En este capítulo se presentan las conclusiones clave sobre el consumo, la producción, el comercio y los precios de los principales productos básicos agrícolas y pesqueros cubiertos en el informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas para el periodo 2024 a 2033. En él se resume un escenario de referencia verosímil para los próximos 10 años, con base en supuestos relativos a condiciones macroeconómicas, tendencias de productividad, condiciones meteorológicas, preferencias del consumidor, y marcos de política agrícola y comercial. Se prevé que la demanda agrícola mundial crecerá con mayor lentitud durante el próximo decenio, debido a la desaceleración prevista del crecimiento demográfico y del ingreso per cápita. En esta 20.a edición conjunta se analiza la evolución de los mercados agrícolas durante los últimos 20 años y se destaca la creciente importancia de las economías emergentes. En tanto que se prevé que la influencia de la República Popular China sobre el consumo mundial de alimentos y productos agrícolas disminuirá durante el próximo decenio, se espera que la India y el Sudeste asiático asuman un papel preponderante. Se prevé que la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura se reducirá, ya que el crecimiento proyectado de la producción se basará en la mejora de la productividad más que en la expansión de la tierra cultivada y de los rebaños ganaderos. Sin embargo, se prevé que las emisiones directas todavía aumentarán. En el presente capítulo se presenta también un escenario centrado en el impacto de la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos sobre las emisiones de GEI, la seguridad alimentaria y la nutrición. En las Perspectivas se hace hincapié en la permanente importancia de los mercados internacionales de productos básicos agrícolas eficaces para la seguridad alimentaria mundial y los medios de vida rural. Durante los próximos 10 años, se espera que la evolución prevista de la demanda y la oferta mundiales mantendrá los precios de referencia internacionales reales en una tendencia ligeramente descendente, aunque las posibles desviaciones de los supuestos ambientales, sociales, geopolíticos y económicos subyacentes alterarían las proyecciones de referencia.
OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2024-2033
1. Mercados agrícolas y alimentarios: Tendencias y perspectivas
Copy link to 1. Mercados agrícolas y alimentarios: Tendencias y perspectivasResumen
El informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas es un trabajo de colaboración entre la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En estas Perspectivas se presenta un escenario de referencia constante de la evolución de los mercados de productos básicos agrícolas y pesqueros en los niveles nacional, regional y mundial para el periodo 2024 a 2033.
Las proyecciones de referencia se basan en aportaciones expertas estructuradas. Dichas proyecciones dependen de las condiciones actuales del mercado (Sección 1.2), así como por supuestos relativos a los acontecimientos macroeconómicos, demográficos y de políticas públicas (Sección 1.3). El modelo Aglink-Cosimo conjunto de la OCDE y la FAO, el cual vincula a los sectores y los países abordados en las Perspectivas, asegura la consistencia y el equilibrio mundial en todos los mercados.
En la Sección 1.6 de estas Perspectivas se señala la importancia de la pérdida y el desperdicio de alimentos para la seguridad alimentaria, el uso de recursos y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios. También se presenta un análisis de escenarios que explora las posibles implicaciones para la oferta y la demanda mundiales de reducir el desperdicio de alimentos en 50% en los niveles de venta al por menor y del consumidor entre el momento actual y el año 2030. Esto en consonancia con la meta 12.3 de los ODS, en conjunto con la reducción a la mitad de las pérdidas de alimentos en la etapa de producción y a través de las cadenas de suministros durante el mismo periodo.
1.1. OCDE-FAO: 20 años de colaboración y 20 años de evolución de los mercados agroalimentarios
Copy link to 1.1. OCDE-FAO: 20 años de colaboración y 20 años de evolución de los mercados agroalimentariosEsta 20.a edición conjunta constituye una oportunidad de reflexionar sobre la evolución de los mercados agrícolas mundiales durante las últimas dos décadas. En tanto que, en términos generales, el consumo y la producción de los productos básicos agrícolas creció de manera constante, se han suscitado notorios cambios estructurales, conductuales y de políticas públicas dentro del panorama general mundial. Del periodo de referencia 2001-2003 al periodo base 2021-2023, las importaciones y las exportaciones se incrementaron 105% a escala mundial. El consumo y la producción aumentaron 58% durante el mismo periodo. Un factor ha sido el cada vez mayor protagonismo de las economías emergentes como consumidores y como productores, alentado por el rápido crecimiento demográfico, el aumento del ingreso disponible y los avances tecnológicos, que han cambiado el orden de los mercados internacionales. Este nuevo orden y la evolución hacia él conforman el telón de fondo de las proyecciones de las Perspectivas hasta 2033. Muchos de los mismos cambios seguirán moldeando los mercados agrícolas en el mediano plazo.
1.1.1. Las tendencias de consumo han aumentado la importancia de China y de la India
Los países de la OCDE han experimentado las reducciones más radicales en la participación del mercado mundial de lácteos, aceite vegetal y carne. Las regiones que más contribuyen a la mayoría de estos cambios son la República Popular China (en adelante, China), la India y el resto de Asia (Figura 1.1). La participación de los países de la OCDE en el consumo mundial de lácteos bajó de 36% a 26%. Este cambio corresponde en gran medida a la India, que aumenta su participación de mercado en 11 puntos porcentuales. En el caso del aceite vegetal, las participaciones de mercado cambiaron mayormente hacia China, país que incrementó su participación en 8 puntos porcentuales. En lo que respecta a la carne, en todas las regiones no pertenecientes al grupo de la OCDE se registraron aumentos moderados en las participaciones de mercado y el mayor incremento (cerca de 3 puntos porcentuales) correspondió a la región del resto de Asia.
En el consumo de productos no alimentarios, la participación de los países de la OCDE en términos del uso alimentario de cereales y harinas proteicas bajó drásticamente durante los últimos 20 años: 17 y 20 puntos porcentuales, respectivamente. En ambos casos, China fue el país que más contribuyó a este cambio, al aumentar sus participaciones en el consumo de cereales y harina proteica 9 y 11 puntos porcentuales, respectivamente.
1.1.2. La participación de los países de la OCDE en la producción se reduce en relación con otras regiones, en especial la India
La participación mundial de los países de la OCDE en la producción de cereales, semillas oleaginosas, leche, carne y azúcar bajó en promedio cerca de 7 puntos porcentuales en los 20 años anteriores. El cambio más notorio se registró en los mercados mundiales de leche, con una baja de la participación de la OCDE de 51% a 41% (Figura 1.2). La India representó casi la mitad de este giro, al aumentar su participación de 14% a 23%. Un dato interesante es que, en los mercados de producción de semillas oleaginosas, la participación de China disminuyó en una cifra casi igual a la participación de los países de la OCDE: una baja de 4 y 5 puntos porcentuales, respectivamente; las regiones de Europa del Este y Otros América cerraron la brecha.
1.1.3. El panorama comercial ha cambiado en gran medida
La participación mundial de los países de la OCDE en las importaciones de los cinco productos básicos mostrados en la Figura 1.3 disminuyó en todos los casos, sobre todo en las semillas oleaginosas y sus productos (21 puntos porcentuales menos), la carne (16 puntos porcentuales menos) y los lácteos (13 puntos porcentuales menos). China cerró la brecha con un marcado aumento de su participación en los tres mercados. En los cinco productos básicos mostrados en la Figura 1.3, China registró los mayores aumentos en las cuotas de importación de todas las regiones, seguida por el resto de Asia.
Si bien la participación de la OCDE bajó de manera moderada en los mercados de importación de azúcar, la baja más significativa ocurrió en Europa del Este, al desplomarse de 20% a solo 5%. China, el resto de Asia, y África llenaron esta brecha de manera colectiva, con los aumentos más importantes en las participaciones de las importaciones de azúcar. Europa del Este registró una notoria disminución en las participaciones de las importaciones de carne, al caer de 15% a 6%.
La participación mundial de los países de la OCDE en las exportaciones de los cinco productos básicos mostrados en la Figura 1.4 bajó de manera drástica, excepto en los casos de las semillas oleaginosas y sus productos, que disminuyeron moderadamente, de 30% a 27%. La participación de China en las exportaciones disminuyó o se mantuvo igual en los cinco productos básicos. En lo que respecta a los cereales, las regiones de Europa del Este y Otros América representaron los mayores aumentos en participaciones: 13 y 12 puntos porcentuales, respectivamente. La India —que registró cambios moderados en los demás productos básicos, tanto en los de importación como en los de exportación— y la región de Otros América generaron en conjunto cambios en el mercado de importaciones de azúcar: aumentos de 9 y 7 puntos porcentuales, respectivamente.
1.2. Evolución reciente en los mercados agrícolas
Copy link to 1.2. Evolución reciente en los mercados agrícolasLa oferta internacional de productos básicos agrícolas siguió aumentando en 2023 y se igualó con la demanda, lo cual provocó la baja de los precios internacionales de referencia. Ahora, dichos precios son ligeramente menores o se acercan al último promedio de 10 años. Una notoria excepción son los precios del azúcar, que son considerablemente más altos, dado que la creciente demanda mundial superó a la producción estable en 2023. La Figura 1.5 proporciona mayor información sobre la situación actual de los productos básicos, que es el punto de arranque de las proyecciones.
1.3. Se esperan cambios macroeconómicos y cambios de políticas públicas que afectarán a los mercados agrícolas
Copy link to 1.3. Se esperan cambios macroeconómicos y cambios de políticas públicas que afectarán a los mercados agrícolasEn este escenario de referencia que genera proyecciones de 2024 a 2033, se incorporan los conocimientos especializados sobre productos básicos, políticas públicas y nacionales de la OCDE y de la FAO, así como las aportaciones de los países miembros colaboradores y los organismos internacionales de productos básicos. Se espera que los siguientes cambios influyan en la evolución de los mercados agrícolas en los próximos 10 años.
1.3.1. Ritmo lento del crecimiento mundial de la población
Se prevé que la población mundial 1 aumentará más de 700 millones y sumará 8 700 millones en 2033. Esto refleja una tasa de crecimiento promedio de 0.8% anual y señala así una desaceleración en comparación con el crecimiento de 1.0% anual registrado en los pasados 10 años (Figura 1.6). Se prevé que el África subsahariana registre el crecimiento demográfico más rápido, 2.4% anual, en tanto se espera que la población de China disminuya de manera paulatina. Se prevé que la India cimentará su posición como el país más poblado, al rebasar a China en 2023, con una tasa promedio de crecimiento de 0.8% anual durante los próximos 10 años. Se prevé que la desaceleración general del crecimiento de la población mundial dará lugar a un crecimiento más lento de la demanda mundial de alimentos, en comparación con los 10 años precedentes.
1.3.2. Lenta recuperación económica mundial
Se prevé que la recuperación económica mundial de las perturbaciones provocadas por la pandemia de COVID-19 y la guerra de la Federación de Rusia (en adelante, Rusia) contra Ucrania será lenta, en mayor grado en las economías avanzadas que en los mercados en desarrollo. A nivel mundial, se prevé que el crecimiento del PIB se estabilizará a una tasa promedio de 3.0% anual durante el próximo decenio, después de bajar de la cifra estimada de 3.5% en 2022 a 3.0% en 2023. Se espera que las economías asiáticas emergentes y en desarrollo sigan registrando el crecimiento más rápido, 4.5% anual, seguidas del África subsahariana con 4.3%. En cambio, se espera que el crecimiento del PIB en las economías avanzadas permanezca por debajo de 2.0% anual. Dicha recuperación divergente reforzará la función de los países de ingresos bajos y medios como principales impulsores del crecimiento de la demanda agrícola mundial.
Se espera que, en 2024, el ingreso per cápita mundial, expresado en dólares estadounidenses constantes de 2010, crezca 1.4% anual, cifra baja en comparación con el 2.2% y el 1.6% registrados en 2022 y 2023, respectivamente. Dicho indicador se utiliza para representar el ingreso disponible del hogar, uno de los principales determinantes de la demanda de productos básicos agrícolas. Durante el próximo decenio, se prevé una tasa mundial de crecimiento promedio de 1.6% anual (Figura 1.6). En Asia se espera un fuerte incremento del ingreso per cápita, en particular en la India (5.4% anual), Viet Nam (5.1% anual), Filipinas (4.2% anual) e Indonesia (4.0% anual). Se espera que el crecimiento del ingreso per cápita en China baje a 3.7% anual, en comparación con el 5.4% prevaleciente en el decenio pasado. Se prevé que en las regiones del África subsahariana y América Latina y el Caribe, el ingreso promedio per cápita crecerá a 0.9% y 1.6% anual, respectivamente, lo cual aún representa una mejora considerable de las caídas observadas en el último decenio. Sin embargo, en el África subsahariana, pese al relativo crecimiento general del PIB, la población en aumento continuará limitando las ganancias en el ingreso per cápita real.
1.3.3. Mejora la asequibilidad de los insumos energéticos y fertilizantes a medida que la demanda de combustibles fósiles baja
En las Perspectivas se utiliza un índice compuesto de costos de la producción agrícola, el cual abarca semillas y energía, así como varios otros insumos comercializables o no comercializables. Además, los costos de los fertilizantes se incluyen explícitamente en las ecuaciones de rendimiento y asignación de tierras del modelo Aglink-Cosimo. Los costos de la energía son representados por el precio internacional del petróleo crudo expresado en la moneda nacional, en tanto que los precios de los fertilizantes se vinculan con los precios de los cultivos y los del petróleo crudo.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de petróleo, carbón y gas debió haber aumentado al máximo en 2023, dado el crecimiento de las tecnologías de energía limpia, que podría presionar a los precios internacionales de la energía. Los precios mundiales de los fertilizantes también van a la baja de sus picos de 2022, gracias a los menores precios de la energía y al mejor acceso al mercado. Por consiguiente, las proyecciones contenidas en esta publicación se basan en el supuesto de que los precios del petróleo permanecerán fijos en términos reales.
1.3.4. Las políticas públicas actuales no cambiarán
Las políticas públicas desempeñan una función importante en los mercados agrícolas, de biocombustibles y pesqueros, y las reformas de políticas públicas suelen provocar cambios en las estructuras de mercado. En las Perspectivas se supone que las políticas actuales se mantendrán como están y que no se formularán nuevas. Asimismo, en la presente publicación solo se consideran los acuerdos de libre comercio que han sido ratificados hasta finales de diciembre de 2023. Esta especificación proporciona un punto de referencia útil, y facilita la evaluación y el análisis de futuros cambios de política.
1.3.5. Es probable que las proyecciones resulten afectadas por muchas incertidumbres
Las proyecciones de los mercados de productos básicos agrícolas presentadas en este informe están sujetas a incertidumbres de tipo ambiental, social, geopolítico y económico que podrían provocar que las variables macroeconómicas diverjan de los supuestos ya mencionados. Una fuente clave de incertidumbre es la posibilidad de que ocurran fenómenos meteorológicos anormales durante los 10 años por venir que desvíen a los rendimientos de las tendencias supuestas, bajo la influencia de los efectos del cambio climático y las consecuentes medidas de adaptación. En 2023, se registraron las temperaturas más altas en la tierra y la superficie del mar. El cambio climático sigue exacerbando la intensidad de las temperaturas a nivel mundial y es probable que se presenten otros fenómenos extremos, como sequía, huracanes e inundaciones, lo cual afectará la producción agrícola mundial y los modelos comerciales. En el Recuadro 1.3 de la Sección 1.7 se resume un análisis de escenarios que explora la función del comercio en la mitigación del impacto de dichos fenómenos climatológicos. La implementación en los países de políticas ambientales más rigurosas para solventar la huella ambiental del sector y propiciar una mayor sostenibilidad, también podría limitar las perspectivas de producción del próximo decenio.
En lo que respecta a la demanda, cambios inesperados en las preferencias y el comportamiento de los consumidores podrían alterar las proyecciones, dado que en las Perspectivas se supone que durante los próximos 10 años continuará la evolución de las preferencias actuales de los consumidores. El creciente interés por el medio ambiente, la salud y el bienestar de los animales podría influir en el comportamiento del consumidor, más allá de las tendencias planteadas en las Perspectivas; esto aumentaría la popularidad de los alimentos considerados favorables para la salud o el medio ambiente; por ejemplo, carne de aves de corral, pescado, frutas y verduras, frutos secos y semillas, así como alternativas de lácteos y carne. A la inversa, dadas sus preferencias, los consumidores podrían rechazar cada vez más los productos básicos con una gran huella ambiental o con posibles efectos adversos sobre la salud, como el azúcar, el aceite de palma y la carne de vacuno, sobre todo en las economías de ingresos medios altos y altos.
En lo referente al comercio, las interrupciones actuales y potenciales a los pasos marítimos clave, en especial el canal de Suez, el canal de Panamá y el Mar Negro, pueden plantear retos complejos a la fluidez del transporte de los productos básicos agrícolas entre fronteras. Las alteraciones en estos puntos de estrangulamiento cruciales, bien sea debidas a tensiones geopolíticas, al cambio climático, a fenómenos meteorológicos naturales o a otros obstáculos logísticos, pueden acarrear graves consecuencias para las cadenas mundiales de suministros y provocar retrasos y aumento en los precios de los fletes, lo cual afectaría el costo y la disponibilidad de los productos básicos agrícolas. Por ejemplo, si bien puede ser demasiado pronto para evaluar de manera integral los efectos de la actual crisis en Oriente Medio sobre los mercados agrícolas, los desvíos prolongados de los buques petroleros podrían aumentar los precios de la energía y los costos de transporte, como recordatorio de los retos enfrentados durante la etapa de recuperación de la pandemia de COVID-19.
Por último, los brotes de enfermedades de los animales y plantas son aún una fuente importante de incertidumbre para el futuro del sector agrícola mundial. Las consecuencias económicas y sociales de los brotes de enfermedades para los productores y los consumidores son considerables y a menudo su resolución requiere varios años. Lo anterior destaca la importancia de las iniciativas colaborativas de bioseguridad, para así asegurarse de que los brotes se gestionen, sobre todo a la luz de los riesgos para las exportaciones e importaciones.
1.4. Consumo: Evolución proyectada para el periodo 2024-2033
Copy link to 1.4. Consumo: Evolución proyectada para el periodo 2024-20331.4.1. Las economías de ingresos bajos y medios apuntalan el crecimiento del consumo de los productos básicos agrícolas
La demanda de productos básicos agrícolas se conforma por un conjunto de factores que incluyen el ingreso real disponible, la población, los precios previstos, las preferencias del consumidor y las políticas públicas, lo cual determina la proporción de la producción agrícola que se consume como alimento, como forraje, como combustible, y como materia prima para otras aplicaciones industriales. Durante los próximos 10 años, se prevé que el consumo total crecerá 1.1% al año para alcanzar 20.6 millones de Terra calorías en 2033. Se prevé que cerca de 94% del consumo adicional tendrá lugar en los países de ingresos bajos y medios, debido a sus modelos económicos, de preferencias y demográficos específicos (Figura 1.7). Se prevé que la región de Asia meridional y el Sudeste asiático representará alrededor de 40% del consumo mundial adicional, y la mitad de tal participación se atribuye a la India. Los grupos poblacionales cada vez más grandes y más ricos conforman la demanda de productos básicos agrícolas en dichas regiones, cuyos hábitos nutricionales están en proceso de cambio.
Un cambio notorio analizado en las Perspectivas actuales es la función decreciente desempeñada por China y la creciente por la India y los países del Sudeste asiático. Si bien en el decenio anterior China contribuyó con 28% del crecimiento del consumo mundial, se espera que su participación adicional en la demanda durante los próximos 10 años baje a 12%, no solo debido a la disminución de su población y al crecimiento más lento del ingreso, sino también a la estabilización de los regímenes de nutrición. Lo anterior contrasta con la rápida transición nutricional registrada en el decenio pasado, pues la economía del país creció de manera importante. Se espera que en 2033, la India y los países del Sudeste asiático representen 31% del crecimiento del consumo mundial, gracias al aumento de su población urbana y de su riqueza. Entre las regiones en las que predominan los ingresos bajos, se prevé que el África subsahariana contribuirá con un gran porcentaje del consumo mundial adicional (18%), principalmente debido a la demanda de alimentos de sus pobladores. También se espera que la región de América Latina y el Caribe, un importante productor de carne y de biocombustibles, contribuya con un porcentaje considerable de la demanda adicional, sobre todo como materia prima para usos no alimentarios.
A nivel mundial, el uso alimentario prevalece como el principal: en la actualidad representa 42% del consumo total. Al uso para forraje, que se ha extendido con más fuerza durante los decenios pasados por la diversificación de las dietas hacia alimentos de origen animal y por la posterior expansión e intensificación de la producción ganadera, le corresponde un tercio. El uso de biocombustibles, impulsado en gran medida por la política pública, representa 7% del consumo total. El 17% restante se pierde a lo largo de la cadena de suministro, o bien se utiliza como insumo para otras aplicaciones industriales.
Se prevé que, durante el periodo de las Perspectivas, el uso alimentario representará 46% de la demanda mundial adicional de productos básicos agrícolas, en gran medida debido al aumento de la población del África subsahariana, el Sudeste asiático y la India, donde la urbanización también crece con rapidez. El uso para forraje representará aproximadamente un tercio del consumo adicional, gracias al avance previsto del sector ganadero. Si bien se prevé que el uso alimentario de los cultivos crecerá con mayor rapidez que el uso para forraje a nivel mundial, esta suma oculta las grandes diferencias entre los países. En los países de ingresos medios y medios altos, se prevé que el uso para forraje de los productos básicos de cultivo se incrementará con mayor rapidez que el uso alimentario, ya que se espera que la mayor demanda de proteína animal propicie una mayor demanda de forraje para sostener la producción. La tendencia es especialmente pronunciada en los países de ingresos medios altos, donde se originará más de la mitad de la demanda adicional de forraje. Por otra parte, se prevé que, en los países de ingresos bajos, el crecimiento del uso alimentario sobrepasará el del uso para forraje, ya que la creciente población eleva la demanda de alimentos básicos. Se espera también que el uso mundial de biocombustibles crezca y su participación del uso total aumente 0.5% para 2033.
1.4.2. La ingesta de calorías va en aumento, pero la diversificación de los hábitos alimentarios permanece lenta
Se prevé que la ingesta diaria de calorías per cápita (consumo neto de residuos domésticos) aumentará en las economías en desarrollo y emergentes, y que la mayoría de estas calorías sea añadida por los países de ingresos medios bajos, seguidos de los de ingresos medios altos (Figura 1.8). En particular, se espera que los aumentos del ingreso per cápita en la India y en otras partes del Asia emergente contribuyan al incremento de la ingesta de todos los productos básicos alimentarios. En los países de ingresos bajos, pese a las tasas relativamente altas de crecimiento del PIB, la población en aumento representará solo ganancias moderadas en términos per cápita y, por tanto, solo incrementos moderados en la ingesta de alimentos, en comparación con los países de ingresos medios. Ante la estabilización de las dietas, los consumidores de las economías de ingresos altos incrementarán su ingesta de calorías tan solo ligeramente.
Se prevé que la ingesta per cápita de los productos de primera necesidad, que son la principal fuente de calorías, se elevará 5.3% a nivel mundial y que el crecimiento se concentrará en los países de ingresos medios y bajos, dado que la ingesta en aquellos de ingresos altos se ha estabilizado. Si bien se espera un giro en la estructura de los hábitos alimentarios de alimentos básicos a consumir productos de mayor valor agregado, la transición será aún lenta, pues la evolución de las canastas de alimentos en todo el mundo es paulatina, bajo la restricción del ingreso y las preferencias culturales. Se prevé que para 2033, la proporción de energía alimentaria procedente de productos animales, frutas y verduras ricos en nutrientes en los países de ingresos medios, solo aumentará poco más de 1%. Los hábitos alimentarios son aún más rígidos en los países de ingresos bajos, donde el porcentaje de energía alimentaria proveniente de fuentes animales sigue sin cambios y la mayor parte de las calorías (71%) aún proviene de los alimentos básicos. Esta lenta transición a los alimentos de fuentes animales y a otros alimentos nutritivos en las economías de ingresos bajos y medios, ilustra los retos enfrentados para lograr el ODS 2 de mejorar la nutrición de la población mundial hacia 2030. No obstante, a pesar del cambio limitado en la dieta, en las Perspectivas se prevé un consumo adicional de productos alimentarios de alto valor en los países de ingresos medios y bajos, en consonancia con el crecimiento económico.
Se prevé que, a nivel mundial, la ingesta per cápita de grasas y edulcorantes se elevará 18.1 kcal/día y 7.2 kcal/día, respectivamente. Se prevé que el consumo de grasas crecerá con fuerza en la India, el Sudeste asiático y América Latina, y el de azúcar en el Sudeste asiático, a causa de los aumentos en el ingreso per cápita. Se espera que, en las economías de ingresos altos, la ingesta per cápita de grasas y edulcorantes baje más durante los próximos 10 años, debido al creciente interés por la salud y a las medidas de política pública que desalientan su consumo excesivo. La disminución del consumo de estos alimentos se compensa con los aumentos en el de carne de aves de corral, pescado, frutas y verduras, que se consideran más favorables para la salud.
El informe de la FAO El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) reúne estadísticas de la prevalencia de la subalimentación en todo el mundo. En el informe, el hambre se define como la proporción de la población cuya ingesta diaria de alimentos se ubica por debajo de las necesidades mínimas de energía alimentaria (NMEA). Según (FAO, 2023[1]) cerca de 735 millones de personas —9.2% de la población mundial— padeció hambre en 2022. Sin embargo, como se aprecia en la Figura 1.8, la ingesta promedio de calorías per cápita al día en el periodo de referencia (2021-2023) excede las NMEA de 2022 en todos los grupos de países. Esto implica que, aunque hay alimentos suficientes para cubrir las necesidades de energía, la distribución desigual de calorías dentro de los países —y entre ellos— es la razón principal de la prevalencia del hambre. Lo anterior resalta la importancia de las políticas socioeconómicas como redes eficaces de seguridad social y de los programas de distribución de alimentos para abordar la subalimentación.
1.4.3. Se prevé que el consumo de proteínas de diversas fuentes aumentará en todo el mundo
En respuesta a la creciente riqueza de los consumidores de economías emergentes, se prevé que la ingesta mundial per cápita de proteínas aumentará a 79.8 g al día para 2033, de 76.6 g en el periodo base. Si bien se prevé que los países de ingresos medios altos cerrarán la brecha de consumo con los países de ingresos altos a finales del decenio, la brecha de los países más pobres se mantendrá entre 50%-70% de la ingesta en los países de ingresos altos, lo cual representa una ligera mejora en relación con el periodo base.
También persistirán las diferencias en la composición de las fuentes de proteína; se espera que los países de la región del África subsahariana y la de Cercano Oriente y África del Norte consuman proteínas en su mayoría provenientes de fuentes vegetales, dado que su ingreso doméstico disponible promedio es considerablemente más bajo (Figura 1.9). En Asia meridional, los productos lácteos frescos siguen siendo una fuente esencial de proteínas. Se prevé que la India y el Pakistán añadirán más de 2 g cada uno de proteína láctea a su ingesta promedio per cápita al día, con lo que la proporción de productos lácteos en la ingesta total de proteína ascenderá a 17.6% y 28.3%, respectivamente.
En los países de ingresos altos de América del Norte, Europa y Asia Central, los regímenes nutricionales se estabilizaron y las fuentes animales suministran la mayor parte de sus necesidades proteicas. Sin embargo, pese a la gran estabilidad de los hábitos alimentarios de estas regiones, se espera que las crecientes inquietudes ambientales y de salud alejen las preferencias del consumidor de la carne roja y procesada, sobre todo la de vacuno, a alternativas más magras y supuestamente más amigables con el medio ambiente, como la carne de aves de corral, el pescado y la proteína vegetal. Esta tendencia a la sustitución de un tipo de carne por otro ya es notoria en muchos países industrializados, donde ha tenido lugar un aumento evidente en el consumo per cápita de carne de aves de corral, a expensas de la de vacuno. También se prevé que la conciencia sanitaria cada vez mayor en las economías industrializadas elevará la demanda de algunos otros productos de alto valor como frutas, verduras, frutos secos y semillas.
1.4.4. La participación de los alimentos en el gasto familiar total sigue a la baja, pero se mantiene alto en los países más pobres
Se espera que la proporción de la renta familiar disponible que se gasta en alimentos continúe a la baja en todas las regiones (Figura 1.10). Si bien se prevé que la mayor disminución tendrá lugar en los países de ingresos bajos, su porcentaje de gasto en alimentos permanecerá alto, lo cual es señal de una mayor vulnerabilidad a las perturbaciones en los precios de los productos básicos alimentarios en los países con mayor inseguridad alimentaria. Una alta proporción de alimentos en el gasto total también tiene efectos adversos sobre el desempeño macroeconómico de los países de ingresos bajos. En los países que son importadores netos de productos básicos agrícolas, como los del África subsahariana, los precios internacionales altos y fluctuantes impactan la facturación de las importaciones de alimentos, lo cual intensifica los problemas relacionados con los pagos y se suma a las presiones inflacionarias.
1.4.5. El uso en aumento del forraje se debe a la ampliación de los rebaños y a la creciente intensificación de los sistemas de producción ganadera y acuícola
Se prevé que, durante el periodo de la proyección, los inventarios mundiales de animales aumentarán 10%, en tanto que la producción basada en proteínas se incrementará 14%, lo cual indica la intensificación de los sistemas de producción ganadera y acuícola. Se prevé que la ampliación de los rebaños y la constante intensificación de los sistemas de producción, fomentada por la demanda de proteína animal debida a los ingresos y al crecimiento demográfico, generarán un aumento de 13% de la demanda de forraje equivalente de proteína a nivel mundial, lo cual señala la mejora general de la genética animal, la tecnología de forraje y la gestión de los rebaños. La mayor parte del aumento esperado del consumo de carne provendrá de países de ingresos medios, donde el porcentaje de la producción de explotaciones agrícolas comercializada e intensiva en forraje va en aumento, al igual que el número de animales (Figura 1.11). En dichos países, el crecimiento del consumo de forraje es similar al de la producción animal, o lo rebasa, incluso sin tomar en cuenta el porcentaje de la producción de forraje no concentrado, como pastura, heno, paja y residuos que no se incluyen en la demanda de forraje proyectada. Se espera la intensificación del forraje, en especial en el Sudeste asiático, donde el incremento de la producción de carne de cerdo y carne de aves de corral aumentará la demanda de harina proteica y cereales, mayormente importados.
Sin embargo, pese al aumento previsto del consumo de forraje para 2033, el ritmo del crecimiento se desacelerará considerablemente, en comparación con el decenio pasado. Entre las economías de ingresos medios altos, se espera que el crecimiento de la demanda en China en particular se desacelere considerablemente debido a la mayor eficiencia del forraje y a la reducción del porcentaje de harina proteica en las raciones de forraje del ganado, la débil recuperación económica y una población decreciente que consume una dieta relativamente estable. En las economías de ingresos altos, la mayor eficacia de la producción reducirá los rebaños, por lo que solo se prevé un lento aumento del uso de harinas proteicas y cereales para forraje.
1.4.6. Las economías emergentes encabezan el aumento del uso de los productos agrícolas primarios como materia prima en la producción de biocombustibles
Los biocombustibles son combustibles líquidos para transporte derivados de la biomasa que se utilizan sobre todo en mezclas con combustibles fósiles para reducir las emisiones de GEI y aumentar la seguridad energética. La producción de biocombustibles genera una demanda adicional de productos básicos agrícolas. El maíz y los productos de azúcar conforman la mayor parte de las materias primas para producir etanol, en tanto que la producción de biodiésel depende sobre todo de los aceites vegetales y del aceite de cocina usado. A nivel mundial, 6.9% del total de energía consumido al año corresponde a los biocombustibles, porcentaje que se prevé que aumentará a 7.3% a finales del decenio.
Se prevé que el uso mundial de biocombustibles crezca, impulsado por la demanda de combustible para transporte y por las políticas públicas. Durante los próximos 10 años, un porcentaje considerable de la nueva producción de biodiésel corresponderá a las economías emergentes, en especial el Brasil, Indonesia y la India, donde la demanda de combustible para transporte va en aumento y se están implementando políticas de apoyo para el consumo y la producción de biocombustibles. Se prevé que el etanol basado en caña de azúcar contribuirá en gran medida al aumento en estos países (Figura 1.12).
En los Estados Unidos de América (en adelante, los Estados Unidos) y la Unión Europea, donde el consumo de biocombustibles es alto, el nuevo uso de biocombustibles para transporte terrestre se verá restringido por factores como la creciente adopción de vehículos eléctricos, las mejoras en la eficiencia de los vehículos y las políticas que fomentan el uso de materias primas sostenibles que no compitan directamente con los cultivos alimentarios y para forraje.
1.5. Producción: Evolución proyectada para 2024-2033
Copy link to 1.5. Producción: Evolución proyectada para 2024-20331.5.1. El crecimiento de la producción sigue apoyado sobre todo por los incrementos en el rendimiento en los países de ingresos medios y bajos
Se prevé que, durante los próximos 10 años, el valor de la producción agrícola mundial (medido en precios constantes), aumentará 1.1% al año. Se prevé que la producción ganadera encabezará este crecimiento, con 1.3% anual, debido sobre todo al aumento esperado en el producto de la venta de la producción. Se espera que la producción pesquera se incremente 1.1% al año, ya que se prevé que la producción agrícola crecerá a una tasa anual de 1.0%.
Se espera que los países de ingresos medios y bajos sigan siendo los principales lugares para la expansión de la agricultura a nivel mundial (Figura 1.13), y que aporten cerca de 80% de la producción agrícola mundial a finales del periodo de la proyección. Se prevé que China tendrá una participación menor en la producción agrícola y ganadera, pero que aumentará su participación de la producción pesquera. Por el contrario, se espera que la India tenga una participación mayor en la producción ganadera y agrícola.
Se prevé que las regiones del África subsahariana y del Cercano Oriente y África del Norte alcancen un aumento importante de su producción, aunque a partir de una base baja. Si bien en la actualidad los cultivos dominan la producción agrícola en estas regiones, se prevé un crecimiento más rápido en los sectores de mayor valor de la producción ganadera. En concreto, los lácteos representarán una buena parte del incremento de la producción ganadera en el África subsahariana, en tanto se espera que la carne de aves de corral sea el principal líder del crecimiento en Cercano Oriente y África del Norte.
En otras regiones, se espera que el crecimiento de la producción sea más moderado. Europa y Asia Central será la región que crecerá con mayor lentitud. También se prevé un crecimiento limitado en América del Norte y en América Latina y el Caribe, y que el crecimiento de la producción agrícola sobrepasará a la ganadera. El crecimiento se derivará en su mayor parte del aumento de la productividad, ya que se espera que la disminución a largo plazo del uso de la tierra agrícola persista; sin embargo, regulaciones más estrictas relativas a la sostenibilidad ambiental y al bienestar de los animales ejercerán una presión descendente sobre las mejoras en rendimientos.
Con el supuesto de una transición continua a sistemas de producción más intensivos, en particular en los países de ingresos medios y bajos, se prevé que 80% de la producción agrícola mundial se derivará de las mejoras en el rendimiento. De igual manera, se espera que una gran proporción del crecimiento de la producción ganadera y pesquera se derive de las mejoras en el rendimiento, aunque la ampliación de los rebaños también contribuirá al crecimiento de la producción ganadera. Sin embargo, se prevé que la tasa de crecimiento de la producción no igualará los niveles alcanzados en el decenio pasado. Esta desaceleración puede atribuirse a que se cuenta con menos incentivos de crecimiento, a que la demanda ha crecido poco, y a que el avance hacia la mejora de la eficacia de la producción es limitado.
Según las Perspectivas, en la región de Asia y el Pacífico, cuyos recursos son restringidos, el crecimiento de la producción se deberá predominantemente al aumento de la productividad de la tierra. La expansión de la producción agrícola en el África subsahariana se sustentará en el aumento de hectáreas cultivadas y de la productividad de la tierra, derivado sobre todo de la disponibilidad de mejores variedades de cultivo y una mejor gestión de las explotaciones agrícolas. En América Latina y el Caribe, el sólido crecimiento de la producción agrícola, derivado tanto de la ampliación como de la intensificación, se verá fortalecido por los incrementos en rendimiento debidos a los rápidos aumentos proyectados en la aplicación de fertilizantes. Se espera que, en las economías desarrolladas, el crecimiento provenga principalmente del aumento de la productividad, dada la disminución a largo plazo del uso de la tierra agrícola. Sin embargo, regulaciones más estrictas relativas a la sostenibilidad ambiental y al bienestar animal podrían aminorar los aumentos de los rendimientos si se endurecieran más adelante.
1.5.2. La mejora de los rendimientos sustenta el crecimiento de la producción, pero hay margen para una intensificación sostenible
Se prevé que, pese al crecimiento del rendimiento mundial promedio y a los notorios aumentos en las regiones de ingresos bajos y medios, persistirán grandes desigualdades en los niveles de rendimiento de varios productos básicos entre las regiones de altos y bajos rendimientos. En la Figura 1.14 se muestran las grandes variaciones en rendimientos de algunos productos básicos de cultivo en las distintas regiones. Productos básicos como el maíz, las raíces y los tubérculos tienen el mayor diferencial de rendimiento, debido a su mayor potencial de rendimiento. Como se observa en la figura, en las Perspectivas no se prevén cambios de importancia en la distribución de rendimientos durante el próximo decenio.
Bajo la advertencia de que los cambios en la composición de los productos básicos pueden influir en el incremento de los rendimientos, se prevé que los mayores aumentos absolutos y relativos del rendimiento mundial promedio se aplicarán a las raíces y tubérculos, impulsados sobre todo por la región de Asia meridional y el Sudeste asiático. Por otro lado, la distribución del rendimiento de la soya es ya relativamente alta en todas las regiones, lo cual señala que la mayor parte de la producción corresponde a los productores avanzados. Sin embargo, en cuanto a las semillas oleaginosas, estas muestran un diferencial menor y el aumento más lento en el rendimiento promedio, atribuido en gran parte a los retos vinculados con el envejecimiento de las plantaciones de aceite de palma en Indonesia. En el África subsahariana, se esperan aumentos porcentuales importantes en el caso de los cereales y las raíces y tubérculos, aunque a partir de una base muy baja. Si bien se espera que las brechas de rendimiento a nivel mundial se reduzcan en algunos cereales como el trigo (-7%), el maíz (-1%) y el arroz (-2%), se espera que el diferencial aumente en otros cereales secundarios (7%), soya (2%), otras semillas oleaginosas (7%), legumbres (6%), y raíces y tubérculos (7%).
Analizar la aplicación de fertilizantes por hectárea de cultivos plantados en relación con la producción por hectárea, puede ayudar a explicar la variación observada en los rendimientos de todas las regiones. Sin embargo, vale la pena notar que factores más allá de los fertilizantes —entre ellos, las prácticas de gestión de las explotaciones agrícolas, las condiciones climáticas y los recursos naturales— también influyen en el avance de los rendimientos. En la Unión Europea y en los Estados Unidos, donde los rendimientos son ya altos, la evolución futura de las prácticas de producción podría resultar limitada en comparación con la de otros países, aunque aún se espera que los cambios en los rendimientos superen a los que surjan en la aplicación de fertilizantes. En el África subsahariana, aunque a partir de una base baja, se espera que se registren grandes aumentos, tanto de la aplicación de fertilizantes nitrogenados como de sus rendimientos.
Si se desea cubrir la demanda alimentaria futura sin aumentar la superficie utilizada para la agricultura y así evitar emisiones de GEI por el desmonte de tierras, se requerirá aumentar el rendimiento de la tierra agrícola cultivada actualmente, mediante la intensificación sostenible de los sistemas agrícolas. En el Recuadro 1.1 se analizan los factores que ahora limitan el rendimiento de las explotaciones agrícolas y las medidas necesarias para mejorarlo en la región del África subsahariana.
Recuadro 1.1. Intensificación sostenible de la agricultura en el África subsahariana
Copy link to Recuadro 1.1. Intensificación sostenible de la agricultura en el África subsaharianaEl África subsahariana se ha convertido en la región con mayor inseguridad alimentaria del mundo, y depende cada vez más de productos importados para alimentar a su creciente población. El riesgo que esto conlleva resultó obvio desde el principio de la guerra en curso en Ucrania, cuando los precios de los fertilizantes y de los alimentos alcanzaron su pico. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación realizada en Senegal en 2023 se acordó que el continente puede, y debería, autoalimentarse. El África subsahariana sufre de inseguridad alimentaria debido a su limitado desarrollo agrícola, junto con un potencial de producción natural de cultivos bajo en términos generales y que se agrava cada vez más por el cambio climático. El rendimiento promedio de los cultivos es de solo 1 250 kg/ha de equivalencias de cereal, en comparación con el promedio mundial de 4 100 kg/ha. Sin embargo, el rendimiento potencial de la región es de dos a seis veces más alto, dependiendo de la región y de los cultivos en cuestión.
Intensificación sostenible: ¿El camino hacia el futuro?
Se requieren políticas agrícolas que creen un entorno favorecedor para que los productores inviertan en la tierra que tienen ahora en vez de talar bosques y pastizales. Los posibles aumentos de rendimientos de la intensificación sostenible pueden brindar múltiples beneficios, por ejemplo, mayor seguridad y soberanía alimentarias, desarrollo económico, reversión del agotamiento del suelo, así como una menor presión sobre la tierra, la naturaleza y el clima. Apoyar a los países africanos a emprender una intensificación agrícola que impulse el desarrollo socioeconómico puede ser también una manera rentable de reducir la migración ilegal a Europa, al atender dos causas raíz: la pobreza y los conflictos. Para intensificar la agricultura de una manera sostenible, deben cumplirse varias condiciones clave.
Incrementar el volumen y la calidad de la producción de alimentos y de forraje
Dado que la producción agrícola africana se ve mucho más seriamente limitada por las tierras poco fértiles que por la escasez de precipitaciones, aumentar el uso de fertilizantes es un primer paso mucho más eficiente y económico de intensificar la agricultura que el riego (Plant Production Systems, 2019[2]). Como parte de una gestión integrada de fertilidad del suelo, es necesario utilizar fertilizantes combinados con elementos como materia orgánica y cal, semillas mejoradas y protectores de cultivos, con el fin de mejorar y mantener la salud del suelo. Si bien la región tiene una tasa de aplicación más alta de estiércol en comparación con los fertilizantes sintéticos, por lo general la calidad del estiércol es baja debido a la pobreza de la dieta de los animales y a la ineficiente recolección, manejo y almacenamiento. Con respecto a los fertilizantes sintéticos, en la actualidad se usa en la región un promedio de 20 kg/ha, mucho menos que el uso mundial de 140 kg/ha. En los países por debajo de los 20 kg/ha, la producción anual per cápita es de 250 kg de equivalentes de cereales, apenas suficiente para cubrir los requerimientos de energía; en los países por arriba de 20 kg/ha, se producen 400 kg/cápita. Esta baja aplicación de fertilizantes no se debe solo a los precios altos y a la limitada experiencia de los productores, sino también a la falta de semillas mejoradas y de productos protectores de los cultivos, así como a los bajos precios al productor. Aparte de los servicios de mejora de la calidad, se requiere que los mercados de insumos y productos transparentes y eficaces aumenten su disponibilidad, asequibilidad y aplicación de fertilizantes. En una quinta parte de los países están en proceso estas medidas que pueden servir como ejemplos.
Promover la producción ganadera
Grandes zonas de la región —sobre todo fronteras desérticas y tierras altas en las que las precipitaciones y las temperaturas limitan los rendimientos de los cultivos— son ideales para la producción de rumiantes. En el Sahel, el tradicional sistema nómada solía producir hasta ocho veces más proteínas por kilómetro cuadrado que el sistema de ganadería bajo condiciones semejantes en los Estados Unidos y en Australia ( (Breman and de Wit, 1983[3])). Sin embargo, la crianza nómada de rumiantes está perdiendo más y más tierra de pastoreo ante los agricultores, a medida que la zona de cultivo se expande, impulsada por el crecimiento demográfico. Además, los agricultores mantienen cada vez más al ganado como capital y como insumo para la producción de estiércol y la tracción animal, en vez de elevar al máximo la producción de proteínas de origen animal. Optimizar la producción de alimentos como recién se describió, va de la mano con aumentar la disponibilidad y la calidad del forraje. Ya que por lo general los insumos externos tienen una mejor relación costo-beneficio en la agricultura arable que en la crianza de animales, los sistemas agrícolas mixtos —en los que el uso de fertilizantes aumenta la calidad del forraje animal producido en la explotación agrícola— brindan la oportunidad de aumentar la productividad ganadera. Además, es posible practicar la crianza de animales en regiones ganaderas características como el Sahel, donde las dietas de estos, ahora en deterioro por la pérdida de movilidad pastoral, pueden mejorarse con concentrados de forraje producidos en las regiones arables vecinas. De tal manera, la competencia por la tierra –causa raíz de la contraposición entre los productos ganaderos y los agricultores– podría convertirse en colaboración.
Invertir en infraestructura para el crecimiento
La red carretera y ferroviaria, así como la infraestructura de almacenamiento, se han mantenido por mucho tiempo subdesarrolladas en el África subsahariana, debido a la baja densidad demográfica y a la falta de inversión de los sectores público y privado. Esto ha limitado el desarrollo agrícola y el desarrollo socioeconómico general. Por consiguiente, una opción de política pública clave es mejorar el transporte y la infraestructura, invertir en instalaciones de almacenamiento, por ejemplo, en sistemas de refrigeración para reducir las pérdidas de alimentos, a menudo altas, y desarrollar mercados de insumos y productos, incluidas las cadenas de valor. Para los agricultores, esta opción ofrece un fuerte incentivo para incrementar su producción. Después de todo, el mejor incentivo para una mayor productividad es el mercado.
Igualar las condiciones
Dado que la competitividad de la agricultura en el África subsahariana es escasa, es recomendable permitir a los países imponer medidas fronterizas temporales (aranceles o contingentes) para los alimentos básicos, y a la vez recibir apoyo en su proceso de intensificación. Dichas políticas se requerirán hasta que la industria agroalimentaria de la región, en gran medida en sus inicios, madure y sea capaz de competir en el mercado mundial. De esta manera se igualan las condiciones en la agricultura mundial, dados los subsidios que los productores aún reciben en América del Norte, Europa y muchos países asiáticos.
Nota: En este recuadro se presenta un resumen de una serie de artículos publicados por Wouter Van der Weijden y Henk Breman en https://agrifoodnetworks.org.
1.5.3. Se esperan cambios menores en la tierra usada para la agricultura
La agricultura utiliza 38% de la superficie terrestre mundial, un tercio de la cual se dedica al cultivo y los dos restantes siguen utilizándose como pastura para la ganadería. Desde una óptica histórica, la conversión de la tierra de los ecosistemas naturales a la agricultura ha sido la fuente principal de emisiones directas de GEI provenientes del sector agrícola. Si bien en las Perspectivas no se incluye la medición de los efectos de la conversión de la tierra a emisiones directas de GEI, proyectar cambios en el uso de la tierra desde la perspectiva del rendimiento y de los recursos es importante para comprender la evolución futura en los mercados agrícolas. Durante los próximos 10 años, no se contempla que la superficie total de tierra utilizada para la agricultura aumente, ya que cualquier incremento en la tierra de cultivo, se compensará con la disminución en la pastura (Figura 1.15). Se espera que la ampliación de la tierra de cultivo contribuya con 15% del crecimiento proyectado en la producción agrícola.
Se prevé que dicha ampliación ocurrirá de manera predominante en Asia y el Pacífico (con 15 Mha), América Latina (7 Mha), y el África subsahariana (18 Mha). En Asia y el Pacífico, es probable que la pastura se convierta en tierra de cultivo, en tanto que en las regiones de América Latina y el África subsahariana se utilizará principalmente tierra no agrícola. Sin embargo, en el Cercano Oriente y África del Norte, la expansión de la tierra de cultivo se verá restringida por condiciones naturales; las escasas precipitaciones inhibirán la agricultura de secano y en la mayoría de las zonas el costo del riego será prohibitivo. A la inversa, se prevé que en América del Norte y en Europa Occidental, la tierra de cultivo disminuirá debido a que las estrictas regulaciones relacionadas con la sostenibilidad ambiental regirán cualquier aumento en la producción agrícola o la pérdida de hábitats naturales.
Se prevé que la tierra de pastoreo se reduciría 8 Mha en total en Asia y el Pacífico (excluidas China y la India), con la esperada transición de la producción ganadera basada en pastura a sistemas más intensivos de producción de carne de cerdo y carne de aves de corral. También se espera que la producción de rumiantes cambie a sistemas más intensivos en forraje, los cuales requieren menos tierra de pastura. A la inversa, se prevé que la pastura aumentará ligeramente en América del Norte, debido a la ampliación prevista de los rebaños vacunos.
1.5.4. La producción ganadera, en especial la de lácteos, se expandirá más, en tanto que el crecimiento de la producción pesquera se desacelerará
Se prevé que la participación de la producción ganadera en la producción agrícola disminuirá en los países de ingresos altos, pero en los de ingresos medios y bajos, aumentará (Figura 1.16). El incremento previsto de la producción mundial de carne se originará primordialmente en los países de ingresos medios y bajos en todo el sector ganadero. Por su parte, se prevé que la avicultura representará más de la mitad del aumento total de la proteína animal producida. Los ciclos de producción más cortos y la mayor eficacia en la conversión de forraje contribuirán a bajar los precios de la carne de aves de corral en relación con la de vacuno. El mayor aumento del volumen de la producción tendrá lugar en la región de Asia y el Pacífico, respaldado principalmente por las prácticas intensificadas de forraje y los adelantos en las técnicas de reproducción.
Se espera que el de los lácteos continúe siendo el sector ganadero que más rápido crezca, y que la India y el Pakistán encabecen el crecimiento absoluto de la producción de leche. Los factores de crecimiento variarán por región: los países de ingresos altos se centrarán en la intensificación de la producción mediante mejoras en los rendimientos, en tanto que, en los países de ingresos medios y bajos, en particular la India y el Pakistán, también se elevará el número de animales lecheros.
En años recientes, la producción mundial de pescado se ha dividido equitativamente entre la pesca de captura y la acuicultura. Se espera que el crecimiento futuro se base en un aumento continuo, aunque más lento, de la acuicultura, en tanto que la producción de pesca de captura permanecerá relativamente constante. Dicha desaceleración del crecimiento de la producción acuícola se atribuye a las regulaciones ambientales chinas, ahora más estrictas. Si bien se espera que los efectos negativos de El Niño sobre la pesca de captura sean temporales, los costos de los combustibles al alza seguirán restringiendo el crecimiento del sector. A la vez, las políticas públicas que fomentan la pesca sostenible impulsan una transformación del sector cuyo proceso podría entrañar un crecimiento más lento.
1.5.5. La intensidad de las emisiones mundiales de GEI de la agricultura bajará, pese al aumento de las emisiones en los países de ingresos bajos y medios bajos
En términos generales, la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra (AFOLU) representan alrededor de una quinta parte (22%) de las emisiones antropogénicas mundiales de GEI. La mitad de ellas se derivan de las emisiones directas de metano y óxido nitroso en las explotaciones agrícolas y la otra mitad, de emisiones indirectas de CO2 provenientes del uso de la tierra, el cambio del uso de la tierra y la actividad forestal (LULUCF) debidos a la expansión agrícola. En las Perspectivas se informa solo del componente directo vinculado con la producción en la explotación agrícola.
En las Perspectivas, las emisiones de GEI de Agricultura del IPCC se estiman utilizando las series cronológicas históricas de la base de datos Cambio climático: emisiones de los sistemas agroalimentarios de FAOSTAT y siguiendo la metodología Tier 1 del IPCC (es decir, el método básico que parte de factores de emisiones directas, como el tamaño de los rebaños, la aplicación de fertilizantes sintéticos por hectárea o las emisiones por hectárea relacionadas con el cultivo de arroz). Se supone que no habrá cambios en las políticas vigentes y que se mantendrán las tendencias actuales en los avances tecnológicos. Las metodologías de mayor nivel (que representan las prácticas de gestión, por ejemplo) brindan más certidumbre acerca de las estimaciones que quedan fuera del alcance de las Perspectivas.
Con esa salvedad, se espera que el crecimiento previsto de la producción agrícola aumente 5% las emisiones directas de GEI durante los próximos 10 años. La producción de rumiantes y otras piezas de ganado representará 62% de este aumento (Figura 1.17). Además, el uso de fertilizantes sintéticos representa una fuente de emisiones directas de GEI, sobre todo mediante la liberación de óxido nitroso durante el proceso de fertilización. Se prevé que los fertilizantes sintéticos seguirán contribuyendo con 34% de las emisiones directas de GEI adicionales durante los próximos 10 años. En las Perspectivas no se consideran las emisiones de GEI relacionadas con la producción de fertilizantes. Sin embargo, de ser así, esto en efecto aumentaría su huella ambiental declarada en el nivel de referencia cerca de 70%.
El cultivo de arroz es otra fuente de emisiones directas de GEI de la agricultura porque los arrozales de regadío emiten grandes cantidades de metano. Sin embargo, el aumento previsto de la producción de arroz se deberá en gran parte a las mejoras en los rendimientos sin cambios en las plantaciones de arroz, lo cual frenará el aumento de las emisiones de GEI.
Se prevé que la mayor parte del aumento de las emisiones de GEI tendrá lugar en las regiones de ingresos medios y bajos, debido sobre todo al mayor crecimiento de la producción de rumiantes. Pese al enorme trabajo realizado en dichas regiones para potenciar la sostenibilidad de los sistemas de producción, estos tienden a ser más intensivos en emisiones en promedio que los de los países de ingresos altos. Para 2033, el África subsahariana tendrá el mayor crecimiento anual de emisiones directas de GEI (0.9%), aunque a partir de una base baja, ya que esta región solo representa 16% de las emisiones mundiales directas de GEI de la agricultura. Por el contrario, Europa y Asia Central es la única región en la que se prevé que las emisiones de GEI disminuirán, debido a la reducción de la proporción de la producción de rumiantes. No obstante, en términos per cápita, las emisiones de GEI en los países de ingresos bajos permanecerán por debajo de las de los países de ingresos altos.
Se espera que, a nivel mundial, la intensidad de carbono de la producción agrícola disminuya durante los próximos 10 años, ya que se prevé que las emisiones directas de GEI crecerán con mayor lentitud que la producción agrícola (Figura 1.18). Sin embargo, esto oculta importantes variaciones geográficas. Se espera que el África subsahariana experimente la disminución más sustancial en la intensidad de las emisiones de GEI. La razón es que, por lo general, es más fácil disminuir las emisiones en los sistemas de producción inicialmente más intensivos en emisiones que en las regiones en las que ya se ha trabajado bastante en reducirlas.
1.5.6. Los impactos del cambio climático impondrán retos y oportunidades adicionales a la producción agrícola
La producción agrícola es moldeada al mismo tiempo por los efectos del cambio climático y por las medidas tomadas para adaptarse a ellos. Si bien ambos aspectos se toman en cuenta en las proyecciones de producción de las Perspectivas, las fuertes interconexiones entre ellos no permiten separar sus efectos individuales a mediano plazo. En el Recuadro 1.2 se describe el grado en el cual el modelo Aglink-Cosimo incorpora estos efectos.
Recuadro 1.2. La producción agrícola es moldeada por el impacto del cambio climático y la adaptación a este
Copy link to Recuadro 1.2. La producción agrícola es moldeada por el impacto del cambio climático y la adaptación a esteEl impacto del cambio climático está implícitamente incorporado en las proyecciones de producción del informe OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas. Los rendimientos se ven influidos por muchos factores interactivos e interdependientes, como el clima, la variedad de cultivos, la técnica de producción, las plagas y las enfermedades que generan grandes variaciones en los rendimientos registrados. Los efectos del cambio climático sobre los rendimientos se sienten cada vez más con el tiempo: mayor variabilidad de la temperatura y las precipitaciones, trastornos en los servicios ecosistémicos y una creciente frecuencia y gravedad de los eventos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones, olas de calor y tormentas. Si bien a algunas regiones pueden resultarles beneficiosos los periodos de crecimiento más largos, el cambio climático podría también provocar que muchas regiones en crecimiento actuales resulten inadecuadas para la producción.
Los actores privados están tomando medidas de preparación para el cambio climático, para afrontarlo y para adaptarse a sus efectos; a esto se le llama “adaptación autónoma”. Las respuestas características de los productores incluyen innovación en la gestión operativa de las explotaciones agrícolas, como cambios de las fechas de siembra, modificaciones en la mezcla de cultivos, diversificación de las actividades agrícolas, implementación de un control de plagas integrado, y otras prácticas y tecnologías de agricultura climáticamente inteligente. En la práctica, hay muchas restricciones para la capacidad de los productores de adoptar estos tipos de prácticas, incluida la falta de recursos e incentivos, limitaciones especialmente serias cuando los productores son pobres y vulnerables. Los gobiernos pueden promover prácticas de agricultura climáticamente inteligente y la adaptación autónoma al apoyarse en políticas de protección social, como las transferencias sociales y los programas de trabajo públicos.1 Las transferencias de protección social pueden suavizar las restricciones presupuestarias y alterar las preferencias de riesgo de los beneficiarios para aumentar la probabilidad de que implementen prácticas de agricultura climáticamente inteligente. De igual manera, los programas de obras públicas podrían mejorar las capacidades de adaptación de los beneficiarios directos y de sus comunidades.
Dado que el modelo Aglink-Cosimo está vinculado con los avances históricos, su punto de arranque es el mundo como es ahora, donde los efectos del cambio climático sobre los posibles rendimientos son ya visibles. Sin embargo, esta adaptación ha reducido una parte importante de sus efectos negativos. Todos estos factores influyen en la producción, sobre todo las proyecciones de rendimientos, y se toman en cuenta en las Perspectivas para los próximos 10 años, con base en el modelaje y en la opinión de expertos.
Dado que los fenómenos de aparición lenta2 son moderados por la adaptación autónoma y los fenómenos extremos probablemente causen efectos mayores en el largo plazo, el horizonte de 10 años proyectado en las Perspectivas solo arroja pequeñas variaciones en el rendimiento debidas al cambio climático. Además, considerando la cercana interrelación entre los efectos del cambio climático y la adaptación autónoma, no es posible separar las influencias individuales de estos impulsores en las Perspectivas actuales.
1 Sin embargo, estos impactos dependen de múltiples factores contextuales específicos.
2 Los fenómenos de aparición lenta evolucionan de manera paulatina a partir de cambios incrementales que tienen lugar durante un largo periodo de tiempo o a partir de una mayor frecuencia o intensidad de eventos recurrentes (CMNUCC, 2011[1]). Ejemplos clásicos de ellos son la desertificación, el aumento del nivel del mar y las enfermedades epidémicas.
Fuente: Cobourn (2023[5]), FAO (2022[6]), OECD (OECD, 2023[7]), Scognamillo, Mastrorillo and Ignaciuk (2024[8])
1.6. Pérdida y desperdicio de alimentos: impacto de una reducción de 50%
Copy link to 1.6. Pérdida y desperdicio de alimentos: impacto de una reducción de 50%1.6.1. Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ayudaría a fomentar sistemas alimentarios sostenibles
Se ha reconocido ampliamente la gran pérdida y desperdicio de alimentos en todas las cadenas de valor alimentarias. Según el informe de referencia de la FAO sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos, con base en datos de 2007 (FAO, 2011[9]), “A nivel mundial, alrededor de un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para consumo humano se pierde o se desperdicia”. Esto no solo presiona al entorno natural, sino también reduce la disponibilidad de alimentos. Por consiguiente, combatir la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental para mejorar la sostenibilidad ambiental de los sistemas alimentarios mundiales, así como optimizar la seguridad alimentaria y la nutrición. Pese a la falta de un marco armonizado, por lo general la pérdida de alimentos se define como todas las pérdidas dentro de la cadena de valor alimentaria, desde la poscosecha, la matanza o la captura, hasta la venta al por menor. El desperdicio de alimentos se refiere al desperdicio en la venta al por menor y en el consumo final.
Como parte de la Agenda 2030 de la Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, el ODS 12 establece un compromiso global de habilitar sistemas de producción y consumo sostenibles. En la meta 12.3 de los ODS se pide que, de aquí a 2030, se reduzca a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, así como que se reduzcan las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha, durante el mismo periodo. No obstante, las acciones gubernamentales emprendidas para combatir este reto se ven obstaculizadas por la falta de datos confiables sobre la magnitud y la distribución de la pérdida y el desperdicio de alimentos dentro de las cadenas de valor, sus variaciones entre países y los productos básicos más afectados.
Para dar seguimiento al ODS 12.3, se han realizado estimaciones de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Según la FAO, cerca de 13% de los alimentos producidos se pierde después de la cosecha y antes de llegar a los mercados minoristas (FAO, 2019[10]), en tanto que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) establece que 19% de la producción mundial total de alimentos se desperdicia en los hogares, el servicio de alimentación y el comercio minorista (UNEP, 2024[11]). Como parte de las iniciativas continuas para desarrollar su capacidad de rastrear los impactos más allá de los avances del mercado sobre los sistemas alimentarios, en las Perspectivas se han desarrollado estimaciones de la ingesta de alimentos. Dicha ingesta se estima al integrar métodos analíticos que primero eliminen la pérdida de alimentos de aquellos disponibles después de la cosecha y luego eliminen el desperdicio de alimentos de su consumo alimentario.
En las proyecciones de las Perspectivas se concluye que la meta 12.3 de los ODS no se cumplirá, de no transformar los sistemas agroalimentarios mundiales. Suponiendo porcentajes constantes de pérdida y desperdicio de alimentos, en las Perspectivas se prevé que cerca de 700 Mt de alimentos se perderán entre la cosecha/matanza/captura y comercio al por menor, y que 1 140 Mt adicionales se desperdiciarán en los puntos de venta minoristas y el hogar. Esto representa una pérdida y desperdicio de alimentos adicional de aproximadamente 230 Mt en comparación con el periodo base (2021-2023).
En el periodo base, las frutas y verduras representan más de la mitad de los alimentos perdidos y desperdiciados, dada su naturaleza extremadamente perecedera y su caducidad relativamente corta (Figura 1.19, panel a). Al ser el producto básico de mayor producción y consumo, los cereales contribuyen con un alto porcentaje de 23% del total. Los productos cárnicos y lácteos representan un bajo porcentaje por peso, lo cual se explica porque en el hogar tiende a desperdiciarse menos productos de alto valor. Sin embargo, estos predominan y equivalen a un tercio de la pérdida y desperdicio de alimentos al medirse por valor monetario.
En lo que respecta a la seguridad alimentaria y la nutrición, los porcentajes de pérdida y desperdicio de alimentos pueden convertirse a calorías o proteínas, para así reflejar la cantidad de energía o nutrientes de diferentes productos básicos. Algunos productos básicos alimentarios tienen un alto contenido proteico (productos de origen animal), otros son ricos en calorías (alimentos básicos, grasas y azúcar), y algunos más aportan vitaminas y minerales esenciales (frutas y verduras). En el panel b de la Figura 1.19 se ilustra cómo los principales productos básicos alimentarios contribuyen a la pérdida y desperdicio totales de alimentos sobre una base de calorías durante el periodo de referencia. Se muestra que, en 2033, un estimado de 2.8 millones de Terra calorías se perderá y desperdiciará entre la salida de la explotación agrícola y la llegada a los puntos de venta minorista y a los hogares. Para poner lo anterior en perspectiva, la cifra representa más del doble del número total de calorías consumidas en la actualidad en los países de ingresos bajos en un año. Los cereales, legumbres, raíces y tubérculos —la fuente principal de calorías para la mayoría de las poblaciones pobres del mundo—, representan casi dos tercios de las calorías perdidas y desperdiciadas; los cereales por sí solos contribuyeron con 53%.
Por tanto, reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos representa una posible oportunidad de resolver la actual distribución desigual de calorías dentro de los países y entre ellos. Al minimizar las pérdidas a lo largo de la cadena de suministro de alimentos, será posible preservar y distribuir equitativamente más alimentos, velando por que una mayor proporción de las calorías disponibles llegue a quienes más las necesiten. Esto está en consonancia con los ODS de mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición para la población mundial en 2030.
Varios factores sustentan la incidencia de la pérdida y el desperdicio de alimentos en todos los grupos de ingresos. En el extremo inferior del espectro de los ingresos, el acceso limitado a la tecnología y a infraestructura, como el almacenamiento en frío y el transporte eficaz, generan ineficacia en la cadena de suministro y desperdicio doméstico. A medida que los consumidores se enriquezcan, dichos impedimentos tecnológicos se superarían paulatinamente, y la pérdida y el desperdicio de alimentos estarían determinados en su mayoría por factores ambientales naturales, estándares de comercialización, medidas en materia de inocuidad alimentaria (por ejemplo, manejo de fechas de caducidad) y el comportamiento del consumidor; esto último refleja la interacción entre el consumo excesivo y el desperdicio de alimentos en las economías de ingresos altos.
1.6.2. El análisis de escenarios muestra las implicaciones para los sistemas alimentarios de reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos
En armonía con los compromisos para el desarrollo sostenible establecidos en 2015, varias iniciativas intergubernamentales convocan a desarrollar y poner en marcha estrategias nacionales para cumplir con la meta 12.3 de los ODS. Un creciente número de países está en proceso de fijar objetivos nacionales para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, y poner en marcha políticas dirigidas a lograrlos. En un informe de la OCDE se hace un balance de las políticas sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos (OECD, forthcoming[12]) y se indica que casi todos los países de la OCDE han fijado estrategias nacionales y todos han implementado políticas de apoyo a dichas estrategias.
En un análisis de escenarios, en estas Perspectivas se exploran las posibles implicaciones para la oferta y la demanda mundiales, si dichas estrategias consiguen reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos hacia 2030. Si bien la meta 12.3 de los ODS establece el claro objetivo de lograr una reducción de 50% del desperdicio de alimentos en 2030, solo presenta recomendaciones para reducir la pérdida de alimentos, sin especificar objetivos cuantitativos. Este escenario estilizado aplica de forma uniforme un objetivo de 50% de reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos entre el periodo base y 2030. Este objetivo es sumamente ambicioso y requeriría realizar grandes cambios por parte de los consumidores y del productor. Se hacen los dos supuestos siguientes:
Supuesto 1: Transferencia de la reducción del desperdicio de alimentos a la demanda alimentaria
Al considerar de qué manera podrían los consumidores responder a una reducción del desperdicio de alimentos, es preciso reconocer que algunos hogares podrían optar por aumentar su ingesta de calorías, en vez de disminuir su demanda general de alimentos. Por consiguiente, la distribución de las preferencias del consumidor desempeña una función importante. En este escenario, el primer supuesto representa una menor proporción de la reducción de la demanda de alimentos en los países pobres, con base en la prevalencia de la subalimentación. La prevalencia de la subalimentación estima el porcentaje de la población cuya ingesta regular de alimentos no cubre los requerimientos de energía para mantener una vida saludable y activa. En los países en los que dicha prevalencia es menor que el umbral crítico de 2.5%, es decir, el nivel requerido para lograr el objetivo Hambre Cero, el escenario supone que la mayor parte de la reducción del desperdicio de alimentos se traducirá directamente en una disminución de la demanda de alimentos. Sin embargo, en los países con niveles de prevalencia de la subalimentación más altos, esa transferencia solo será parcial.
Supuesto 2: Transferencia de costos al productor y de precios al consumidor
Al considerar los costos económicos relacionados con la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, es fundamental reconocer que, pese a sus impactos adversos sobre los sistemas alimentarios generales, la pérdida y el desperdicio de alimentos se deriva de decisiones individuales de optimización que no toman en cuenta su externalidad negativa. En el marco actual de producción y consumo, hay poco o ningún valor percibido asignado a los alimentos que terminan por perderse o desperdiciarse. Son pocas las políticas actuales que lograrían reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos sin incurrir en costos a lo largo de la cadena de valor y, entre ellos, difícilmente alguno lograría una reducción de 50%. En consecuencia, debe plantearse un segundo supuesto que tome en cuenta el costo de implementación de las medidas para impulsar que se reduzca a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos por debajo de las pautas de producción y consumo observadas. Dichos costos de reducción inevitablemente afectarían tanto a los consumidores como a los productores. A falta de información integral sobre la estructura de costos, es necesario adoptar simplificaciones y hacer supuestos manejables para facilitar el análisis. En ese escenario estilizado, se supone que los precios al consumidor aumentarán en el mismo porcentaje que la reducción de la demanda de alimentos establecida bajo el supuesto 1, en tanto que los precios al productor se ajustan en la mitad de la reducción de las pérdidas.
Con base en estos dos supuestos, el escenario plantea que las emisiones mundiales directas de GEI de la agricultura bajarían 4%, reducción distribuida de manera relativamente equitativa entre los países, independientemente de sus niveles de ingreso. También aumentaría la ingesta promedio per cápita en los países de bajos ingresos y de ingresos medios bajos (Figura 1.20).
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ayudará también en gran medida a disminuir la subalimentación en el mundo. De acuerdo con la FAO (FAO, 2023[1]), cerca de 600 millones de personas sufrirán hambre en 2030. Tomar medidas para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos podría aumentar considerablemente la ingesta de alimentos en el mundo entero, a medida que estos estén disponibles y los precios bajen; así se asegurará un mayor acceso a los alimentos para las poblaciones de ingresos bajos. El análisis de escenarios muestra que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a la mitad incrementaría la ingesta de alimentos para los países de ingresos bajos (+10%), medios bajos (+6%) y medios altos (+4%), lo cual podría disminuir en 153 millones (-26%) el número de personas con hambre en el mundo entero en 2030. Esta disminución potencial de la subalimentación mundial es paralela a las grandes mejoras registradas durante la década de 2004-2014, cuando el crecimiento económico, la estabilidad política y las políticas focalizadas de protección social en Asia y América Latina dieron lugar a una reducción de 30% del número de personas subalimentadas en el mundo.
Si bien el escenario anterior muestra los posibles beneficios para los consumidoes y para el medio ambiente, también plantea retos para los productores, ya que la menor producción y los menores precios al productor afectarían mucho sus medios de vida. Es también relevante hacer notar que el impacto sobre los consumidores y los productores responde a los supuestos subyacentes.
La implementación de medidas para frenar la pérdida y el desperdicio de alimentos tendría un costo alto y requeriría superar diversos obstáculos. El comportamiento del consumidor es decisivo, pues implica factores como la falta de conciencia sobre los efectos del desperdicio de alimentos, las compras excesivas o el desecho de alimentos que aún es factible consumir debido a su fecha de caducidad. Todo ello contribuye al desperdicio. La ineficacia en las cadenas de suministros, incluidas aquellas fragmentadas, las infraestructuras inadecuadas, los retos logísticos o la falta de circularidad en las prácticas comerciales, obstaculizan las iniciativas para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Otros retos para implantar iniciativas eficaces son las restricciones regulatorias y de políticas públicas, como las barreras normativas, las políticas incongruentes o fragmentadas y la falta de mediciones y rendición de cuentas estandarizadas. Además, las brechas en las áreas de tecnología e innovación, la limitada adopción de soluciones, en especial entre los pequeños productores y negocios, así como la insuficiente educación y colaboración entre las partes interesadas, también impedirán avanzar en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Superar estos obstáculos requiere estrategias integrales que abarquen la reforma regulatoria, el desarrollo de infraestructura, la adopción de tecnología, la educación y la colaboración para lograr reducciones significativas de la pérdida y el desperdicio de alimentos.
1.7. Comercio: Evolución proyectada para el periodo 2024-2033
Copy link to 1.7. Comercio: Evolución proyectada para el periodo 2024-20331.7.1. El crecimiento del comercio agrícola se desacelerará y el crecimiento de las exportaciones se estabilizará
Se prevé que, durante el próximo decenio, el comercio de los productos básicos agrícolas cubiertos en las Perspectivas aumentará 1% al año. Pese a las perturbaciones ocasionadas por la pandemia de COVID-19 al comercio mundial, el comercio de productos básicos agrícolas demostró mayor resiliencia que el de otros sectores de la economía. Se espera que dicha resiliencia persista y que haya un continuo crecimiento para la mayoría de los productos básicos agrícolas cubiertos en las Perspectivas. A la inversa, el porcentaje de los productos agrícolas exportados se estabilizó en años recientes, después de un gran incremento en la década de 2000, atribuido a la puesta en marcha del Acuerdo OMC sobre Agricultura y a la adhesión de China en diciembre de 2001 al sistema comercial basado en reglas. En las Perspectivas se prevé que este porcentaje estabilizado de productos agrícolas exportados se mantendrá.
En las Perspectivas también se señala el impacto de los anteriores esfuerzos de liberalización del comercio, debido a que en años recientes se ha desacelerado el avance en la reducción de aranceles multilaterales y en la lucha contra las ayudas a los productores que distorsiona el comercio. El mercado alimentario y agrícola mundial es ahora más resiliente, pero muchos países son aún vulnerables al impacto de perturbaciones comerciales como los cuellos de botella en las cadenas de suministro.
Pese a esta estabilización, el comercio sigue desempeñando una función decisiva para brindar a los consumidores de todo el mundo alimentos adecuados, inocuos y nutritivos, y a la vez generar ingresos para las partes interesadas en todas las industrias agrícolas y alimentarias mediante la distribución de productos agrícolas en el mundo de las regiones con excedentes a aquellas con déficit. La proporción de la producción comercializada de los productos básicos cubiertos en las Perspectivas ha aumentado constantemente con el tiempo, de un promedio de 15% en 2000 a 23% en el periodo de referencia 2021-2023; esta situación muestra a un sector comercial que crece a un ritmo más rápido que la producción agrícola.
Sin embargo, hay muchas variaciones en la relevancia del comercio en todos los productos básicos. En el caso de muchos productos básicos agrícolas, la mayor parte de la producción se usa en el mercado interno. Para unos cuantos productos básicos, el comercio puede representar de un tercio a más de la mitad de la producción mundial. Tal es el caso del azúcar, el algodón, los aceites vegetales, la soya y las leches en polvo, los cuales se demandan para ser procesados después o para producirse en mercados altamente concentrados.
Durante los próximos 10 años, la proporción de la producción que se exporta no cambiará significativamente para la mayoría de los productos básicos cubiertos en las Perspectivas, pero unos cuantos sufrirán algunos cambios en sus modelos comerciales. Se prevé que la tasa de exportación de los aceites vegetales, el pescado y el biodiésel bajará, como resultado del cada vez mayor uso interno.
1.7.2. Los embarques entre regiones exportadoras e importadoras aumentarán
Se espera que la cada vez mayor diferenciación entre las regiones exportadoras netas y las importadoras netas se mantenga en el próximo decenio (Figura 1.22). Se espera que los exportadores netos de productos básicos agrícolas, como América Latina y América del Norte, aumenten sus volúmenes excedentes junto con su producción, en tanto se prevé que las regiones con un gran crecimiento demográfico, como la del Cercano Oriente y África del Norte y la del África subsahariana, verán sus importaciones netas crecer de manera proporcional al incremento en su consumo.
Las exportaciones de la región de América Latina y el Caribe, sobre todo el Brasil, aumentaron en gran medida y, según las proyecciones, esto reforzará su estatus como la principal región exportadora del mundo. Se prevé que América del Norte mantendrá su posición como la segunda mayor exportadora, aunque el crecimiento del consumo interno podría amortiguar ligeramente su crecimiento como exportadora neta. La región de Europa del Este y Asia Central se convirtió en exportadora neta en 2014, al beneficiarse del aumento de la productividad debido a las inversiones extranjera e interna, y al restructurar su sector agrícola. Sin embargo, se espera que la guerra en curso en Ucrania desacelere temporalmente los superávits comerciales de la región debido a las interrupciones en la producción agrícola y las exportaciones, lo cual afectará en especial al sector agrícola ucraniano. No obstante, en las Perspectivas se supone un retorno a las tendencias previas a la guerra a mediano plazo.
Los sistemas de importación del mundo entero han sufrido grandes cambios por la floreciente demanda de productos agrícolas, sobre todo en las regiones con un alto crecimiento demográfico. En Asia, hogar de cerca de 60% de la población mundial, la demanda de importaciones se ha cuadruplicado con creces durante los tres últimos decenios, impulsada en gran parte por el rápido desarrollo de China. Sin embargo, gracias a la disminución prevista de su crecimiento demográfico, se espera que la posición de China como importadora neta se estabilice durante el próximo decenio.
En la región del Cercano Oriente y África del Norte, se espera que las importaciones se incrementen, en tanto que las exportaciones se mantendrán sin cambios, esto debido al crecimiento demográfico y al limitado crecimiento de la producción nacional por las restricciones de recursos, y para 2033 contribuirá a un aumento de 32% en las importaciones netas. Se prevé que las importaciones netas de los productos básicos alimentarios, principalmente cereales, al África subsahariana se elevarán 77% en 2033. Los mercados mundiales alimentarios y agrícolas son ahora más resilientes para sustentar las necesidades en materia de seguridad alimentaria de su población en rápido crecimiento.
1.7.3. El comercio desempeña una función fundamental en la resiliencia
El comercio agrícola internacional es fundamental para aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios mundiales, regionales y nacionales. Al posibilitar el intercambio eficaz de productos de regiones con capacidades óptimas de producción a zonas necesitadas para su procesamiento o consumo, el comercio funge como un mecanismo esencial para diversificar las fuentes alimentarias y mitigar el impacto de perturbaciones localizadas, como malas cosechas o fenómenos meteorológicos extremos (Recuadro 1.3).
Estos fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, sequías, inundaciones y tormentas, tienen efectos devastadores sobre la agricultura. Además, el cambio climático aumenta su frecuencia y su gravedad. Dado que la agricultura depende fuertemente de las condiciones meteorológicas, el cambio climático ya ejerce efectos negativos, como el aumento de las temperaturas, las precipitaciones impredecibles y el aumento de infestaciones de plagas. Dichos fenómenos extremos no solo dañan los cultivos de manera directa, sino también trastornan las prácticas agrícolas y ejercen presión para mejorar la productividad. El comercio resulta decisivo para mitigar estos riesgos, al permitir a los productores acceder a recursos de otras regiones que no se han visto afectadas por condiciones climáticas extremas, lo cual asegura un suministro más estable de alimentos pese a los retos impuestos por el cambio climático. De igual manera, los consumidores se benefician del mantenimiento de suministros y precios estables de alimentos donde el comercio puede compensar la escasez local de suministro de alimentos.
Recuadro 1.3. Función del comercio en la mitigación del impacto de fenómenos meteorológicos extremos
Copy link to Recuadro 1.3. Función del comercio en la mitigación del impacto de fenómenos meteorológicos extremosLos fenómenos meteorológicos extremos pueden alterar a los mercados agrícolas al reducir la oferta, trastornar las cadenas de suministros, aumentar el costo de los insumos y bajar la calidad de los productos. Sin embargo, el comercio agrícola puede ayudar a resolver los problemas subsiguientes en materia de seguridad alimentaria. Con base en el modelo de equilibrio parcial Aglink-Cosimo, en un informe reciente de la OCDE se explican las complejas relaciones entre el comercio y la seguridad alimentaria en un entorno en el que los fenómenos meteorológicos extremos crean incertidumbre (Adenäuer, Frezal and Chatzopoulos, 2023[13]).
Con el fin de evaluar el potencial del comercio para mitigar el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos sobre la agricultura, los autores utilizan el marco estocástico del modelo Aglink-Cosimo, aplicado a dos escenarios comerciales específicos:
El escenario “Comercio restringido”, en el cual se aumenta la protección de las fronteras. En él se duplican las tarifas y se reducen a la mitad las cuotas arancelarias (TRQ) y los parámetros de importación.
El escenario “Comercio integrado”, en el cual disminuye la protección de las fronteras. En él, los aranceles se reducen a la mitad y las TRQ y los parámetros de importación se duplican.
Ambas especificaciones de escenario se comparan con el nivel de referencia de las OCDE-FAO Perspectivas Agrícolas 2022-2031, cuyas medidas de política por lo general se mantienen en su nivel actual, a menos que se contemple en la legislación algún cambio en los próximos 10 años.
Según el análisis, la integración comercial reduce la vulnerabilidad de los países a las perturbaciones en los rendimientos al estabilizar la disponibilidad de alimentos y mitigar el riesgo de aumentos extremos de sus precios. En la Figura 1.23 se muestra que, en la mayoría de los países, la disminución de la disponibilidad de alimentos es menos grave en el escenario de “Comercio integrado” que en el de “Comercio restringido”. En tanto que el riesgo de una disminución en la disponibilidad de alimentos podría aumentar en el caso de algunos productos básicos en ciertos países del escenario “Comercio integrado”, los efectos generales de la integración comercial sobre la disponibilidad de alimentos resultan positivos.
Asimismo, de acuerdo con el análisis, el riesgo de que se incrementen los precios internos de los alimentos disminuye cuando es mayor la integración comercial, lo cual indica que el comercio abierto puede ayudar a estabilizar el gasto en alimentos. Una mayor apertura comercial ayudaría a amortiguar los impactos de las perturbaciones en los rendimientos sobre los consumidores, al aumentar la flexibilidad con la que las compras podrían hacerse en el mercado internacional para compensar la escasez de suministros a nivel nacional. En la mayoría de los casos, la vulnerabilidad de los precios ante los extremos en los rendimientos internos se reduce con un nivel más alto de integración comercial. Sin embargo, en algunos casos, sobre todo cuando la producción nacional representa una participación pequeña del consumo total, la liberalización del comercio puede aumentar la transferencia de los precios del mercado internacional, lo cual podría dar paso a una mayor variabilidad de los precios internos.
Pese a la función fundamental del comercio en el aumento de la resiliencia de los sistemas alimentarios, los mercados agrícolas mundiales siguen distorsionados por las regulaciones comerciales. Los resultados mostrados en la Figura 1.23 indican que la seguridad alimentaria podría aumentarse al reducirse estas protecciones de las fronteras.
1.8. Precios: Evolución proyectada para 2024-2033
Copy link to 1.8. Precios: Evolución proyectada para 2024-20331.8.1. Los precios reanudarán su tendencia en el largo plazo tras el pico alcanzado en 2022
En las Perspectivas se utilizan como precios de referencia los precios en los principales puertos internacionales, con el fin de equilibrar los mercados mundiales de productos básicos agrícolas. En los primeros años del próximo decenio, los precios previstos reflejarán los efectos que persistan del periodo base, como la pandemia de COVID-19, la guerra en curso en Ucrania y las condiciones climatológicas de las regiones productoras más importantes. Las perturbaciones en la cadena de suministro vinculada con estos sucesos provocaron fuertes aumentos en los costos de la energía y los fertilizantes, por lo cual los precios reales de muchos productos básicos agrícolas aumentaron considerablemente y permanecieron altos durante el periodo 2020-2022. Desde entonces, los precios bajaron de los picos alcanzados y se espera que bajen más rápidamente en el corto plazo, a medida que los efectos de los sucesos que provocaron su aumento disminuyan (Figura 1.24). Se prevé que, en el mediano plazo, los precios reales reanuden su trayectoria descendente de largo plazo, en consonancia con los supuestos de que la productividad en tendencia y el clima reducirán el costo marginal de producción de la mayoría de los productos básicos agrícolas.
Si bien se espera que los precios reales internacionales más bajos presionen a los ingresos de los productores, esto beneficiará a los consumidores. Sin embargo, dado que los precios de referencia utilizados en las Perspectivas reflejan lo que ocurre en los mercados mundiales, sus efectos reales sobre las decisiones de los productores y los consumidores varían con base en sus costos de transporte específicos, las fluctuaciones de la moneda local, las políticas comerciales y el grado de integración de los mercados nacionales en el sistema comercial mundial, pueden influir en la posible transferencia de los precios internacionales a los mercados internos, y hasta qué grado esto suceda.
1.8.2. Simulaciones estocásticas muestran la posible variación en las proyecciones de los precios
Las proyecciones de los precios presentadas en estas Perspectivas se derivan de la interacción de factores fundamentales de oferta y demanda, bajo ciertas condiciones climáticas y tendencias de rendimiento, así como supuestos macroeconómicos y de política concretos. Las Perspectivas parten de la mejor información disponible, pero las proyecciones y los supuestos subyacentes conllevan un grado inevitable de incertidumbre. Algunos ejemplos de dichas incertidumbres son el cambio climático, las políticas ambientales y las tensiones geopolíticas que pueden afectar las perspectivas de producción y de comercio, así como provocar volatilidad de los mercados.
El supuesto de las tendencias estables en estas Perspectivas visualiza una trayectoria fluida para la mayoría de las variables proyectadas. Sin embargo, las desviaciones de las tendencias supuestas ocasionarán volatilidad de los precios. Para evaluar el impacto de dichas desviaciones, se realizó un análisis estocástico parcial en las proyecciones del nivel de referencia. El análisis estocástico parcial simula la variabilidad potencial futura de los principales factores que determinan los precios utilizando la variabilidad registrada en el pasado. El análisis abarca la variabilidad de los impulsores macroeconómicos mundiales y los rendimientos específicos de los cultivos agrícolas. No se considera la variabilidad relacionada con las enfermedades de los animales o con los cambios de política pública. Los resultados agregados de las múltiples simulaciones de análisis estocástico parcial señalan la susceptibilidad de las trayectorias de los precios de referencia (Figura 1.25). Hay 75% de probabilidad de que los precios continúen dentro de la gama azul en cualquier año determinado, y 90% de probabilidad de que permanezcan dentro de la gama verde. Hay 40% de probabilidad de que durante el periodo de proyección se presentará por lo menos un fenómeno extremo que se ubique por completo fuera de estos rangos. Un ejemplo de un suceso como este ocurrió durante los años naturales de 2021 y 2022, marcado con un aumento de los precios del aceite vegetal. Esta alza se atribuyó a la baja de 5% de la producción de Malasia en comparación con los años anteriores, derivado de las condiciones meteorológicas adversas y la escasez de mano de obra. El análisis estocástico parcial permite a los formuladores de políticas y a otras partes interesadas comprender la posible exposición fiscal a altos costos de importación o a pagos de subsidios agrícolas cuando los precios sean bajos.
Referencias
[13] Adenäuer, M., C. Frezal and T. Chatzopoulos (2023), “Mitigating the impact of extreme weather events on agricultural markets through trade”, OECD Food, Agriculture and Fisheries Papers, No. 198, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/aa584482-en.
[3] Breman, H. and C. de Wit (1983), “Rangeland Productivity and Exploitation in the Sahel”, Science, Vol. 221/4618, pp. 1341-1347, https://doi.org/10.1126/science.221.4618.1341.
[5] Cobourn, K. (2023), “Climate change adaptation policies to foster resilience in agriculture: Analysis and stocktake based on UNFCCC reporting documents”, OECD Food, Agriculture and Fisheries Papers, No. 202, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/5fa2c770-en.
[1] FAO (2023), The State of Food Security and Nutrition in the World 2023, FAO; IFAD; UNICEF; WFP; WHO;, https://doi.org/10.4060/cc3017en.
[6] FAO (2022), Leveraging social protection to enhance farmers’ climate adaptive capacities, https://www.fao.org/3/cc2006en/cc2006en.pdf.
[10] FAO (2019), The state of Food and Agriculture, moving forward on food loss and waste reduction, https://doi.org/10.4060/CA6030EN.
[9] FAO (2011), Global Food Losses and Food Waste- Extent, Causes and Prevention, FAO.
[7] OECD (2023), Agricultural Policy Monitoring and Evaluation 2023: Adapting Agriculture to Climate Change, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/b14de474-en.
[12] OECD (forthcoming), “A stocktaking of food loss and waste policies”.
[2] Plant Production Systems (2019), From fed by the world to food security : Accelerating agricultural development in Africa, Plant Production Systems Wageningen University, Wageningen, https://doi.org/10.18174/498300.
[8] Scognamillo, A., M. Mastrorillo and A. Ignaciuk (2024), “One for all and all for one: Increasing the adaptive capacity of households and communities through a public work programme”, World Development, Vol. 175, p. 106467, https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2023.106467.
[11] UNEP (2024), Food Waste Index Report 2024.
[4] Van der Weijden, W. and H. Breman (2024), Sustainable intensification of agriculture in Sub-Saharan Africa, a summary of a series of articles.
Nota
Copy link to Nota← 1. En el caso del crecimiento demográfico, en las Perspectivas se utiliza el conjunto de estimaciones de la Variante Media de las Naciones Unidas, incluida en la base de datos Estudio de las Perspectivas de Población de las Naciones Unidas. Los supuestos del PIB y el ingreso per cápita nacionales se basan en las Perspectivas Económicas Mundiales del FMI (octubre de 2023).