Como se indica en la Tabla A A.1, la cuota de educación se basó en tres grupos (educación baja, media y alta). Empleando el esquema de la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (ISCED 2011) (UNESCO, 2012[2]), se les pidió a las personas encuestadas que especificaran su nivel educativo más alto alcanzado, correspondiente al nivel equivalente dentro del marco educativo de su país. Sin embargo, el grupo demográfico de ‘baja’ educación representó una pequeña proporción de los paneles en ciertos países, lo que presentó desafíos para alcanzar la cuota objetivo de educación, incluso cuando el proveedor de la encuesta recurrió a paneles adicionales. Por esta razón, los niveles educativos se combinaron en dos grupos (1- baja/media y 2- alta) para el análisis en Chile, Costa Rica, Colombia, Dinamarca, Grecia, Estonia, Portugal y Corea. El proveedor de la encuesta colaboró con proveedores de paneles adicionales para asegurar una representación más amplia de los segmentos diversos de la población dentro de los datos de la encuesta; y extendió el trabajo de campo en Costa Rica, Chile, Colombia, Grecia, Portugal y Eslovenia.
Los análisis comparativos entre las muestras ponderadas y la distribución objetivo muestran que las ponderaciones posteriores a la estratificación minimizaron eficazmente las variaciones dentro de los países a través de la mayoría de las variables sociodemográficas de cuota. No obstante, a pesar del uso de cuotas y ponderaciones posteriores a la estratificación, en algunos países la distribución ponderada se desvía de la distribución nacional por educación y edad. En Chile y Grecia, el grupo combinado de educación baja y media se desvió en 6 y 2 puntos porcentuales, respectivamente, de la distribución real (Tabla A A.1). La subrepresentación de estos grupos de encuestados puede atribuirse a dos factores. Primero, las personas de menor nivel educativo y mayores de 65 años están subrepresentadas entre los miembros del panel. En segundo lugar, estos grupos tienden a abandonar las encuestas con mayor frecuencia. La información detallada sobre las muestras y los aspectos metodológicos de la Encuesta de Confianza de la OCDE de 2023 se puede encontrar en el anexo técnico del Informe de la Encuesta de Confianza de la OCDE de 2024 (OECD, 2024[3]).
Dado que la encuesta se implementó por primera vez en Chile, la Secretaría de Modernización del Estado del Ministerio de Hacienda realizó entrevistas cognitivas para evaluar la traducción al español de las preguntas de la encuesta, la comprensión del fraseo en el contexto chileno, así como la redacción de las preguntas adicionales implementadas en Chile. Para garantizar la comparabilidad, las preguntas de la encuesta evaluadas en las entrevistas cognitivas se basaron en las traducciones al español implementadas en México y Colombia en la encuesta de 2021. No obstante, los resultados de las pruebas cognitivas en Chile subrayaron la necesidad de aclarar términos políticos o económicos complejos; por ejemplo, incluyendo definiciones como consultas públicas o gases de efecto invernadero, en las preguntas relevantes. Además, la mención de una escala de respuesta en las preguntas de la encuesta se simplificó en el cuestionario base en inglés. La mayoría de los cambios sugeridos fueron relevantes e incluidos en la versión en español del cuestionario implementado en Chile (ver Anexo B).
En base a una serie de entrevistas en profundidad con expertas/os clave y responsables de políticas, llevadas a cabo para identificar temas estratégicos y factores específicos del contexto que puedan tener un impacto en la confianza en el país, Chile añadió preguntas de la encuesta al cuestionario base en inglés (Tabla A A.2). Las preguntas adicionales abarcan temas de interés en Chile como las percepciones hacia la confianza recíproca entre la ciudadanía y el gobierno, o la capacidad del gobierno para cooperar con diferentes actores.