A lo largo de los últimos 20 años, las economías emergentes han impulsado cada vez más la evolución del mercado agrícola y pesquero mundial, y se espera que continúen haciéndolo durante el próximo decenio.
El impulso de la República Popular China al consumo mundial de alimentos y productos agrícolas va en descenso, y se prevé que la influencia de la India y el Sudeste asiático se elevará, debido al crecimiento de sus poblaciones urbanas y al aumento de su riqueza.
Se espera que la ingesta de calorías aumente 7% en los países de ingresos medios, debido en gran medida al mayor consumo de alimentos básicos, productos ganaderos y grasas. La ingesta de calorías en los países de ingresos bajos aumentará 4%, a un ritmo demasiado lento que no permitirá alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero para 2030 (ODS2).
Se espera que la intensidad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) disminuya, ya que el crecimiento se basará en la mejora de la productividad más que en la expansión de la tierra cultivada y de los rebaños; aun así, las emisiones directas de la agricultura aumentarán 5%.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad podría disminuir las emisiones mundiales de GEI de la agricultura en 4% y el número de personas subalimentadas en 153 millones para el año 2030.
Los mercados internacionales de productos agrícolas básicos eficientes seguirán siendo importantes para la seguridad alimentaria mundial, ya que 20% de las calorías se comercializa y los medios de vida rural se beneficiarían de la participación en los mercados y en las cadenas mundiales de valor agroalimentario.
Se prevé que durante los próximos 10 años habrá una ligera caída en los precios internacionales de referencia reales de los principales productos básicos agrícolas, pero esto quizá no se refleje en los precios de los alimentos locales al por menor.
OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2024-2033
Resumen ejecutivo
Copy link to Resumen ejecutivoResumen de los mensajes clave
Copy link to Resumen de los mensajes claveEl informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2024-2033 presenta un análisis exhaustivo de las perspectivas a 10 años para los mercados de productos básicos agrícolas y pesqueros a escala nacional, regional y mundial. El informe ha sido un trabajo de colaboración entre la OCDE y la FAO durante 20 años, elaborado con la contribución de los países miembros y de las organizaciones internacionales de productos básicos. El informe constituye una referencia estructurada para la planificación de políticas públicas, en especial en el contexto de la reciente pandemia mundial de COVID-19, de las crecientes tensiones geopolíticas y el cada vez mayor impacto del cambio climático. En esta 20.a edición conjunta de las OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas se aprecia la evolución de la agricultura mundial durante los dos últimos decenios y se presentan proyecciones hasta 2033.
Durante los últimos 20 años, las economías emergentes han impulsado cada vez más la evolución de los mercados agrícolas y pesqueros mundiales, y se prevé que seguirán haciéndolo durante el próximo decenio.
En los últimos 20 años ha aumentado el consumo de productos básicos agrícolas, impulsado sobre todo por el crecimiento de la población y de los ingresos en las economías de ingresos bajos y medios. Asimismo, dichos países han incrementado con rapidez su producción mediante adelantos tecnológicos e innovadores, así como el aumento del uso de sus recursos naturales. Los cambios consecuentes en los sitios de producción y consumo de productos agrícolas originaron cambios en las pautas comerciales agrícolas a nivel internacional.
El impulso de la República Popular China al consumo mundial de alimentos y productos agrícolas va en descenso, y se prevé que la influencia de la India y el Sudeste asiático se elevará, debido al crecimiento de sus poblaciones urbanas y al aumento de su riqueza.
Según las proyecciones del nivel de referencia de las Perspectivas, la influencia de la República Popular China (en adelante, China), la India y los países del Sudeste asiático seguirá creciendo durante los próximos 10 años. Sin embargo, en tanto que China representó 28% del crecimiento del consumo mundial en el decenio anterior, se espera que su participación en la demanda adicional durante los próximos 10 años baje a 11%; la disminución se atribuye a la estabilización de los hábitos de nutrición, el crecimiento más lento del ingreso y la disminución de la población. Por el contrario, se espera que para 2033, la India y los países del Sudeste asiático representen 31% del crecimiento del consumo mundial, debido al aumento de su población urbana y a su creciente riqueza.
Se prevé que el uso total de productos agrícolas y pesqueros aumente 1.0% al año durante el próximo decenio, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. Se prevé que el consumo alimentario mundial se elevará 1.2% al año debido al crecimiento demográfico y del ingreso. Se espera que en la mayoría de las regiones, el crecimiento del uso de los cultivos para forraje supere al del uso alimentario directo, debido principalmente al cambio previsto a participaciones mayores de alimentos de origen animal en los regímenes alimentarios y a la expansión e intensificación consecuentes de la producción ganadera.
Se espera que la ingesta de calorías aumente 7% en los países de ingresos medios, debido en gran medida a un mayor consumo de alimentos básicos, productos ganaderos y grasa. La ingesta de calorías en los países de ingresos bajos se elevará 4%, a un ritmo demasiado lento que no permitirá lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero para 2030.
En los países de ingresos medios, la ingesta diaria de calorías per cápita aumentará 7% para 2033, gracias al mayor consumo de alimentos básicos, productos ganaderos y grasas. La ingesta media de calorías en los países de ingresos bajos se elevará solo 4%, lo cual señala que la comunidad mundial no alcanzará el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 2: eliminar el hambre para 2030. Las restricciones de ingresos en dichos países también dificultan la transición a regímenes alimentarios más ricos en nutrientes y en proteínas basadas en productos animales, pescados y mariscos, verduras y frutas, lo cual provoca una continua y fuerte dependencia de los alimentos básicos. Las preferencias alimentarias de los países de ingresos altos reflejan el creciente interés en los vínculos entre los hábitos alimentarios, la salud y la sostenibilidad, según muestra la ligera tendencia a la baja de la ingesta de grasas y edulcorantes, así como el giro a la ingesta de proteínas, y a su estabilización durante los próximos 10 años.
Se espera que la intensidad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) disminuya, dado que el crecimiento de la producción se basará en la mejora de la productividad más que en la expansión de la tierra cultivada, aunque las emisiones directas de la agricultura aumentarán 5%.
Se espera que, durante el próximo decenio, la intensidad de carbono de la producción agrícola continúe a la baja en las siete regiones estudiadas en estas Perspectivas, porque las emisiones de GEI directas de la agricultura (según la definición del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC) se incrementarán con mayor lentitud que la producción agrícola. Sin embargo, pese a su relativa desvinculación, la creciente producción agrícola generará 5% de aumento absoluto en dichas emisiones directas.
Se prevé que el crecimiento de los cultivos será impulsado primordialmente por los aumentos de la productividad en la tierra actual, más que por la expansión de la superficie cultivada. De igual manera, también se espera que una considerable proporción del crecimiento de la producción ganadera y pesquera provenga de la mejora de la productividad, aunque la expansión de los rebaños también contribuirá al crecimiento de la producción. Pese a las mejoras esperadas en la productividad, en particular en los países de ingresos bajos y medios, se prevé que las brechas de productividad persistirán, lo cual pondrá en peligro los ingresos de las explotaciones agrícolas e incrementará la dependencia de los países de las importaciones de alimentos.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad para 2030 podría disminuir las emisiones mundiales de GEI de la agricultura en 4% y el número de personas subalimentadas en 153 millones.
En estas Perspectivas se presenta un escenario estilizado que simula el impacto de reducir a la mitad las pérdidas alimentarias a lo largo de las cadenas de suministro y el desperdicio de alimentos en los niveles de ventas al por mayor y del consumidor para 2030 (ODS 12.3.). El escenario prevé una posible reducción de 4% de las emisiones de GEI de la agricultura para 2030, distribuidas de manera relativamente equitativa entre los países, sea cual sea su nivel de ingresos. Asimismo, se prevé que los precios de los alimentos bajarán, lo cual aumentará la ingesta alimentaria en los países de ingresos bajos (+10%) y los de ingresos medios bajos (+6%), y reducirá el número de personas subalimentadas en 153 millones (-26%) hacia 2030. Si bien el escenario muestra los posibles beneficios para los consumidores y para el medio ambiente, también señala los retos para los productores, ya que los precios más bajos al productor y la disminución de la producción afectarían notoriamente sus medios de vida.
Los mercados internacionales de productos básicos agrícolas eficientes seguirán siendo importantes para la seguridad alimentaria mundial, ya que 20% de las calorías se comercializa y los medios de vida rural se beneficiarían de la participación en los mercados y en las cadenas mundiales de valor agroalimentario.
El comercio agrícola sigue creciendo en consonancia con la producción y el consumo: cerca de 20% de las calorías cruzan las fronteras antes de ser consumidas. A la vez, la pandemia de COVID-19 y las tensiones geopolíticas destacaron la vulnerabilidad del comercio agrícola internacional. Si bien se espera que la proporción comercializada de la producción se estabilice, los volúmenes de productos básicos comercializados a nivel mundial crecerían más y los embarques entre las regiones exportadoras e importadoras netas aumentarían durante el próximo decenio. Se prevé que América Latina y el Caribe, América del Norte, Europa y Asia Central refuercen sus posiciones como los mayores exportadores netos de productos básicos agrícolas, creando así oportunidades adicionales para que los productores se beneficien de la participación en las cadenas mundiales de suministro de alimentos. Las importaciones netas de Asia y de África se mantendrán en expansión, pues se prevé que el crecimiento de la demanda rebasará al crecimiento de la producción. Esto destaca la importancia de los mercados eficientes y la necesidad de contar con sistemas de comercialización resilientes, con el fin de asegurar el acceso mundial a alimentos inocuos y nutritivos, y a la vez apoyar la generación de ingresos en todas las industrias agrícolas, así como mitigar los efectos de las crisis localizadas, como pérdidas de cosechas o fenómenos climáticos extremos.
Se prevé que durante los próximos 10 años se presentará una ligera baja en los precios internacionales de referencia reales de los principales productos básicos agrícolas, pero esto quizá no se refleje en los precios de los alimentos locales al por menor.
Se espera que, durante los próximos 10 años, los factores de oferta y demanda mantengan o reduzcan ligeramente los precios internacionales de referencia reales de los principales productos básicos agrícolas (suponiendo que no haya desviaciones de las condiciones climáticas estables, los supuestos macroeconómicos y de políticas públicas, y las mejoras tecnológicas continuas). Sin embargo, estos precios internacionales reales de los productos básicos quizá no se reflejen en los precios de los alimentos locales al por menor, debido a la inflación interna y a la devaluación de la moneda, así como a los altos costos internos de logística y de procesamiento que pueden sostener o ampliar la brecha entre los precios internacionales de los productos básicos y los alimentos al por menor. Tales agravantes condiciones locales pueden poner en riesgo la subsistencia y amenazar la seguridad alimentaria de los consumidores vulnerables.