En este capítulo se presentan las competencias y los resultados de los egresados de educación superior en el mercado laboral en México, con base en información proporcionada por la OCDE, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, otras fuentes nacionales de información y las opiniones de los grupos de interés compartidas con el equipo de expertos de la OCDE. Se ha avanzado de manera importante en el aumento del nivel educativo de la juventud mexicana y en la actualidad más de medio millón de egresados de educación superior entran al mercado laboral cada año. Sus resultados en este ámbito son mejores que los de quienes solo cuentan con educación media superior, pero sus condiciones de trabajo no son favorables. Por ejemplo, una gran y cada vez mayor parte de los egresados de educación superior tiene empleos informales para los que están sobrecalificados. Existen grandes diferencias según el género, la edad, el campo de formación académica, el nivel de estudios y la ubicación geográfica.
Educación superior en México
Capítulo 4. Resultados de los egresados de educación superior en el mercado laboral
Abstract
Nota: Los datos estadísticos para Israel son suministrados por y bajo la responsabilidad de las autoridades israelíes competentes. El uso de estos datos por la OCDE es sin perjuicio del estatuto de los Altos del Golán, Jerusalén Este y los asentamientos israelíes en Cisjordania bajo los términos del derecho internacional.
Egresados de educación superior en el mercado laboral
Resultados en competencias
Los bajos niveles de competencias de la fuerza laboral y la ineficacia para utilizarlas entorpecen las medidas emprendidas por México para incrementar la productividad y la competitividad (OECD, 2017[1]). México tiene la proporción más baja de población en edad de trabajar (25-64 años) con un título de educación superior entre los países miembros de la OCDE: 17.4%, muy por debajo del promedio de la Organización de 36.9% (OECD, 2018[2]). En los últimos 10 años se ha avanzado mucho en aumentar la tasa de terminación de la educación superior. Por lo tanto, el porcentaje de jóvenes adultos (25-34 años) que culminaron la educación superior subió de 16.3% registrado en 2010, a 22.6% en 2017 (OECD, 2018[2]). Actualmente, más de medio millón de egresados de educación superior entran al mercado laboral cada año (SEP, 2017[3]).
Hoy día, 92% de los estudiantes de educación superior egresan de los programas de licenciatura (CINE 6), 3% de técnico superior universitario y profesional asociado (CINE 5) y 5% de programas de posgrado (CINE 7-8). En promedio, los alumnos completan una licenciatura antes de los 25 años de edad; esta cifra es menor que la de la mayoría de los países de la OCDE, donde el número de quienes se gradúan por primera vez es mayor. Solo en Bélgica, el Reino Unido, Nueva Zelanda, la República Eslovaca, Lituania e Italia hay estudiantes de licenciatura que egresan más jóvenes (OECD, 2018[2]).
No hay información integral disponible para evaluar las competencias de los adultos en México, aunque el país se unió recientemente al Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés). En 2019 estarán disponibles los primeros resultados del desempeño comparado de los adultos mexicanos en competencias cognitivas, comprensión lectora, capacidad de cálculo y capacidad para resolver problemas en contextos altamente tecnologizados.
Tampoco existe información representativa sobre las competencias de los egresados de educación superior. Los Exámenes Generales para el Egreso de Licenciatura (EGEL), que consisten en 39 pruebas sobre programas de estudio específicos, desarrolladas por expertos nacionales para evaluar la aplicación de competencias específicas de una disciplina en el ámbito laboral al final de los programas de licenciatura, sugieren brechas en términos de competencias. Más de la mitad de los 1.38 millones de estudiantes que presentaron la prueba entre 2005 y 2016 no obtuvieron la calificación mínima para aprobarla y solo 8% logró un resultado sobresaliente.1 Existen diferencias: en el periodo 2013-2016/2017, los programas de licenciatura con mejor desempeño fueron ingeniería industrial, comercio internacional, ciencias de la comunicación e informática. Por otra parte, los programas con la mayor tasa de reprobados fueron arquitectura, ingeniería química, ingeniería en computación y relaciones internacionales. La información de los EGEL debe interpretarse con prudencia por varias razones. Por ejemplo, la composición de la muestra varía año con año por tipo de programas y no hay información pública sobre las instituciones y los programas que requieren este examen ni acerca de si se trata o no de un requisito para graduarse.
Los empleadores sostienen que los egresados de educación superior carecen de las competencias que ellos requieren, tanto en lo que se refiere a conocimientos específicos de una disciplina, como a competencias transversales (OECD, 2017[1]). Una encuesta de 2014, realizada por el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) detectó que carecían de las competencias relativas a la comunicación escrita en español y a la comunicación oral en español e inglés. Además de que tienen habilidades limitadas de síntesis de información y pensamiento lógico, y no muestran sentido de responsabilidad o proactividad (CIDAC, 2014[4]).
Los resultados de los egresados de educación superior en el mercado laboral
Comparación entre egresados de educación superior y egresados de educación media superior
Al igual que en la mayoría de los países miembros de la OCDE, en México un título de educación superior genera mejores resultados en el mercado laboral que los niveles de educación más bajos. La tasa de empleo de trabajadores jóvenes con educación superior fue 10 puntos porcentuales mayor que la de aquellos con media superior (80.7% frente a 70.5%) (Gráfica 4.1). Comparadas en el nivel internacional, las tasas de empleo para egresados de educación media superior y superior en México están por debajo de los promedios de la OCDE de 77.1% y 84.1%, respectivamente, pero dicha tasa en trabajadores de nivel educativo menor a las citadas fue de 65.6%, por arriba del promedio de la OCDE de 59.3% (OECD, 2018[2]).
En 2017, la tasa de inactividad de trabajadores jóvenes con título de educación superior en México fue de 14.5%, casi 12 puntos porcentuales menor que la de los de media superior (26.1%). Sin embargo, el desempleo es mayor para los egresados de educación superior (5.7%) que para los trabajadores con educación media superior solamente (4.4%) en el mismo grupo de edad (OECD, 2018[2]).
Los trabajadores jóvenes con educación superior por lo general disfrutan de mejores condiciones laborales que aquellos con solo media superior. En 2017, tener un contrato escrito era más común entre los trabajadores jóvenes con educación superior que entre quienes solo contaban con media superior (81.1% frente a 62.9%) así como tener las prestaciones salariales anuales obligatorias (82.6% frente a 71%), vacaciones pagadas (78.2% frente a 62.7%) y acceso al servicio de salud (66% frente a 51.1%); fue menos común para ellos trabajar fuera de su horario normal (7.9% frente a 15.1%) o por turnos (2.9% frente a 7.2%) (INEGI-ENOE, 2017[5]). Los jóvenes egresados de educación superior usan diferentes canales para buscar empleo que los de media superior (Recuadro 4.1).
Los trabajadores jóvenes con educación superior parecen estar más expuestos al riesgo de perder su empleo debido a la falta de experiencia que los empleados con educación media superior. En 2017, 12% de los egresados de educación superior desempleados perdieron su trabajo anterior porque carecían de experiencia, en comparación con solo 5.4% de los de media superior. Para ambos grupos, la falta de experiencia como motivo de desempleo ha aumentado desde 2010 (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Recuadro 4.1. Prácticas de búsqueda de empleo de los jóvenes egresados de educación superior
En 2017, 56.8% de los jóvenes egresados entraron en contacto directo con empleadores y 10.4% estableció contacto a través de sus redes personales. Aunque el porcentaje de egresados que buscan empleo a través de contactos propios ha disminuido desde 2010, es aún la vía más eficaz para que consigan colocarse: 46.6% y 18.9% del total, respectivamente, encontró empleo por medio de contactos. Estos canales son aún más comunes entre los egresados de educación media superior: alrededor de 55% busca y encuentra trabajo de esta forma.
En 2017, 43.2% de los jóvenes egresados de educación superior buscó empleo en línea, lo que representa la mencionada tendencia en aumento desde 2010 (33.4%). Sin embargo, solo 11% reportó haber encontrado su empleo actual por un anuncio en línea. Este canal es aún menos frecuente entre jóvenes egresados de educación media superior; solo 3.5% consiguió empleo en línea.
Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 1er semestre de 2017 (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Resultados promedio de jóvenes egresados de educación superior en el mercado laboral
Los resultados del mercado laboral para estos jóvenes (25-34 años de edad) en México son más deficientes que el promedio de la OCDE (Gráfica 4.2). En 2017, la tasa de empleo de este grupo fue de 80.7%, por debajo de la media de la Organización, de 84.1%. La tasa de inactividad de los jóvenes egresados de educación superior fue de 14.5%, por arriba del promedio de la OCDE de 10.7%, lo cual sugiere que en México hay mayores problemas para ingresar al mercado laboral para jóvenes egresados que en otros países miembros de la Organización (OECD, 2018[2]). El desempleo fue de 5.7%, cifra casi similar a la media de la OCDE, de 5.8%, pero como no hay beneficios de desempleo y son muy pocas las políticas del mercado laboral activo en México, no es común que se registre el desempleo.
Los resultados de empleo para jóvenes egresados de educación superior han mejorado desde 2010. La tasa aumentó ligeramente de 79.9% a 80.7% en 2017 y la inactividad disminuyó de 17.2% a 14.5% (OECD, 2018[2]). Sin embargo, las condiciones de trabajo para esos jóvenes han empeorado. La proporción de ellos que están empleados de manera informal (es decir, sin seguridad social o cobertura de pensión) se elevó de 25.8% en 2010 a 26.2% en 2017. Durante el mismo periodo, la sobrecalificación, es decir, el empleo en ocupaciones que no requieren un nivel de educación superior, aumentó de 44.3% a 45.7 (INEGI-ENOE, 2017[5]).2 En 2017, uno de cada tres (33.2%) de los jóvenes egresados con empleo formal no tenía acceso a atención de salud, 21.8% no tenía vacaciones anuales remuneradas y 17.2% trabajaba sin un contrato escrito (INEGI-ENOE, 2017[5]).
En 2017, los siguientes cuatro sectores emplearon a más de 75% de los egresados de educación superior: servicios sociales y de otros tipos (30.9%); servicios profesionales, financieros y corporativos (17.7%); comercio (14.7%) y manufactura (12.6%). La gran mayoría trabajó como empleados remunerados (84%), 10.2% fueron autoempleados, 3.6% fueron empleadores y 2.2% trabajaron sin paga (INEGI-ENOE, 2017[5]) (Gráfica 4.3, Panel A).
En 2017, más de la mitad de los jóvenes egresados trabajaban para empresas pequeñas con menos de 50 empleados (31%) o para microempresas con menos de 10 trabajadores (24%); alrededor de uno de cada cinco laboraba en firmas medianas (19%), y cerca de uno de cada seis, en compañías grandes con más de 250 empleados (16%). El gobierno empleó al porcentaje más bajo (9%) (INEGI-ENOE, 2017[5]) (Gráfica 4.3, Panel B). Entre 2013 y 2017, el empleo en gobierno disminuyó dos puntos porcentuales y en empresas grandes un punto porcentual; por su parte, el empleo en compañías medianas aumentó (tres puntos porcentuales), al igual que en las microempresas (dos puntos porcentuales) (INEGI-ENOE, 2017[5]). Cerca de 95% de todas las empresas de México tienen menos de 50 empleados.
La movilidad geográfica de empleos para jóvenes egresados de educación superior es baja. En 2017, solo 5.0% de ellos se mudaron a otra zona por cuestiones de trabajo. La elevada proporción de informalidad y sobrecalificación, junto con la gran dependencia de los contactos personales para encontrar empleo, son probables obstáculos para una mayor movilidad geográfica. Hay variaciones entre los 32 estados: en Baja California Sur (al norte del país) se encuentra la mayor proporción de jóvenes egresados que se han mudado a este estado o han cambiado de residencia dentro de este debido a su trabajo (19.0%), mientras que Tlaxcala (centro de México) tiene el menor porcentaje de movilidad (0.2%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Los ingresos relativos de los trabajadores con educación superior en México son los segundos más altos entre los países de la OCDE, después de Chile, y similares a los de otros países de América Latina, como Brasil, Colombia y Costa Rica. Estos trabajadores pueden esperar ganar 78% más que aquellos con solo educación media superior (Cuadro 4.1). Para este grupo de edad, la prima salarial ha aumentado gradualmente de 64% en 2014 (OECD, 2018[2]). Los ingresos varían mucho según el campo de formación académica. Los ingenieros están entre los mejor pagados, con salarios mensuales desde 17 000 pesos mexicanos (aproximadamente USD 900) en minería y extracción, hasta alrededor de 14 000 pesos (aproximadamente USD 740) en construcción e ingeniería civil. Para los egresados de carreras relacionadas con la educación, las opciones salariales se encuentran entre las más bajas; oscilan entre 10 000 pesos mexicanos (aproximadamente USD 530) hasta 8 100 pesos mexicanos (alrededor de USD 430) al mes (STPS, 2018[6]).
Cuadro 4.1. Resultados de empleo de jóvenes egresados de educación superior (25-34 años de edad) en México por nivel de estudios y género, 2017 o información más reciente disponible
|
Género |
Porcentaje de la población (25-34 años de edad) (%) |
Porcentaje de egresados por primera vez (2016) (%) |
Tasa de empleo (%) |
Tasa de desempleo (%) |
Tasa de inactividad (%) |
Empleo informal (%) |
Tasa de sobrecualificación (%) |
Ingresos relativos educación media superior =100) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Toda la educación superior |
Total |
22.6 |
100 |
80.7 |
5.7 |
14.5 |
26.6 |
45.7 |
182 |
Mujeres |
22.5 |
53.1 |
74.2 |
5.7 |
21.3 |
27.1 |
42.1 |
173 |
|
Hombres |
22.6 |
46.9 |
87.9 |
5.6 |
6.9 |
26.2 |
48.9 |
194 |
|
Programa de técnico superior universitario y profesional asociado (CINE 5) |
Total |
0.6 |
8.1 |
73.9 |
4.3 |
22.7 |
38.1 |
70.4 |
119 |
Mujeres |
0.6 |
6.4 |
59.2 |
3.7 |
38.6 |
39.0 |
73.8 |
108 |
|
Hombres |
0.6 |
10.1 |
92.5 |
4.8 |
2.9 |
37.3 |
67.4 |
128 |
|
Programa de licenciatura (CINE 6) |
Total |
20.7 |
91.9 |
80.6 |
5.8 |
14.5 |
27.2 |
46.8 |
180 |
Mujeres |
20.6 |
93.6 |
74.3 |
5.8 |
21.2 |
27.6 |
42.5 |
173 |
|
Hombres |
20.8 |
89.9 |
87.6 |
5.8 |
7.0 |
26.8 |
50.7 |
196 |
|
Maestría, doctorado o equivalente (CINE 7-8) |
Total |
1.2 |
(z) |
85.2 |
4.4 |
10.9 |
14.3 |
19.4 |
310 |
Mujeres |
1.3 |
(z) |
81.4 |
5.2 |
14.2 |
14.6 |
24.4 |
(c) |
|
Hombres |
1.2 |
(z) |
89.9 |
3.4 |
7.0 |
14.0 |
23.6 |
343 |
Notas: (1) El empleo informal se define como empleo sin seguridad social ni cobertura de pensión. Los datos sobre empleo informal se tomaron de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
(2) Los datos relativos a la sobrecalificación también provienen de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que utiliza análisis de empleo para clasificar el empleo en ocupaciones que no requieren cualificaciones de educación superior como sobrecalificación. De acuerdo con esta clasificación, las ocupaciones que no requieren cualificaciones de educación superior son trabajadores de oficina, trabajadores industriales, artesanos y asistentes, comerciantes, operadores de transporte, trabajadores en servicios personales, trabajadores en servicios de protección y vigilancia y trabajadores agrícolas.
(3) (c) Datos por debajo del límite de publicación; (z) no aplicable.
(4) Se indican los ingresos relativos para empleados de tiempo completo durante el año entero.
Fuente: OECD (2018), Education at a Glance, y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 1er semestre de 2017 para los datos sobre la tasa de inactividad, empleo informal y sobrecalificación.
La calidad de los ingresos en México es la más baja entre los países de la OCDE (Gráfica 4.4, Panel A). La calidad de los ingresos se mide en razón de cómo contribuyen al bienestar de los trabajadores en términos de ingresos promedio y su distribución entre la fuerza laboral. Las diferencias en la calidad de los ingresos son determinadas principalmente por las brechas en los ingresos promedio, los cuales son la referencia clave para evaluar si tener un empleo asegura buenas condiciones de vida. México ocupa el último lugar, pues los ingresos tienen la aportación más baja al bienestar del trabajador. Los ingresos promedio son más altos para los trabajadores adultos (25-64 años) con educación superior, pero su participación en la fuerza laboral es baja (17.4%). Los trabajadores con educación por debajo de la media superior representan 62.3% y los trabajadores con educación media superior, 20.2% de la fuerza laboral.
La calidad del entorno laboral para trabajadores altamente calificados es baja en México (Gráfica 4.4, Panel B), y ocupa los últimos lugares entre los países de la OCDE en términos de tensión laboral, la cual surge cuando las grandes exigencias para el empleado, como presión de tiempo o condiciones de trabajo insalubres, se combinan con pocos recursos disponibles para afrontarlas, como falta de autonomía laboral o de formación. En México, al igual que en el resto de los países de la OCDE, la tensión laboral es mayor para los trabajadores con cualificaciones medias que para quienes tienen cualificaciones bajas, y los egresados de educación superior tienen la menor prevalencia de tensión laboral. Sin embargo, los trabajadores altamente calificados en México tienen 16% de esta tensión, cifra por arriba del promedio de la OCDE (12.4%), y menor solo que en España, Turquía, Hungría, Japón y Grecia (OECD, 2018[2]).
Resultados en el mercado laboral de los egresados de educación superior jóvenes en comparación con egresados mayores
Al igual que ocurre con el promedio de la OCDE, los egresados jóvenes (25-34 años) de México no obtienen de inmediato los mismos resultados en el mercado laboral por contar con un título de educación superior que los egresados mayores (35-44 años). Los egresados jóvenes en México tienen una tasa de inactividad (14.5%) más alta que la de los mayores (12.0%), una tasa mayor de desempleo (5.7% frente a 3.0%) y una tasa de empleo menor (80.7% frente a 85.4%) que los egresados de más edad (OECD, 2018[2]).
Al comenzar su carrera profesional, los jóvenes egresados tienden más a trabajar de manera informal. Este es el caso particular de los de programas de salud y bienestar, área en que el empleo informal entre egresados jóvenes durante el periodo 2013-2017 fue 15 puntos porcentuales más alto que para la cohorte mayor; después se ubicaron los egresados de programas de educación (21.8% para jóvenes egresados frente a 10.4% para el grupo mayor) y de ciencias naturales, matemáticas y estadística (28.8% frente a 19.2%, respectivamente) (INEGI-ENOE, 2017[5]) (Gráfica 4.5).
En todos los niveles de educación superior, la prevalencia de empleo informal en 2017 fue mayor para los grupos de trabajadores más jóvenes (26.5%) que para los mayores (19.4%) (INEGI-ENOE, 2017[5]). La mayor diferencia es para los egresados de técnico superior universitario y profesional asociado: 38.1% del grupo de jóvenes se empleó de manera informal, comparado con 27.9% de la fracción de egresados mayores. Para trabajadores con licenciatura, el empleo informal fue de 27.2% en el grupo joven y 21.6% en el mayor. La brecha más pequeña la tienen los trabajadores con posgrado (14.3% frente a 8.8%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
A menudo los empleadores optan por adjudicar los trabajos que requieren cualificaciones de educación superior a egresados mayores que a los jóvenes. Esto es muy notorio en empresas medianas y pequeñas. En las medianas, 47.4% de los egresados jóvenes trabajaron en 2017 en empleos para los que estaban sobrecalificados, en comparación con 39.4% de egresados mayores. En las pequeñas firmas, que en general parecen ofrecer un mejor ajuste con las competencias de los egresados de educación superior, el porcentaje de empleados sobrecalificados fue de 32.1% en el grupo joven y 24.3% en el de los mayores. La diferencia más pequeña se ubica en los empleos en gobierno (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Resultados en el mercado laboral por nivel de estudios
Al igual que en muchos países de la OCDE, los resultados de los egresados de educación superior en el mercado laboral en México mejoran con los crecientes niveles de terminación de esos estudios (Gráfica 4.6) (Cuadro 4.1). En México, los egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado (CINE 5) tienen la tasa de empleo más baja entre los egresados de educación superior (73.9%), por debajo del promedio de la OCDE (83.3%). Las tasas de empleo para egresados de licenciatura (CINE 6) (80.6%) y egresados de maestría (CINE 7) (85.2%) son semejantes a la media del organismo, de 82.3% y 86.7%, respectivamente (OECD, 2018[2]).
Entre los trabajadores jóvenes egresados de educación superior en México, aquellos que terminaron un programa de técnico superior universitario y profesional asociado tienen la tasa más alta de inactividad; como se aprecia en la Gráfica 4.6, en 2017, fue de 24.4%, cifra mayor que la de quienes tienen licenciatura (16.7%) y posgrado (CINE 7-8) (14.7%). Para los tres niveles de educación superior, la inactividad ha aumentado a lo largo del tiempo y el mayor incremento corresponde a los programas de técnico superior universitario y profesional asociado (de 20.8% en 2013 a 24.4% en 2017) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
La sobrecalificación es un tema clave para los jóvenes egresados de educación superior en México. En 2017, 46% se dedicaba a ocupaciones que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), no requieren educación superior, como trabajadores de oficina, trabajadores industriales, artesanos y asistentes, comerciantes, operadores de transporte, trabajadores en servicios personales, trabajadores en protección y vigilancia y trabajadores agrícolas. El empleo disminuyó 3% en el periodo de 2010 a 2017 en ocupaciones que requieren una cualificación de educación superior (por ejemplo, profesionistas, técnicos, trabajadores del arte, funcionarios públicos, directores y jefes y trabajadores de la educación). Los egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado tienen la tasa más alta de sobrecalificación (70.4%), en contraste con 46.8% y 19.4% de quienes tienen licenciatura y posgrado, respectivamente (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Los trabajadores jóvenes con título de técnico superior universitario y profesional asociado también tienen una tasa más alta de empleo informal. En 2017, 38.1% de estos técnicos y profesionales asociados obtuvo empleos sin seguridad social ni cobertura de pensiones, en comparación con 27.2% de jóvenes trabajadores con licenciatura y 14.3% de egresados con posgrado (INEGI-ENOE, 2017[5]).
En México, la prima salarial para los jóvenes egresados de educación superior (Gráfica 4.7) también aumenta con niveles avanzados de educación superior. Los jóvenes trabajadores de programas de técnico superior universitario y profesional asociado pueden esperar recibir un salario 19% más alto que los egresados de educación media superior. Los titulados de licenciatura pueden esperar un aumento salarial de 80% y quienes tienen posgrado pueden esperar ganar el triple de lo que gana un trabajador joven con educación media superior (lo que representa un aumento de 210%) (OECD, 2018[2]).
Resultados en el mercado laboral por campo de formación académica
Los dos campos de formación académica más grandes en México son derecho y administración de empresas, que tienen un porcentaje de 35.1% de los jóvenes egresados, muy superior al promedio de la OCDE (22.8%), e ingeniería, manufactura y construcción (16.6%), cifra ligeramente arriba del promedio de la OCDE (15.8%) (Cuadro 4.2). Los programas de educación también son relativamente comunes en México, como los de salud y servicios sociales, y tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Los campos de formación académica menos populares son artes y humanidades, y ciencias naturales, matemáticas y estadística. El campo de formación académica con el menor porcentaje de egresados es el de servicios, con solo 0.75 de estos (OECD, 2018[2]).
Los resultados en el mercado laboral varían por campo de formación académica en México y son, con excepción de educación, artes y humanidades, menos favorables que el promedio de la OCDE (Gráfica 4.8) (Cuadro 4.2). En 2017, esos campos con tasas de empleo por arriba del promedio nacional fueron educación (82.9), TIC (82.0%) e ingeniería, manufactura y construcción (80.9%). Las tasas de empleo más bajas fueron en servicios (72.6%) y ciencias naturales, matemáticas y estadística (72.6%) (OECD, 2018[2]).
Entre 2013 y 2017, el empleo aumentó de 66.4% a 73.0% para los egresados de programas de ciencias naturales, matemáticas y estadística; de 73.4% a 77.6% para los de artes y humanidades, y de 72.3% a 74.8% para los de ciencias sociales y periodismo. Los egresados de TIC tuvieron una cifra de empleo estable, pero en todos los demás campos de formación académica el empleo disminuyó en el mismo periodo (INEGI-ENOE, 2017[5]).
En 2017, las tasas de inactividad fueron particularmente altas en servicios (32.8%) y ciencias naturales, matemáticas y estadística (23.2%), mientras que los egresados de programas de ingeniería tuvieron la más baja (12.4%). Las tasas de desempleo también variaron por campo de formación académica: los graduados de programas de ingeniería, manufactura y construcción tuvieron la prevalencia más alta (7.6%) y los egresados de agricultura, silvicultura, pesca y veterinaria, la más baja (2.1%) (INEGI-ENOE, 2017[5]) (Cuadro 4.2) (Gráfica 4.9).
En 2017, el empleo informal fue mayor entre los egresados de programas de agricultura, silvicultura, pesca y veterinaria (45.0%) y artes y humanidades (41.9%), y menor para egresados de programas de ingeniería, manufactura y construcción (22.0%), educación (23.4%) y TIC (23.5%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
La sobrecalificación varía entre un campo de formación académica y otro (Cuadro 4.2). La prevalencia más baja de sobrecalificación se aprecia entre egresados de salud y servicios sociales (19.5%), quienes representan menos de 10% de los jóvenes egresados de educación superior. En los dos campos de formación académica más grandes, la sobrecalificación está presente para uno de cada dos egresados: tienen un porcentaje más alto los egresados de programas de administración de empresas y derecho, cuyo 56.1% se desempeñó en ocupaciones que no requerían un título de educación superior. El resultado es similar para los egresados de ingeniería, manufactura y construcción, 53.5% de los cuales están sobrecalificados (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Cuadro 4.2. Resultados de empleo de jóvenes egresados de educación superior (25-34 años) en México por campo de formación académica, 2017 o información más reciente disponible
Campo de formación académica |
Porcentaje de la población con educación terciaria (24-65 años) (%) |
Porcentaje de jóvenes egresados (CINE 5-8) (%), 2016 |
Tasa de empleo (%) |
Tasa de inactividad (%) |
Empleo informal (%) |
Tasa de sobrecalificación (%) |
---|---|---|---|---|---|---|
Educación |
12 |
14 |
82.9 |
16.0 |
23.4 |
23.6 |
Artes y humanidades |
5 |
4 |
79.2 |
16.1 |
41.9 |
35.4 |
Ciencias sociales, periodismo e información |
10 |
9 |
74.0 |
18.7 |
28.9 |
48.7 |
Administración de empresas y derecho |
35 |
35 |
80.7 |
16.8 |
25.0 |
56.1 |
Ciencias naturales, matemáticas y estadística |
2 |
3 |
72.6 |
23.0 |
35.1 |
39.8 |
Tecnologías de la Información y la Comunicación |
8 |
2 |
82.0 |
15.1 |
23.5 |
44.6 |
Ingeniería, manufactura y construcción |
17 |
21 |
80.9 |
12.4 |
22.0 |
53.5 |
Agricultura, silvicultura, pesca y veterinaria |
2 |
2 |
80.0 |
22.3 |
45.0 |
50.1 |
Salud y servicios sociales |
9 |
10 |
79.0 |
20.4 |
33.6 |
19.5 |
Servicios |
1 |
1 |
72.6 |
32.8 |
26.0 |
66.4 |
Nota: El empleo informal se define como empleo sin seguridad social ni cobertura de pensión. Los datos sobre empleo informal se tomaron de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. Los datos relativos a la sobrecalificación también provienen de la misma, la cual utiliza análisis de empleo para clasificarlo en ocupaciones que no requieren cualificaciones de educación superior como sobrecalificación. De acuerdo con esta clasificación, las ocupaciones que no requieren cualificaciones de educación superior son trabajadores de oficina, industriales, artesanos y asistentes, comerciantes, operadores de transporte, trabajadores en servicios personales, en servicios de protección y vigilancia y los agrícolas.
Fuente: OECD (2018) Education at a Glance, y Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 1er semestre de 2017 para la información sobre la tasa de inactividad, empleo informal y sobrecalificación (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Los jóvenes egresados de educación superior son cada vez más emprendedores. Entre 2010 y 2017, el porcentaje ellos que eran autoempleados o administraban un negocio que daba trabajo a otros aumentó de 12.7% a 13.8%. La mayor parte de este crecimiento se debió al incremento de autoempleo de 9% en 2010 a 10.2% en 2017, mientras que el porcentaje de personas que administraban un negocio que empleaba a otros se ubicó en alrededor de 3% (INEGI-ENOE, 2017[5]). Los campos de formación académica con las tasas más altas de autoempleo fueron artes y humanidades (20.6%), agricultura (18.6%) e ingeniería (13.5%). Asimismo, administrar un negocio que emplea a otros resultó más común entre los egresados de programas de agricultura (6.7%), artes y humanidades (4.1%) e ingeniería (5.6%) (INEGI-ENOE, 2017[5]) (Gráfica 4.10).
Resultados en el mercado laboral por género
Las mujeres representan 53.1% de los egresados primerizos de licenciatura en México, un porcentaje que se ha mantenido estable desde 2005 (OECD, 2018[2]). Si bien aún es menor que el promedio de la OCDE (57.3%), el hecho de que las mujeres representen más de la mitad de los egresados primerizos de México confirma los grandes avances logrados rumbo a la igualdad de género en el acceso a la educación. Las mujeres superan en número a los hombres en todos los niveles de educación superior, con excepción de los programas de técnicos superior universitario y profesional asociado (58.4% de hombres frente a 41.6% de mujeres), que se ofrecen sobre todo en áreas técnicas (OECD, 2018[2]).
Las mujeres obtienen mayores beneficios al completar su educación superior. En 2017, la tasa de empleo de mujeres jóvenes (25-34 años) con título de educación superior era de 72.2%, muy por arriba de la de aquellas con solo media superior (54.3%). En comparación, la tasa promedio de empleo en los países de la OCDE de mujeres jóvenes con un título de educación superior fue de 80.6%, y 68.3% de mujeres jóvenes con media superior. Las mujeres jóvenes mexicanas que han completado la educación superior pueden esperar una prima salarial de 73%, en comparación con la de aquellas que solo terminaron la media superior, muy por arriba del promedio de los países de la OCDE de 41% (OECD, 2018[2]).
Sin embargo, aún existe gran desigualdad de género en la participación en la fuerza laboral (OECD, 2017[8]). Después de completar la educación superior, los hombres jóvenes (25-34 años) tienen mayores tasas de empleo, mayores ingresos relativos y menores tasas de inactividad que las mujeres del mismo grupo de edad (Gráfica 4.11) (Cuadro 4.1). No obstante, en el caso de las mujeres jóvenes, la inactividad disminuye con el incremento de niveles académicos más elevados, en tanto que en los hombres jóvenes aumenta. En 2017, la inactividad de las mujeres jóvenes que habían completado un programa de técnico superior universitario y profesional asociado (40.6%) fue bastante más alta que la de aquellas con licenciatura (23.9%) o posgrado (20.2%). En contraste, los hombres jóvenes egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado tenían una menor tasa de inactividad (1.7%) que aquellos con licenciatura (8.9%) o posgrado (9.6%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
La sobrecalificación es más común entre los hombres jóvenes (48.9%) que entre las mujeres jóvenes (42.1%) (INEGI-ENOE, 2017[5]). Sin embargo, para niveles avanzados de educación superior, ese porcentaje disminuye en distinto grado para hombres y mujeres. La sobrecalificación de los egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado es más común en mujeres (73.8%) que en hombres (67.94%). Entre los egresados de licenciatura, la sobrecalificación fue más común entre hombres (50.7%) que entre mujeres (42.5%), pero en los niveles de maestría y doctorado, más mujeres estaban sobrecualificadas para su empleo que hombres (24.4% frente a 15.2%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Las diferencias de género también dependen del tipo de empleador, en particular en empresas pequeñas y grandes. En 2017, las primeras emplearon a más mujeres jóvenes egresadas de educación superior que a sus pares varones (36.0% frente a 26.7%), en tanto que las compañías grandes emplearon a más jóvenes varones que a mujeres con educación superior (17.8% frente a 14.0%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
En 2017, el empleo remunerado fue más común en jóvenes mujeres tituladas (86.8%) que en jóvenes varones titulados (81.6%). Sin embargo, el trabajo no remunerado fue ligeramente más común en mujeres (2.5%) que en hombres (2.0%). Más varones que mujeres se autoemplearon (11.3% frente a 8.9%) o emplearon a otros (5.1% frente a 1.8%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Resultados en el mercado laboral por estado
Los resultados de los egresados de educación superior en el mercado laboral varían mucho entre los 32 estados de México, con discrepancias particulares en las tasas de inactividad (Gráfica 4.12). En 2017, los egresados con la mayor inactividad en el mercado laboral se ubicaban en tres estados del centro del país: Morelos (25.4%), Hidalgo (22.7%) y Querétaro (21.7%). Los egresados con la inactividad más baja en el mercado laboral se ubicaban en Quintana Roo (10.9%), Colima (9.6%) y Coahuila (9.6%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
En 2017, las tasas de empleo de jóvenes egresados estaban por encima del promedio nacional, de 80.7% en 13 de los 32 estados. Colima, al oeste del país, tenía la más alta, con 87.2%. Las más bajas fueron en el estado de Tabasco, al sur del país (65.7%), y en los estados de Hidalgo (70.4%), Morelos (70.7%) y Veracruz (72.2%), en el centro.
Existen variaciones entre los estados en las tasas de empleo informal y sobrecalificación (Gráfica 4.13) (INEGI-ENOE, 2017[5]). En 2017, los egresados de los estados del norte como Baja California Norte, Baja California Sur, Coahuila y Nuevo León, tuvieron tasas de empleo más altas y una prevalencia más baja de empleo informal que sus pares en otros lugares del país. Los de los estados de Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y Morelos, en el centro del país, y los estados de Chiapas, Guerrero, Tabasco y Oaxaca, en el sur, tuvieron los niveles más bajos de empleo formal y los más altos de empleo informal. En la mayoría de los estados, más de la mitad de los jóvenes egresados de educación superior empleados tenían ocupaciones para las que no se requiere una calificación de educación superior. La sobrecalificación fue mayor en los estados de Campeche (57.0%) y Tabasco (56.1%), al sur del país, y menor en Querétaro (35.4%), la Ciudad de México (36.2%), Nuevo León (39.5%) y Zacatecas (39.6%).
A pesar de las grandes diferencias en los resultados del mercado laboral por estado, la movilidad geográfica de los egresados de educación superior es baja. En 2017, 5% de los jóvenes egresados de este nivel educativo tuvieron que mudarse dentro de su estado o a otro debido a su trabajo. Esta movilidad fue más alta hacia o en los estados con mayor dinamismo industrial, como Baja California Sur (19.0%). Algunos campos de formación académica muestran mayor movilidad que otros, sobre todo de la educación (6.3%), la salud (5.4%) y las artes y humanidades (4.7%) (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Armonización entre las competencias y las necesidades del mercado laboral
Si bien tener una fuerza laboral joven numerosa es una importante fortaleza para el mercado laboral mexicano, el país aún carece de talento especializado, a pesar de las mejoras recientes. Menos de un cuarto de la población joven (25-34 años) tiene títulos de educación superior, de los cuales 17% son egresados de programas de ingeniería y 8% de TIC. La base de datos Skills for Jobs de la OCDE detecta que hay escasez de profesionales en ciencias e ingeniería y profesionales asociados en TIC; es decir, la demanda de estos trabajadores excede la oferta. El bajo interés por matricularse en estos programas de estudio es un obstáculo para la especialización del país en industrias de alta tecnología (OECD, 2017[9]). Por otro lado, hay excedente de gerentes, profesionales de negocios y administradores y de la mayoría de profesionales asociados (OECD, 2017[9]); sin embargo, como se mencionó, poco más de 35% de los jóvenes egresados provienen de programas de derecho y administración de empresas.
Uso ineficiente de competencias y baja capacidad del mercado laboral para absorber a los egresados
Encontrar un buen empleo puede ser más difícil para los mexicanos egresados de educación superior que para sus pares en otros países de la OCDE. Los jóvenes trabajadores con título de educación superior en México enfrentan dos grandes problemas que indican un uso ineficiente de competencias en el mercado laboral: informalidad y sobrecalificación. A pesar de que la prevalencia del empleo informal es menor entre los jóvenes egresados de educación superior (26.7%) que entre los trabajadores del mismo grupo de edad que completaron solamente la educación media superior (45.8%), más de un cuarto de los trabajadores más calificados en el país no tienen seguridad social o cobertura de pensiones. El empleo informal es particularmente alto en las microempresas (59.1%) y en los servicios sociales y de otros tipos (34.1%), que es el sector que emplea al mayor porcentaje de jóvenes egresados (INEGI-ENOE, 2017[5]).
El gran tamaño de la economía informal también tiene efectos negativos sobre los índices de progresión dentro de la educación superior, ya que la facilidad de encontrar un trabajo con un salario que cubra los costos de la vida brinda una alternativa instantánea a los estudiantes que afrontan dificultades con su rendimiento académico (OECD, 2017[1]), y también atrae a los alumnos con problemas financieros. El sistema actual de educación superior carece de la flexibilidad necesaria para que los estudiantes puedan salir de la educación superior y volver a ella en una etapa posterior de su vida para completar o continuar sus estudios en nivel más avanzado. Esto limita el desarrollo de una fuerza laboral competente.
Al mismo tiempo, casi la mitad (45.7%) de los jóvenes egresados de educación superior están sobrecalificados para su empleo (INEGI-ENOE, 2017[5]). El creciente número de egresados que han aceptado empleos por debajo de sus cualificaciones probablemente ha desplazado a los trabajadores con menos cualificaciones académicas (por ejemplo, los trabajadores con licenciatura tomaron empleos para los que solo se requiere el título de técnico superior universitario o profesional asociado, desplazando a los egresados de este tipo de programas a empleos que no requieren educación superior.
En promedio, 14.5% de los jóvenes egresados de educación superior no participan en el mercado laboral. Esta cifra es mayor que el promedio de la OCDE (10.7%) y coloca a México en una posición de desventaja, ya que las competencias de estos egresados no se utilizan. Aunque las mujeres representan 53.1% de los egresados primerizos, muchas mujeres con título de educación superior no participan en el mercado laboral; su tasa de inactividad es tres veces mayor que la de los hombres egresados (21.3% frente a 6.9%) (OECD, 2018[2]). También es menos probable que las mujeres encuentren empleo que sus pares hombres. La alta inactividad y el escaso empleo de mujeres puede atribuirse en parte a razones culturales, pero también a prácticas corporativas de discriminación contra las mujeres, en especial aquellas que tienen hijos pequeños. En 2016, solo 5.2% de las mexicanas participaban en las juntas directivas de las compañías más grandes que cotizan en la bolsa (en comparación con el promedio de la OCDE, de 20%) (OECD, 2017[10]). Esto muestra que hay una gran ventana de oportunidad para mejorar. Las mujeres altamente calificadas que no participan en toda su capacidad en el mercado laboral representan un gran potencial sin explotar que podría impulsar la economía de México.
A pesar de las reformas recientes, los obstáculos estructurales clave de la economía permanecen, lo que obstaculiza un uso más eficiente de las competencias. El enfoque en los sectores tradicionales y en las empresas pequeñas y medianas (PYMES), junto con la productividad, investigación y desarrollo (I+D) y valor agregado bajos, puede provocar que más jóvenes egresados permanezcan desempleados, ocupados en la economía informal o sobrecalificados para su puesto. Hay señales que indican que el mercado laboral mexicano es incapaz de absorber suficientes egresados en puestos calificados. Los egresados desempleados reportaron que la saturación del mercado laboral, la falta de vacantes en su campo, la feroz competencia y su propia falta de experiencia son las principales razones por las que creían estar desempleados (UVM, 2018[11]). El porcentaje de egresados que son autoempleados ha aumentado (INEGI-ENOE, 2017[5]), y muchos afirman que optaron por convertirse en emprendedores, porque no pudieron encontrar empleo (UVM, 2018[11]).
Discordancia entre la oferta y la demanda de competencias
Más de la mitad (51.7%) de los egresados en México proviene de los dos campos de formación académica más comunes: administración de empresas y leyes e ingeniería y construcción (OECD, 2018[2]). Sus tasas de empleo se ubican por arriba del promedio y los empleadores afirman que estos egresados son contratados para una amplia variedad de ocupaciones. Sin embargo, las altas tasas de sobrecalificación sugieren que no hay suficientes empleos para el nivel de los egresados en estos campos. Los egresados de los campos de ciencias sociales y ciencias naturales enfrentan algunos de los peores resultados del mercado laboral, como las tasas de empleo más bajas, lo cual sugiere que faltan trabajos para ellos. Los egresados de programas de estudios agrícolas tienen una tasa de empleo apenas por debajo del promedio, pero sus elevadas tasas de informalidad y sobrecalificación sugieren que enfrentan la falta de trabajos adecuados con condiciones laborales favorables. El reto más importante para los egresados de programas de artes y humanidades parece ser encontrar empleos formales. Por otra parte, los egresados de TIC y educación tienen los resultados más positivos en el mercado laboral, con el empleo más alto, una de las tasas de informalidad más bajas y sobrecalificación por debajo del promedio.
La mayoría de los egresados de educación superior de México tiene licenciatura (91.9%) (OECD, 2018[2]), pero los empleadores informaron al equipo de expertos de la OCDE que necesitaban más egresados de posgrado (específicamente especialistas en ciertos sectores, por ejemplo, ingenieros en sectores estratégicos), así como más egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado. Siete de los 10 puestos más difíciles de cubrir por los empleadores en México se ofrecen como programas de este nivel educativo (Manpower Group, 2017[12]). Sin embargo, estos programas no son atractivos para los estudiantes o las instituciones de educación superior, ya que se consideran menos prestigiosos y generan resultados en el mercado laboral más deficientes que quienes tienen cualificaciones de mayor nivel. Los egresados de programas de técnico superior universitario tienden a ser desplazados a empleos de cualificaciones medias o bajas por los egresados de programas de licenciatura, quienes a su vez aceptan empleos por debajo de sus niveles de cualificación. En 2017, 70.4% de los egresados de programas de técnico superior universitario tenían ocupaciones para las que no se requería educación superior (INEGI-ENOE, 2017[5]).
Los 32 estados mexicanos muestran grandes diferencias en las tasas de inactividad, empleo, informalidad y sobrecalificación, así como de condiciones laborales (incluidos los salarios) de los egresados de educación superior. Esto representa un escenario fragmentado de 32 mercados laborales regionales dentro del mercado laboral nacional. En general, los egresados de los estados del norte (por ejemplo, Nuevo León, Baja California y Coahuila) obtienen los mejores resultados en el mercado laboral (INEGI-ENOE, 2017[5]). Estos son, por lo general, los estados con economías más fuertes y dinámicas y los más especializados en sectores de alta tecnología y que ofrecen más empleos para los altamente cualificados. La oferta de educación superior en el nivel estatal, incluyendo todas las instituciones y programas, no indispensablemente coincide con las necesidades del mercado laboral regional. Esto provoca una oferta insuficiente de egresados en ciertos campos de formación académica y escasa oferta en otros. Por ejemplo, en el estado de Veracruz egresan al año 2 500 ingenieros, pero no hay industria manufacturera desarrollada en el estado. Esto aunado a la baja movilidad geográfica de los egresados de esa entidad, quienes permanecen en ahí trabajando en campos no relacionados o en ocupaciones de menor nivel.
La movilidad de los egresados para obtener un empleo, o un mejor empleo es baja en general (5%) y solo alrededor de la mitad es de tipo interestatal (INEGI-ENOE, 2017[5]). Durante la revisión de la OCDE los empleadores mencionaron la reticencia de los egresados a mudarse a otras ciudades como un problema para encontrar candidatos adecuados. Esto impide armonizar las competencias con las necesidades del mercado laboral en el nivel nacional y entre las zonas rurales y urbanas, ya que la mayoría de los egresados de educación superior se encuentran en las ciudades (Hays and Oxford Economics, 2018[13]). Sin embargo, la movilidad dentro o hacia los estados con economías dinámicas puede ser dos o tres veces mayor que el promedio (por ejemplo, 19% en Baja California Sur).
Prima salarial y expectativas insatisfechas
En general, los jóvenes egresados de educación superior se benefician de mejores condiciones, incluidos mejores salarios, que quienes solo cuentan con educación media superior. La prima salarial es una de las más altas en los países de la OCDE y se ha mantenido estable los últimos cinco (OECD, 2018[2]). Desde la perspectiva sectorial, los salarios en algunas industrias han crecido mucho más rápido que en otras con respecto al pasado, lo que indica escasez de competencias en sectores específicos (Hays and Oxford Economics, 2018[13]).
A pesar de esta prima, alrededor de la mitad de los egresados que trabajan admiten que esperaban que su salario fuera mayor (UVM, 2018[11]), y quienes egresaron de universidades privadas consideran que su salario es insuficiente para pagar el financiamiento de sus estudios o para que el retorno de su inversión en educación superior valga la pena. Los egresados con empleos para los que no se requieren cualificaciones de educación superior o informales, difícilmente se benefician de la prima salarial por haber terminado este nivel educativo. Más de la mitad de los jóvenes egresados encuentran trabajo a través de contactos personales (INEGI-ENOE, 2017[5]); y es más probable que su salario sea bajo y trabajen en un campo no relacionado con su carrera que los egresados que obtienen empleo mediante una pasantía o servicios de orientación profesional (UVM, 2018[11]). Los egresados explicaron al equipo de expertos de la OCDE que algunas veces tuvieron que rechazar ofertas de trabajo que no cumplían con sus expectativas. Sin embargo, en un sistema sin prestaciones públicas de desempleo, los egresados solo pueden hacer esto si tienen apoyo financiero de su familia o pueden mantenerse a sí mismos mientras esperan una mejor oportunidad laboral.
Para los empleadores, las altas expectativas de salario de los solicitantes son el segundo mayor problema al cubrir vacantes (Manpower Group, 2017[12]). Los empleadores comentaron al equipo de la OCDE que esto sucede en particular cuando contratan a egresados de educación superior, cuyas expectativas de salario poco realistas generan descontento de ambas partes. Las expectativas de salario insatisfechas también pueden afectar al resto de la fuerza laboral mexicana: en 2016, 90% de los trabajadores consideraron cambiar de empleo, y a más de la mitad (53%) les motivaba encontrar un trabajo con mejor salario en otro lado (Hays, 2016[14]).
La elevada prima salarial de los egresados de educación superior representa una inversión importante por parte de los empleadores, en especial las pymes. Otros problemas para emplearlos son el enfoque en el corto plazo debido al ambiente económico incierto y la incapacidad de muchos empleadores de apreciar el valor que los egresados podrían aportar a su empresa.
Falta de conocimientos específicos sobre una disciplina y competencias transversales
En general, 46% de los empleadores mexicanos dijeron que falta talento en su sector y la mayoría (83%) considera que la educación y la capacitación de los solicitantes no son adecuadas para su sector (Hays, 2018[15]). Este punto de vista se confirmó en reuniones con el equipo de expertos de la OCDE, en las que también se escucharon las opiniones de los egresados y del personal académico. Los empleadores sostenían que algunos egresados no saben lo suficiente sobre disciplinas específicas, algo que también se aprecia en los resultados de los exámenes EGEL y que los propios egresados reconocen. Este problema es particularmente importante en ciertas profesiones, como medicina, enfermería, arquitectura e ingeniería, lo que despierta graves dudas sobre la calidad de los programas de educación superior. Los empleadores también identifican la desconexión entre el conocimiento y las competencias desarrolladas en dichos programas y las necesidades del trabajo como un gran problema, y sugieren que ellos deberían participar más en el diseño del plan de estudios y la impartición de los programas. El personal académico reconoció que los currículos no han cambiado lo suficiente como para adaptarse a las necesidades rápidamente cambiantes del mercado laboral.
En un informe reciente de la principal asociación de universidades mexicanas, la ANUIES, se expone que los egresados carecen particularmente de competencias transversales (ANUIES, 2017[16]). La falta de diversas competencias de este tipo, como se identifica en el Recuadro 1 de la Guía para el lector de este informe, limita la capacidad de los egresados de desempeñar un trabajo con éxito, así como su capacidad de adaptarse a otros trabajos. La base de datos Skills for Jobs de la OCDE identifica que, a diferencia de muchos países de la OCDE, México tiene un excedente en varias competencias cognitivas, como las cuantitativas, de solución de problemas complejos y de sistemas (OECD, 2017[9]). Este atípico excedente de competencias sugiere que hay una escasez de demanda de estas competencias en el mercado laboral mexicano y que los empleadores no reconocen su importancia. Prueba de ello es el alto nivel de sobrecalificación que prevalece en México, lo cual es señal de que el mercado laboral no puede absorber a todos los egresados y colocarlos en empleos adecuados.
Los empleadores también informaron al equipo de expertos de la OCDE que las competencias de lenguaje de los egresados son deficientes, en particular las de aquellos que provienen de instituciones de educación superior públicas. Sin embargo, los idiomas, sobre todo el inglés, no están integrados al currículo de la mayoría de los programas de estudio. Los egresados con empleo plantearon inquietudes sobre la calidad de sus estudios; manifestaron que no desarrollaron las competencias que necesitaban en su ocupación actual.
Los egresados que carecen de conocimientos específicos sobre su disciplina y de competencias transversales requieren formación en el lugar de trabajo para mejorar su desempeño. Sin embargo, las empresas mexicanas no tienen una cultura de formación para incrementar o actualizar las competencias de sus empleados, y los incentivos para que lo hagan son limitados. Esta situación obstaculiza aún más el potencial de los egresados de contribuir al crecimiento de la productividad.
Cumplimiento de las necesidades futuras del mercado laboral
Se espera que el número de egresados de educación superior en México crezca, y que la contratación para puestos estratégicos y de especialistas sea más complicada para 2020 (World Economic Forum, 2016[17]). Solo la unión de esfuerzos de grupos interesados pertenecientes a la educación superior, el mercado laboral y la economía puede mejorar la coincidencia actual entre competencias y conocimientos, y, en consecuencia, la aportación de los egresados de educación superior a la productividad y el crecimiento económico.
Si la situación prevaleciente continúa, las perspectivas de los egresados de educación superior y la economía mexicana no son favorables. Si la economía mexicana no aumenta la inversión en I+D, no ofrece incentivos y elimina obstáculos para el crecimiento de las empresas, y no se enfoca en las industrias de tecnología avanzada y en actividades de mayor valor agregado, seguirá siendo un proveedor importante de bienes intermedios y ensamblador del sector manufacturero de Estados Unidos, exportando productos de bajo valor agregado (OECD, 2018[18]). En este escenario, el mercado laboral mexicano no será capaz de absorber el cada vez más alto número de egresados de educación superior, quienes podrían enfrentar mayor inactividad, desempleo, informalidad, sobrecalificación y salarios más bajos. Este nivel educativo no ayudará lo suficiente a impulsar la movilidad socioeconómica de los egresados, y la inversión que atraiga (pública o privada) no será rentable para las personas o para la sociedad en su conjunto.
Al mismo tiempo, si la educación superior no puede garantizar un grado mínimo de calidad en todas las instituciones, los egresados no lograrán un buen desempeño en empleos con nivel de egresado. A menos que los egresados terminen la educación superior con competencias transversales adecuadas, les será difícil sobresalir en un mercado laboral cambiante. El desarrollo de competencias para el emprendimiento mediante la educación superior es importante, pues estas ayudarán a los estudiantes a crear con éxito empresas y empleos y a autoemplearse, así como emplear a otros. Esto podría ayudar a resolver la carencia potencial de capacidad de absorber a los egresados de educación superior en el mercado laboral.
Se han tomado las primeras medidas para mejorar la integración de México en las cadenas globales de valor y hay planes de aumentar la especialización en las industrias de alta tecnología (por ejemplo, la automotriz y la aeroespacial) y la productividad en los grandes sectores tradicionales (por ejemplo, el comercio al por menor y el turismo). El crecimiento previsto de las industrias automotriz, aeroespacial, química y electrónica requerirá más profesionales en el nivel de posgrado, sobre todo ingenieros especializados en estas industrias, así como más egresados de programas de técnico superior universitario y profesional asociado. El sector energético también requerirá más egresados de educación superior de diferentes campos especializados en este sector (SENER, 2015[19]). Se necesitará trabajar más en el fomento y el incremento de la oferta y la demanda en programas de técnico superior universitario y profesional asociado, los cuales hoy solo aportan 8.1% de los egresados de educación superior (OECD, 2018[2]). Si bien México tiene suficientes ingenieros en el nivel licenciatura para cubrir la demanda futura a corto plazo, los egresados requerirán adquirir competencias transversales y para sectores específicos con el fin de mejorar su transición al mercado laboral y su éxito en él (Indra Business Consulting, 2017[20]).
Los egresados de TIC tienen, después de los ingenieros, los segundos salarios más altos (STPS, 2018[6]), y se espera que la necesidad de los primeros, así como de profesionales de otros campos con buenas competencias digitales, aumente (Hays, 2018[15]). Con una proporción de solo 7% de la fuerza laboral con educación terciaria y 2% de los egresados en 2016 (OECD, 2018[2]) de programas de TIC, es cuestionable si México está en una buena posición para sortear con éxito los retos de la automatización y digitalización globales, ya que esto requeriría un aumento en el número de egresados de las áreas de TIC. Sin embargo, el hecho de que más de 40% de los estudiantes de 15 años de edad espera tener empleos profesionales técnicos y relacionados con la ciencia cuando tengan 30 (cifra mucho mayor que el promedio de la OCDE) (OECD, 2017[21]) es promisorio para la especialización futura.
Para avanzar con éxito se requiere una mejor integración de los egresados de educación superior en la economía; esto depende de la capacidad del mercado laboral de ofrecer mayor número de empleos formales para egresados de educación superior con salarios adecuados y buenas condiciones laborales.
Referencias
[16] ANUIES (2017), Visión y Acción 2030. Propuesta de ANUIES para Renovar la Educación Superior en México [Vision and Action 2030. ANUIES Proposal to Renew Higher Education in Mexico], Asociacion Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Mexico City.
[4] CIDAC (2014), Encuesta de Competencias Profesionales [Survey of Professional Competencies], Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), Mexico City, http://cidac.org/esp/uploads/1/encuesta_competencias_profesionales_270214.pdf.
[15] Hays (2018), Guía del Laboral Mexico 2017-2018 [Labor Guide Mexico 2017-2018], Hays, Mexico City, https://www.hays.com.mx/Market-Intelligence/RL-2018/index.htm.
[14] Hays (2016), Reporte Laboral México 2016. Todos los Caminos nos Llevan al Mismo Destino: Talento [Labor Report Mexico 2016. All Roads Lead Us to the Same Destination: Talent], Hays Mexico, Mexico City.
[13] Hays and Oxford Economics (2018), Global Skills Index 2018, Hays and Oxford Economics, Oxford, http://www.hays-index.com/full-index/#Introduction.
[20] Indra Business Consulting (2017), Estudio de Implementación y Seguimiento del Programa de Capital Humano [Study of Implementation and Monitoring of the Human Capital Programme], Indra Business Consulting Mexico, Mexico City.
[5] INEGI-ENOE (2017), Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo [Mexican Labour Force Survey, first trimesters 2010-2017], nstituto Nacional de Estadística y Geografía, Mexico City, http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/enchogares/regulares/enoe/.
[22] INEGI-SINCO (2011), National Classification System of Occupations [Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones, SINCO], Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Mexico City, http://www3.inegi.org.mx/sistemas/clasificaciones/sinco/sinco.aspx (accessed on 15 November 2018).
[12] Manpower Group (2017), Talent Shortage Survey [Encuesta de Escasez de Talento], Manpower Group, https://www.manpowergroup.com.mx/wps/portal/manpowergroup/mx/encuesta-de-escasez-de-talento/principal (accessed on 6 June 2018).
[2] OECD (2018), Education at a Glance 2018: OECD Indicators, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/eag-2018-en.
[18] OECD (2018), Getting it Right: Strategic Priorities for Mexico, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/9789264292062-en.
[7] OECD (2018), Job Quality Database, https://stats.oecd.org/Index.aspx?DataSetCode=JOBQ (accessed on 19 November 2018).
[8] OECD (2017), Building an Inclusive Mexico: Policies and Good Governance for Gender Equality, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/9789264265493-en.
[21] OECD (2017), Education at a Glance 2017: OECD Indicators, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/eag-2017-en.
[9] OECD (2017), Getting Skills Right: Skills for Jobs Indicators, Getting Skills Right, OECD Publishing, Paris, https://dx.doi.org/10.1787/9789264277878-en.
[10] OECD (2017), OECD Economic Surveys: Mexico, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/eco_surveys-mex-2017-en.
[1] OECD (2017), OECD Skills Strategy Diagnostic Report: Mexico 2017, OECD Skills Studies, OECD Publishing, Paris, http://dx.doi.org/10.1787/9789264287679-en.
[19] SENER (2015), Prospectiva de Talento del Sector Energía [Outlook on Talent in the Energy Sector], Secretaría de Energia (Secretariat of Energy), Mexico City, https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/54342/Prospectiva_de_Talento_Volumen_3_27_01_16.compressed.pdf.
[3] SEP (2017), Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos: Principales Cifras 2016-2017 [Educational System of the United Mexican States: Main Figures 2016-2017], Secretaría de Educación Pública (Secretariat of Public Education), Mexico City.
[6] STPS (2018), Observatorio Laboral [Labour Market Observatory], Secretaría del Trabajo y Previsión Social (Secretariat of Labour and Social Welfare), Mexico City, http://www.observatoriolaboral.gob.mx/ (accessed on 7 August 2018).
[11] UVM (2018), Encuesta Nacional de Egresado [National Survey of Graduates], Universidad del Valle de Mexico, Mexico City, http://opinionpublicauvm.mx/egresados2018.
[17] World Economic Forum (2016), The Future of Jobs: Employment, Skills and Workforce Strategy for the Fourth Industrial Revolution, World Economic Forum, Geneva, http://www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs.pdf.
Notas
← 1. Los exámenes EGEL tienen como objetivo medir la aplicación del conocimiento específico sobre una disciplina en un entorno laboral al finalizar los programas de licenciatura. Los exámenes fueron desarrollados por expertos con base en la metodología común del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL). Las instituciones de educación superior pueden decidir si administrarán un examen EGEL en uno o más de sus programas, y si aprobarlo o no será un requisito para la titulación de sus estudiantes. Desde 2018, las instituciones de educación superior tienen un incentivo adicional para aplicar los exámenes EGEL: los programas que cuenten con estudiantes con un rendimiento sobresaliente se incluyen en el registro de “programas de buena calidad” de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
← 2. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) utiliza el análisis de trabajo para clasificar las ocupaciones en nueve grupos, generando el Sistema Nacional de Clasificación de Ocupaciones (SINCO). Las ocupaciones que requieren un título de educación superior se enumeran en los dos siguientes grupos ocupacionales: funcionarios directores y jefes; profesionistas y técnicos) (INEGI-SINCO, 2011[22]).