El sobrepeso y la obesidad constituyen problemas importantes de salud pública, ya que la epidemia global tiene consecuencias de gran alcance para los individuos, la sociedad y la economía. La obesidad es un factor de riesgo establecido para numerosas condiciones de salud, entre ellas hipertensión, colesterol alto, diabetes, enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios, enfermedades esqueléticas y algunas formas de cáncer; la mortalidad reporta un aumento progresivo una vez que se cruza el umbral del sobrepeso. Por lo tanto, la obesidad y el sobrepeso acortan la esperanza de vida, aumentan los costes sanitarios, disminuyen la productividad de los trabajadores y reducen el PIB de los países (OCDE, 2019[18]). En todo el mundo en el año 2016, el 39% de los hombres y de las mujeres tenían sobrepeso, y el 11% de los hombres y el 15% de las mujeres eran obesos. (OCDE, 2019[18]) Esto significa que casi 2.000 millones de adultos en todo el mundo tenían sobrepeso y, de ellos, más de 500 millones eran obesos. Cuarenta y un millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso o eran obesos en 2016; mientras que más de 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años tenían sobrepeso o eran obesos. Tanto la condición de sobrepeso como de la obesidad han mostrado un marcado incremento en las últimas cuatro décadas (OMS, 2018[19]).
En los países de la OCDE, el 63% de los hombres y el 52% de las mujeres sufren de sobrepeso (pre-obesidad + obesidad). En los países de LAC, el 61% de las mujeres tienen sobrepeso (Figura 4.15). En México y Chile más del 75% de la población femenina tiene sobrepeso, mientras que las tasas más bajas se observan en Paraguay y Trinidad y Tobago con menos del 55%. De manera similar, el 53% de los hombres en los países de LAC tienen sobrepeso. Chile encabeza la región con un 74% de su población masculina con sobrepeso, seguido de México (70%) y Argentina (66%). Santa Lucía y Trinidad y Tobago están por debajo del 40% con la tasa más baja de la región.
La población de las mujeres con sobrepeso aumentó en todos los países de LAC entre 2010 y 2016, pero la tasa de crecimiento promedio representó más de la mitad del aumento promedio en los países de la OCDE (6% vs. 13%). Haití y Trinidad y Tobago muestran los mayores incrementos, de un 10% cada uno (Gráfico 4.16), mientras que el menor crecimiento se registró en Venezuela (3%), seguido de Chile, Uruguay y Bahamas (4%). Entre los hombres, la región de LAC aumentó en un 9% mientras que en la OCDE estuvo cerca del 16%. El mayor aumento se produjo en Haití (17%), seguido de Dominica (13%), Jamaica (12%) y Guyana (12%), mientras que Venezuela y Argentina tienen la menor tasa de aumento por debajo del 6%.
En los países de LAC, la obesidad es mayor en las mujeres (29%) que en los hombres (18%) (Figura 4.15). Entre las mujeres, Bahamas y Dominica tienen más del 35% de la población femenina obesa, mientras que Paraguay, Perú y Ecuador están por debajo del 25%. El mayor aumento de la obesidad femenina entre 2010 y 2016 se registró en Haití (22%) y Trinidad y Tobago (20%), mientras que el menor crecimiento se dio en Venezuela y Bahamas (8%) (Figura 4.17). Entre los hombres, Argentina tiene la tasa de obesidad más elevada (27%), seguida de Chile y Uruguay (25%), mientras que Trinidad y Tobago (11%), Antigua y Barbuda (12%) y Santa Lucía (12%) se encuentran en el otro extremo (Figura 4.15). Haití vuelve a liderar el crecimiento con un aumento del 39%, seguido de la República Dominicana y Guyana (30%). Venezuela y Argentina presentan el menor incremento de un 13% (Figura 4.17).
Los determinantes sociales de la salud tales como la pobreza, el agua y saneamiento inadecuado y el acceso desigual a la educación y a los servicios de salud, están detrás del fenómeno de la malnutrición. Un factor impulsor clave de la creciente epidemia de obesidad es un entorno alimentario cambiante, en el que se comercializan agresivamente alimentos procesados pobres en nutrientes y densos en energía, fácilmente disponibles y a menudo más baratos que las alternativas más saludables. Países como México, Chile, Perú, Uruguay y Ecuador han logrado desarrollar algunas políticas relacionadas con la imposición de impuestos a las bebidas endulzadas con azúcar y el etiquetado al frente del envase, además de regular la publicidad de alimentos dirigida a los niños. Estos esfuerzos pueden complementarse con políticas como el etiquetado de menús, intervenciones anti-sedentarias en el lugar de trabajo y campañas en los medios de comunicación, ya que no sólo son eficaces sino que también tienen un rendimiento positivo de la inversión (OCDE, 2019[18]).