El consumo de tabaco es el segundo factor de riesgo más importante de muerte prematura y discapacidad en el mundo, y se ha cobrado más de 5 millones de vidas cada año desde 1990. Los efectos negativos del tabaquismo se extienden más allá de la salud individual y de la población, afectando también a la economía. En todo el mundo en 2015, la prevalencia normalizada por edad del tabaquismo diario era del 25% para los hombres y del 5,4% para las mujeres, lo que representa una reducción del 28,4% y del 34,4%, respectivamente, desde 1990. Se estima que en 2015 se produjeron entre 5,7 y 7 millones de muertes debidas al tabaquismo, lo que equivale al 11,5% de todas las muertes mundiales (Reitsma et al., 2017[23]). Actualmente, se estima que 1.100 millones de personas son fumadoras activas, de los cuales el 84% son varones y el 80% viven en países de ingresos bajos y medios. Además, el humo de segunda mano causa más de 1,2 millones de muertes prematuras al año, de las cuales 65.000 son niños (OMS, 2019[24]). Los ODS de la ONU piden que se refuerce la aplicación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco en todos los países, según corresponda.
La proporción de fumadores de tabaco diarios varía enormemente entre los países, pero cerca de uno de cada cuatro hombres de 15 años o más en LAC18 fuma a diario, una tasa muy similar a la de la OCDE (Figura 4.20). Las tasas son particularmente altas en Cuba, donde más de la mitad de los hombres fuman, seguido de Surinam con 43%. Las tasas más bajas entre los hombres se observan en Costa Rica, Panamá y México, todas por debajo del 10%. Las tasas son más bajas entre las mujeres, con un 7% que fuman diariamente, también más bajas que la media de la OCDE. Chile está en la cima con más de una mujer de cada cinco que fuman, seguido de cerca por Cuba y Argentina. Las mujeres cubanas fuman tres veces menos que los hombres. Las tasas más bajas para las mujeres se encuentran en Barbados y Ecuador con menos del 1%, seguido de El Salvador, Costa Rica, Haití y Panamá, todos por debajo de un 2%.
Entre los adolescentes de 13 a 15 años de edad en 29 países de LAC, la prevalencia del consumo de tabaco en los hombres era del 15% y casi del 12% en las mujeres. Chile muestra el mayor consumo de tabaco entre las mujeres (26%), seguido de Argentina (25%) y México (18%), mientras que las tasas más bajas se encuentran en la República Dominicana (6%) y Honduras (6%). Entre los hombres, San Vicente y las Granadinas es el país que más tabaco consume (24%), seguido de Argentina (23%) y México (22%). Paraguay es el país con la menor tasa entre los hombres de 7% (Figura 4.21).
El aumento de los precios del tabaco mediante impuestos más altos es una de las intervenciones más efectivas para reducir el consumo de tabaco, al desalentar a los jóvenes a comenzar a fumar cigarrillos y alentar a los fumadores a dejar de hacerlo. Una revisión reciente de los estudios realizados en los países de LAC determinó que los aumentos de los impuestos reducen efectivamente el consumo de cigarrillos y también se puede esperar que aumenten los ingresos por concepto de impuestos a los cigarrillos (Guindon, Paraje and Chaloupka, 2018[25]), los cuales pueden ser utilizados en intervenciones complementarias. El impuesto promedio en LAC es del 48% para un paquete de 20 cigarrillos (Figura 4.22). Los países con mayores impuestos sobre el tabaco son Chile y Argentina con más del 80%, pero no son los países con los precios más altos. El tabaco más caro se encuentra en Jamaica con un precio de 14,3 USD, mientras que el más barato se observa en Paraguay, Colombia, Cuba, Dominica y Guyana, todos por debajo de los 3 USD.
Los países de LAC pueden fortalecer sus regulaciones para reducir el consumo de tabaco mediante la plena implementación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Para ello, se puede seguir la estrategia de la OMS MPOWER para Monitorear el uso del tabaco y las políticas de prevención; proteger a la gente del uso del tabaco; ofrecer ayuda para dejar el uso del tabaco; advertir sobre los peligros del tabaco; hacer cumplir las prohibiciones de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco; y aumentar los impuestos sobre el tabaco (OMS, 2019[24]).