Una amplia gama de factores demográficos, sociales y económicos, así como los mecanismos financieros y organizativos del sistema de salud pueden explicar el nivel y los cambios evolutivos del gasto de salud de un país, tanto en lo que respecta a las necesidades de salud individuales como de la población en su conjunto.
El promedio del gasto corriente de la OCDE en salud per cápita para el año 2017 era unas cuatro veces mayor que el de los países de LAC (USD PPA 3.994 vs 1.025). El gasto en salud per cápita varía entre 83 dólares internacionales en Haití hasta los 2.484 dólares internacionales de Cuba (Figura 6.1). En promedio, los países de LAC dedican un 59% a los esquemas gubernamentales y de seguros obligatorios, y el 41% restante se destina a pagos de bolsillo, planes de pago voluntario y recursos externos.
En promedio, entre el 2010 y el 2017, la tasa de crecimiento del gasto per cápita en salud fue de 3,6% anual en LAC, superior al 3% del Producto Interno Bruto (PIB) (Figura 6.2). El crecimiento del gasto en salud fue más acelerado en Nicaragua, Bolivia y Paraguay, más del doble de la tasa promedio de la región. Venezuela reportó tasas decrecientes en el gasto corriente de salud en el período.
El crecimiento del PIB y del gasto en salud guarda una relación positiva, lo que significa que, en términos generales, un aumento o disminución de uno de ellos sigue al otro. En muchos países de LAC, el gasto en salud ha superado el crecimiento económico en los últimos cinco años, lo que ha dado lugar a un aumento de la porción de la economía dedicada a la salud. Todos los países situados por encima de la línea diagonal de la Figura 6.2 reportan que el gasto en salud ha crecido más rápidamente que los ingresos, lo que significa que la proporción del gasto en salud como parte del gasto total ha seguido aumentando. En todos los países situados por debajo de la línea, el aumento del gasto en salud -en promedio- fue inferior al crecimiento del PIB. Por consiguiente, la proporción del gasto de salud como parte del gasto total disminuyó en esos países.
El crecimiento general del gasto en salud y los resultados económicos pueden explicar la cantidad que los países gastan en atención de la salud a lo largo del tiempo. El gasto corriente en salud representó el 6,6% del PIB en la región de LAC en 2017, lo que supone un aumento de alrededor de 0,09 puntos porcentuales con respecto al 2010. Los países de la OCDE promediaron un gasto corriente en salud del 8,8% del PIB en 2018. Este indicador varió desde el 1,1% en Venezuela hasta el 11,7% en Cuba y el 9,2% en Uruguay (Figura 6.3). En general, cuanto más rico es un país, más gasta en salud. Entre 2010 y 2017, la proporción de la salud en relación con el PIB disminuyó casi 6 puntos porcentuales en Venezuela, mientras que aumentó más de 2 puntos porcentuales en Paraguay y Chile.
El capital ha sido un factor cada vez más importante en la producción de servicios de salud en las últimas décadas, tal como lo refleja, por ejemplo, la creciente trascendencia de los equipos de diagnóstico y terapia o la ampliación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en la salud. Las inversiones de capital en salud tienden a fluctuar más con los ciclos económicos que el gasto corriente en salud. Sin embargo, la ralentización de las inversiones en infraestructura y equipo sanitarios afectará a la prestación de servicios. Como porcentaje del PIB, Panamá y San Vicente y las Granadinas fueron los países que más hicieron inversiones de capital en el año 2017, con más del 0,7% de su PIB, destinado a la construcción, equipamiento y tecnología del sector salud y social (Figura 6.4). Sin embargo, los gastos de capital pueden ser mucho menores: en Venezuela, Argentina and Antigua and Barbuda representaron menos del 0,002% en 2017. En promedio, representa el 0,2% del PIB en toda LAC, frente al 0,5% en los países de la OCDE en el 2015.