Tal como se indicó en la sección anterior sobre el gasto privado y externo, los elevados niveles de gastos de bolsillo en salud (GBS) en la región representan un desafío no sólo para los gobiernos que buscan mejorar el acceso, sino también para las personas, los hogares y las comunidades. Un cuantioso GBS implica que la población financia de forma directa una parte sustancial de la atención médica cuando la necesita, lo que a su vez puede sumirla en la pobreza o atravesar penurias económicas. La incidencia mundial de gastos catastróficos equivalentes al 10% o más de GBS respecto de los ingresos o consumo del hogar se estimó en un 9,7% en el año 2000, 11,4% en el 2005 y 11,7% en el 2010. Esto significa que a escala mundial, 808 millones de personas en 2010 sufrieron gastos catastróficos en salud (Flores et al., 2018[2]). Además, un elevado GBS puede tener consecuencias en extremo negativas para el bienestar financiero y social de los hogares, sumiéndolos en algunos casos en la pobreza. Se estima que en el umbral de pobreza de 1,90 dólares diarios, la incidencia mundial de empobrecimiento bajó en el período comprendido entre 2000 y 2010, de 131 millones de personas (2,1% de la población mundial) a 97 millones de personas (1,4%) (Wagstaff et al., 2018[3]).
La Figura 6.11 muestra la proporción de hogares que gastan más del 10% de su ingreso o consumo (dependiendo de la variable sustitutiva elegida para estimar la riqueza) en GBS en 16 países de LAC. Se excluyen los pagos privados de prepago. En promedio, casi el 8% de la población gasta más del 10% de su consumo o ingreso familiar. La proporción es baja en varios países como El Salvador, Mexico y Guatemala (menos del 2%), pero es casi del 17% en Barbados, seguido de Nicaragua y Chile alrededor del 15%. Además, la mayoría de los países tienen una baja proporción de hogares que gastan más del 25% de sus ingresos o consumo como GBS, pero en Haití es mucho más alta que el resto con el 4% de la población que gasta una cuarta parte de sus ingresos familiares en GBS.
Dado que los elevados gastos médicos pueden llevar a las personas a la ruina económica, la Figura 6.12 muestra la proporción de hogares que han sido arrastrados por debajo del umbral de pobreza. En 15 países de LAC, el GBS empujó al 1,7% de la población por debajo del umbral de la pobreza en comparación con el 1,2% en los países de la OCDE. Consistente con la alta proporción de hogares que incurren en GBS superiores al 10% o 25% del ingreso o consumo, más del 5% de los hogares nicaragüenses han quedado sumidos en la pobreza, seguidos por Haití (3,3%), Chile (2,6%) y Ecuador (2,4%). Por otra parte, la proporción es menor en varios países como Bahamas, Honduras o El Salvador donde menos del 0,5% de la población cae en la pobreza debido a GBS.
Para asegurar el acceso y la cobertura adecuados para todos los grupos poblacionales, los gobiernos las reformas exitosas tienen algunos aspectos en común, como el uso mancomunado o coordinado de diferentes fuentes de ingresos; el aumento progresivo de los fondos prepagos mandatorios; la redistribución del dinero para formar fondos prepagos; y nuevas organizaciones y arreglos institucionales para apoyar y posibilitar los cambios (OMS, 2018[4]).
Tal como se analizó en el capítulo 2, el desperdicio observado en los sistemas de salud de LAC arrebata recursos que podrían destinarse a una mayor y mejor atención de salud. Por ejemplo, la fragmentación de los sistemas de salud de LAC no sólo es una importante fuente de malgasto, sino que también contribuye a generar barreras contra la ampliación del acceso y de la protección financiera. La fragmentación limita la agrupación de fondos y la existencia de mecanismos de seguro más eficaces, componentes que conducirían a un mejor acceso a la atención necesaria y a la mejora de la salud de la población, done los mayores beneficios recaerían en las personas más pobres (Moreno-Serra and Smith, 2012[5]).