“Hacia una Estrategia Nacional de Desarrollo – Uruguay 2050” presenta los objetivos a largo plazo y las transformaciones estructurales necesarias para lograr un desarrollo sostenible futuro del Uruguay. Comprende dos ejes temáticos: el cambio demográfico y la transformación de la matriz productiva, así como tres ejes temáticos transversales: los sistemas de género, el desarrollo cultural y el desarrollo territorial.
El eje de transformación de la matriz productiva se centra en la economía digital y en la bioeconomía, que incluyen la aplicación de la nanotecnología y la biotecnología a los procesos de producción en toda la economía, por ejemplo, en los campos de las telecomunicaciones, las industrias creativas, la producción manufacturera y la salud.
La demografía, el mercado laboral, la educación, la protección social y la salud son prioridades de primer nivel en la Estrategia Nacional de Desarrollo de Uruguay. Además, la perspectiva de género analiza maneras de reducir la desigualdad en esta materia, la escasa representación femenina en la política y en los procesos de toma de decisiones. La estrategia de desarrollo territorial se propone cerrar las brechas entre las diferentes regiones de Uruguay y resolver las desigualdades y heterogeneidades territoriales existentes.
En términos de capacidades de financiación pública, los ingresos fiscales totales de Uruguay equivalieron a 27.9% del PIB en 2016 (en comparación con 22.7% de ALC y 34.3% de la OCDE). El país ha impuesto paulatinamente la obligatoriedad de la facturación electrónica para las transacciones entre empresas desde 2012. Uruguay forma parte del Acuerdo Multilateral entre Autoridades Competentes para el Intercambio de Informes País por País y del Acuerdo Multilateral entre Autoridades Competentes sobre el Intercambio Automático de Información Relativa a Cuentas Financieras para combatir la defraudación fiscal.
La prioridad de cooperación internacional de Uruguay es seguir recibiendo ayuda y cooperación internacionales durante su transición hacia el desarrollo, y a la vez aumentar su capacidad de proveer cooperación internacional en áreas en las que cuenta con probada experiencia. A escala regional, Uruguay se orienta a avanzar hacia el reconocimiento de su doble función de receptor y donante de Cooperación Sur-Sur. Más aún, considera importante continuar fortaleciendo las estrategias nacionales de Cooperación Sur-Sur y Triangular. Por otra parte, pretende fortalecer la participación de los países en espacios de coordinación regional para ayudar a construir alianzas estratégicas y posturas conjuntas en los foros globales de cooperación internacional. A nivel mundial, el país se propone llegar a un acuerdo sobre nuevas medidas y criterios alternativos al PIB per cápita para la asignación de la ayuda internacional. Esto ayudaría a atender mejor las necesidades y competencias de los países en las diferentes dimensiones de desarrollo sostenible.
La política de cooperación dual de Uruguay tiene una vocación universal, aunque su programa se centra en ALC por la cercanía geográfica y cultural. En su doble papel como receptor y donante de Cooperación Sur-Sur, en 2016 los socios más frecuentes del país fueron México y Argentina y los principales sectores fueron salud, agricultura y ganadería, y gobernanza. Como receptor de la cooperación tradicional, los principales socios de cooperación no reembolsable en términos de volumen financiero fueron el Banco Interamericano de Desarrollo, la República Popular China y Japón. Los sectores más importantes fueron agricultura y ganadería, medioambiente y educación. En cuanto a la cooperación regional y multipaís, el Sistema de las Naciones Unidas, el Mercosur y el Unasur fueron los socios más frecuentes. La salud, la educación, la agricultura y la ganadería, el medioambiente, la cultura y los deportes son los principales sectores de intervención.