Estas directrices están dirigidas a toda persona u organización interesada en diseñar, planificar e implementar un proceso de participación ciudadana. Estas directrices describen los diez pasos necesarios para diseñar, planificar, e implementar un proceso de participación ciudadana, y detallan ocho métodos diferentes que pueden ser utilizados para involucrar a la ciudadanía en la elaboración de políticas, ilustrados con ejemplos de buenas prácticas.
La participación ciudadana tiene beneficios intrínsecos e instrumentales. Lleva a un proceso de elaboración de políticas que resulta mejor y más democrático, haciéndolo más transparente, inclusivo, legítimo y responsable. Mejora la confianza pública en el gobierno y las instituciones democráticas al darle a la ciudadanía un rol en el proceso de toma de decisiones públicas. Al tomar en cuenta y utilizar la experiencia y conocimiento de la ciudadanía ayuda a las instituciones públicas a abordar problemas complejos sobre políticas y lleva a mejores resultados sobre políticas.