Los trastornos mentales como la depresión y la ansiedad son muy frecuentes: el 15% de la población en edad de trabajar se ve afectada en algún momento dado. También el acceso a servicios es bajo: en todo el mundo, alrededor del 56% de las personas con depresión no reciben el tratamiento adecuado. Estos trastornos contribuyen de manera significativa a la reducción de la productividad, las ausencias por enfermedades, discapacidades y el desempleo, y se estima que los costos totales de la mala salud mental ascienden al 3,5‑4% del PIB en los países de la OCDE. Una prioridad particular de la prevención en la esfera de la salud mental se refiere al suicidio, que se estima que ocasionará 800.000 muertes en el 2018 (OMS, 2019[18]). A pesar de la enorme carga que las enfermedades mentales imponen sobre las personas, sus familias, la sociedad, los sistemas de salud y la economía, la atención de la salud mental sigue siendo un área desatendida de la política en materia de salud en muchos países (Hewlett and Moran, 2014[19]). Es probable que la inclusión de los temas de salud mental y abuso de sustancias en la Agenda de Desarrollo Sostenible tenga un impacto positivo en las comunidades y los países, subrayando la importancia de la promoción de la salud mental, el bienestar, la prevención y el tratamiento por abuso de sustancias.
En muchas partes de la región de LAC, es posible que no se disponga de una atención apropiada y que no se asegure el acceso a la atención de la salud mental a las personas con enfermedades de salud mental. El acceso a la atención de salud mental puede evaluarse mediante la oferta de profesionales y la disponibilidad de camas psiquiátricas en diferentes entornos, tales como los hospitales generales, los hospitales de salud mental y los centros comunitarios. Los psiquiatras suelen encargarse de la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de diversos problemas de salud mental, entre ellos la esquizofrenia, la depresión, las dificultades de aprendizaje, el alcoholismo, los trastornos del uso de drogas, los trastornos alimentarios y los trastornos de la personalidad. El número de psiquiatras es inferior en todos los países de LAC (excepto en la Argentina) al promedio de la OCDE, que es de casi 17 por cada 100.000 habitantes (Figura 5.21). Sólo Argentina y Uruguay tienen más de diez psiquiatras por cada 100.000 habitantes y nueve de los 26 países de LAC con datos tienen menos de uno por cada 100.000 habitantes. Esto sugiere que muchos países de la región actualmente no invierten lo suficiente en la atención de la salud mental. Como ocurre con muchas otras especialidades médicas (véase el indicador " Personal médico y de enfermería" en el Capítulo 5), los psiquiatras no están distribuidos uniformemente entre las regiones de cada país. Por ejemplo, en México, el 60% de todos los psiquiatras están radicados en las tres ciudades más grandes, lo que deja al resto del país muy desatendido (Heinze, del Carmen Chapa and Carmona-Huerta, 2016[20]).
Las enfermeras de salud mental desempeñan un papel cada vez más importante en la prestación de servicios de salud mental en los hospitales, la atención primaria u otros entornos, pero en muchos países de LAC su número sigue siendo muy bajo (Figura 5.22). Barbados tiene la tasa más alta con más de 60 enfermeras de salud mental por cada 100.000 habitantes, seguido de Santa Lucía con más de 50. Pero hay alrededor de 12 enfermeras de salud mental por cada 100.000 habitantes en 18 países de LAC en promedio, y menos de una enfermera de salud mental en Ecuador, Granada y Haití, lo que sugiere una vez más la necesidad de contar con un suministro adecuado de profesionales de la salud mental para asegurar el acceso.
Algunos países, como Jamaica, han introducido planes innovadores destinados a proporcionar capacitación adicional a las enfermeras de salud mental. En el programa jamaiquino, las enfermeras pueden convertirse en "oficiales de salud mental" después de recibir capacitación en aptitudes tanto clínicas como administrativas. Este plan ha logrado reducir la duración de las estancias, atenuar el estigma vinculado a la salud mental y reducir los costos de hospitalización al tratar al paciente principalmente a nivel comunitario (McKenzie, 2008[21]).
En promedio, en los países de LAC hay casi cinco camas de salud mental en los hospitales generales por cada 100.000 habitantes. Cuba es el único país con más camas de salud mental que el promedio de la OCDE de casi 35, mientras que 11 de los 25 países con datos tienen menos de una cama de salud mental por cada 100.000 habitantes (Figura 5.23).