sostenible.
Alicia Bárcena
Secretaria Ejecutiva CEPAL
Luis Carranza
Presidente Ejecutivo CAF - Banco de Desarrollo de América Latina
Angel Gurría
Secretario General OCDE
Jutta Urpilainen
Comisaria Europea para las Alianzas Internacionales