El Salvador necesita una transformación productiva para acelerar su desarrollo. Este capítulo analiza el crecimiento de la productividad y el potencial de la transformación estructural para acelerar el desarrollo de El Salvador. Examina diferencias de productividad entre sectores y analiza los principales factores que pueden ser determinantes para el crecimiento de la productividad de empresas y sectores, como el comercio internacional, la inversión extranjera directa, la participación en cadenas de valor regionales o globales, o la informalidad. El análisis también identifica las oportunidades que presentan sectores clave para aumentar el valor agregado. Aunque varios sectores de algo valor agregado están prosperando, las exportaciones de El Salvador siguen estando contradas en bienes con niveles moderados de complejidad económica o de intensidad en competencias y tecnología, y la IED no se dirige principalmente hacia los sectores más innovadores o de tecnología más avanzada, lo que sugiere que existe todavía un potencial por aprovechar para acelerar el crecimiento de la productividad en la economía.
Estudio multidimensional de El Salvador
3. El Salvador necesita una transformación productiva para hacer frente a los retos en materia de desarrollo
Resumen
El Gobierno de El Salvador se ha fijado el objetivo de conseguir una economía próspera, dinámica y moderna, capaz de generar oportunidades de desarrollo personal y comunitario para toda la población. La generación de oportunidades económicas no solo es el eje central de la estrategia nacional de desarrollo económico, sino que además resulta esencial para afrontar otros retos fundamentales, en particular la inseguridad y la inclusión social.
Para acelerar el desarrollo de El Salvador, es necesario impulsar la expansión económica del país y promover un modelo de crecimiento económico más inclusivo. Antes de la crisis provocada por el COVID‑19, el crecimiento económico de El Salvador fue de 2.4 % entre 2015 y 2018, mientras los países vecinos con un PIB per cápita comparable registraban tasas de crecimiento de entre 3.5 % y 4 %.1 Un rasgo que caracterizó el crecimiento de la pasada década fue el descenso del crecimiento de la productividad total de los factores, lo que pone de relieve la importancia de ir más allá del necesario incremento de la inversión para acelerar el crecimiento.
Para que el crecimiento sea más inclusivo, también es preciso crear empleo de calidad en los sectores productivos. Desde 2010, la población en edad de trabajar aumentó en más de 92 000 personas al año, pero la economía solo creó anualmente un poco más de 15 000 puestos de trabajo formales. Desde 2010, los sectores manufactureros han desempeñado una importante función en el mantenimiento del empleo de calidad, pues recuperaron puestos de trabajo destruidos durante la crisis económica mundial. Sin embargo, la mayor parte de los nuevos empleos que se crearon entre 2010 y 2018 pertenecían a sectores de servicios de escaso valor añadido, como alojamiento y restauración, sectores en los que un 80 % de los nuevos puestos de trabajo son informales. Por otra parte, los sectores de servicios de alto valor agregado han generado puestos de trabajo formales de manera masiva y brindan enormes posibilidades de expansión de cara al futuro si tienen margen y recursos para crecer de forma sostenible.
En este capítulo se explica por qué El Salvador necesita promover una transformación estructural de su sector productivo. Se analiza el desempeño sectorial y agregado, destacando las posibilidades de incrementar la productividad a través de una transformación estructural. El Salvador puede aprovechar para ello la fortaleza que le brindan una economía diversificada y su base industrial. Estos factores deberían servir de base para fomentar la creación y expansión de sectores con capacidad para generar cadenas de valor nacionales e integrar las cadenas de valor mundiales y regionales, de manera que se produzca una dinámica que aumente la productividad. El capítulo incluye un análisis del crecimiento de la productividad en El Salvador, de la transformación estructural de la economía salvadoreña, de las exportaciones y IED de El Salvador, de la participación del país en las cadenas de valor regionales y mundiales, y de los niveles de productividad de las empresas salvadoreñas.
El escaso crecimiento de la productividad en El Salvador impide mejoras en el nivel de vida y la competitividad
El crecimiento de la productividad de El Salvador desde 1990 ha sido demasiado lento en relación con la tendencia registrada en la mayoría de países de ingresos medios. El aumento de productividad laboral fue relativamente elevado de 1992 a 1995, tras la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec (1 %), cayó al 0.1 % entre los años 1995 y 2000, y más tarde repuntó al 1.1 % en promedio entre 2000 y 2008. No obstante, como consecuencia de la crisis económica y financiera de 2008 y 2009 ―que golpeó duramente a este país―, la productividad laboral descendió un 1 % en promedio entre 2008 y 2010. Desde entonces, la productividad laboral ha aumentado muy lentamente, pues creció tan solo un 0.1 % entre 2010 y 2019. Este período coincide con una desaceleración del crecimiento de la productividad mundial, que descendió desde un nivel próximo al 2 % en los países de la OCDE hasta situarse por debajo del 1 % después de 2010 (véase el capítulo 1). El desempeño de El Salvador en términos de productividad laboral no ha colocado al país en una trayectoria de convergencia con las economías avanzadas, situación similar a la del país latinoamericano promedio (Gráfico 3.1, Panel A) y se sitúa por debajo del promedio de los países centroamericanos. Dentro de la región de Centroamérica, la productividad laboral de Costa Rica y la de República Dominicana han convergido con la de Estados Unidos, mientras que la productividad laboral relativa de Guatemala y la del El Salvador cayeron durante la mayor parte de las décadas de 1990 y 2000, aunque en los últimos años han comenzado a aumentar ligeramente. La productividad laboral relativa de Honduras y la de Nicaragua han disminuido de forma constante desde la década de 1990 (Gráfico 3.1, Panel B).
El Salvador tiene margen para incrementar la formación de capital y el empleo. En 2019, la formación bruta de capital fijo ascendió a un 17.8 % del PIB de El Salvador. Esta cifra está en línea con el promedio de América Latina (17.8 % en 2019), pero es considerablemente inferior a la de los países miembros de la OCDE (en promedio, un 21.4 % del PIB en 2019) y demasiado baja para aumentar el crecimiento anual del PIB de El Salvador al 3.5 % (el objetivo del Gobierno de El Salvador). La tasa de empleo (para la población de 15 años y más) fue del 58.2 % en 2019, similar a la de los países de América Latina (tasa de empleo promedio del 58.2 % en 2019), aunque las cifras son mucho más bajas en el caso del empleo femenino (44.3 % en 2019) (OIT, 2022[2]; Banco Mundial, 2020[1]). Por lo tanto, existe margen para incrementar considerablemente el insumo de trabajo aumentando la participación de la mujer en la población activa y el empleo femenino. Además, aunque el empleo se haya incrementado al mismo ritmo que la población activa, el número absoluto de personas de 16 años y más sin empleo subió de 1.66 millones en 2000 a 2.09 millones en 2018 (DIGESTYC/MINEC, 2020[3]). Por otra parte, la tasa de empleo de El Salvador, en línea con la de la región latinoamericana, no refleja el problema del subempleo, que en 2019 afectaba a 32 % de la población activa urbana (DIGESTYC/MINEC, 2020[3]) y hasta 53 % de la población ocupada rural2 (DIGESTYC/MINEC, 2020[3]). Por lo tanto, cabe la posibilidad de incrementar el insumo de mano de obra en el margen intensivo, de manera que aumente la producción por trabajador.
La economía de El Salvador ha registrado en promedio un crecimiento de la productividad total de los factores (PTF) bajo en la última década. El crecimiento de la productividad total de los factores en El Salvador promedió un 2.4 % en la década de 1990, tras las reformas para liberalizar la economía salvadoreña y el comercio internacional de esos años, y tras los Acuerdos de Paz de Chapultepec de 1992. Estas reformas derivaron en el desarrollo de una industria maquiladora ―manufactura ligera3 orientada a la exportación― en El Salvador. Sin embargo, el crecimiento de la productividad total de los factores comenzó a descender en la década del 2000, cuando la economía salvadoreña perdió competitividad y disminuyeron las oportunidades de inversión por el aumento de la competencia internacional en sectores de manufactura ligera como la confección y los textiles, y por los elevados costos empresariales existentes. El crecimiento de la productividad se vio afectado aún más como consecuencia de la crisis económica y financiera de 2008 y 2009 y, entre 2010 y 2018, se situó tan solo en un nivel promedio de 0.3 % (véase el capítulo 1).
Este descenso en el avance de la productividad en términos agregados exige la adopción de medidas de políticas públicas. Según Agénor (2017[4]), Eichengreen and Shin (2012[5]) y Aiyar et al. (2018[6]), la desaceleración del crecimiento provocada por los descensos de la PTF son un síntoma de la denominada “trampa de los ingresos medios”, especialmente en América Latina. Pese a que el crecimiento económico del país se recuperó ligeramente después de 2010, este repunte se debió en gran medida a una recuperación de la acumulación de factores: la inversión sumó un punto porcentual al crecimiento del PIB registrado entre 2010 y 2018 con respecto a la década anterior, mientras que el empleo sumó 0.45 puntos porcentuales. No obstante, la contribución de la PTF siguió cayendo, de 0.8 % a 0.3 %. En términos agregados, el crecimiento de la PTF refleja no solo un avance tecnológico, sino también factores institucionales que permiten a empresas e industrias utilizar los factores de producción de manera más eficiente y sacar el máximo partido a las oportunidades existentes entre las cuales destaca la inversión extranjera directa. La inversión extranjera directa (IED), la calidad regulatoria, una coyuntura macroeconómica estable y mano de obra cualificada son algunos de los factores correlacionados con las diferencias de convergencia de la PTF entre los diferentes países de América Latina (Daude, 2010[7]).
La transformación estructural puede ayudar a acelerar el crecimiento de la productividad
La productividad laboral de los distintos sectores es muy dispar, lo que brinda la posibilidad de que la transformación estructural impulse el aumento de la productividad (Gráfico 3.2). En El Salvador, el empleo se concentra en sectores con bajo valor añadido por trabajador. Cerca del 60 % de la mano de obra del país trabaja en sectores con un valor añadido por trabajador inferior al 60 % del promedio nacional (el promedio nacional del valor añadido por trabajador era de 7948.4 USD en 2018), principalmente en comercio y reparación de vehículos (23.7 % del empleo total) y agricultura (17 % del empleo total). La productividad laboral del comercio y la reparación de vehículos es solo del 54.3 % de la del conjunto de la economía, y la productividad laboral del sector agrícola asciende tan solo a un 33.3 % de la del conjunto de la economía (BCR, 2020[8]). En algunos de estos sectores, la utilización de la mano de obra plantea un problema importante. El subempleo visible o por jornada, es decir, el hecho de trabajar menos de 40 horas semanales de forma involuntaria, afecta a un 12 % de los trabajadores de los sectores agrícola, forestal y pesquero, frente a un 8 % del conjunto de la economía.
El sector servicios de El Salvador se mueve a dos velocidades. Por una parte, existen industrias de servicios internacionales (servicios en industrias con una gran orientación a la exportación), que son muy productivos. Más del 40 % del empleo en servicios se sitúa en industrias con un valor añadido por trabajador superior al promedio de la economía (BCR, 2020[8]). Los sectores de servicios de alto valor añadido por trabajador son, entre otros, los de servicios inmobiliarios, financieros y de seguros, servicios de información y telecomunicaciones, servicios empresariales, personales y sociales, servicios públicos, transporte y mantenimiento de aeronaves. Algunos de estos servicios, altamente productivos y principalmente de ámbito internacional, concentran grandes cantidades de IED. Así, los servicios financieros y de seguros representan un 33.8 % de la IED de El Salvador, mientras que sus niveles de productividad laboral, medidos según el valor añadido por trabajador de la industria, son siete veces superiores al promedio de la economía. Los servicios de telecomunicaciones y de información concentran un 13 % de la IED de El Salvador y el valor añadido por trabajador de este sector es más que ocho veces superior al promedio de la economía (Sierra, 2019[9]; BCR, 2020[8]) (véase el capítulo 1). No obstante, El Salvador también posee una gran industria de servicios no exportables y con bajos niveles de productividad laboral. Más de la mitad del empleo del sector servicios sigue concentrado en servicios con un valor añadido por trabajador inferior al 60 % del promedio de la economía, principalmente comercio y reparación de vehículos, alimentación y bebidas, y personal doméstico (BCR, 2020[8]).
El sector manufacturero de El Salvador está compuesto principalmente por industrias con niveles de productividad relativamente bajos, sobre todo manufactura ligera orientada a la exportación. La productividad laboral, medida según el valor añadido por trabajador, es alta con relación al promedio nacional en algunas de las industrias manufactureras de El Salvador, como la de bebidas, productos químicos, plástico y caucho, textiles y productos farmacéuticos. La productividad laboral en el sector de bebidas es 4.8 veces la productividad promedio de la economía, en los sectores de productos químicos y textil, 2.3 veces el promedio de la economía, en el sector de plástico y caucho, el doble y en el sector farmacéutico, 1.9 veces el promedio de la economía. Sin embargo, cerca del 70 % del empleo de El Salvador en el sector manufacturero sigue concentrándose en industrias con un valor añadido por trabajador inferior al promedio de la economía, principalmente en los más grandes subsectores del sector de la alimentación (que representa un 40.7 % del empleo en manufacturas de El Salvador) y en el subsector de la confección (un 19.8 % del empleo en manufacturas de El Salvador) (BCR, 2020[8]). Ambos sectores están conformados principalmente por manufacturas ligeras, orientadas a la exportación y con baja intensidad tecnológica, que emplean principalmente a trabajadores de escasa cualificación, y representan un porcentaje elevado de las exportaciones nacionales.
El Salvador ha experimentado una transformación estructural en la que la agricultura ha perdido protagonismo en favor del sector servicios. Desde la década de 1990, el porcentaje representado por el sector servicios en el PIB nacional (sin tener en cuenta el comercio ni la reparación de vehículos) aumentó de un 44.2 % en 1990 a un 57.5 % en 2018 (Gráfico 3.3) (BCR, 2020[10]). Al mismo tiempo, se redujo la participación de la agricultura y del comercio y la reparación de vehículos en el PIB nacional. El declive registrado por el sector cafetero de El Salvador desde la década de 1980 ha contribuido a la pérdida de peso de la agricultura en el PIB nacional.
La expansión del sector servicios de El Salvador se ha visto estimulada por dos tendencias. En primer lugar, por la abundante entrada de remesas que sostienen el consumo de productos finales y servicios no exportables por parte de los hogares de El Salvador. Este fenómeno ha dado lugar a una expansión de varios sectores de baja productividad como los servicios de alojamiento y alimentación y bebidas, entre 2005 y 2018 (Gráfico 3.4). Debido al mayor tamaño de estos sectores, representan una proporción considerable de la creación de empleo neto en términos absolutos. No obstante, pese a que estos servicios en su mayoría no exportables generan empleo, normalmente contratan a trabajadores poco cualificados y tanto los salarios como la productividad laboral suelen ser bajos. En segundo lugar, tendencias mundiales como el descenso de los costos del transporte internacional, la eliminación de barreras arancelarias y la digitalización han derivado en un aumento de la representación del sector servicios en el comercio internacional y han contribuido al desarrollo de una industria de servicios internacionales en El Salvador (véase el capítulo 1). A nivel mundial, el comercio de servicios creció más rápido (5.4 % por año) que el comercio de bienes (4.6 % por año) entre 2005 y 2017 y la parte de los países en desarrollo en las exportaciones mundiales de servicios aumentó del 14.7 % en 2005 al 25.2 % en 2017. Los servicios más exportados a nivel mundial son los servicios de distribución (19.9 % del comercio mundial de servicios), los servicios financieros (18.6 %), las telecomunicaciones y los servicios informáticos y audiovisuales (13.2 %) y el transporte (11.8 %) (OMC, 2019[11]). En consecuencia, en El Salvador, servicios internacionales de alta productividad, como los servicios de información y telecomunicaciones y los servicios financieros, registraron un crecimiento del empleo bastante rápido (del 1 % y del 2.3 % por año respectivamente comparado con un aumento del empleo agregado, del 1.5 % por año, entre 2005 y 2018) (Gráfico 3.4).
El Salvador ha conseguido mantener una importante base manufacturera pese a la pérdida de competitividad en el ámbito internacional y las reformas de liberalización. Las industrias de manufactura ligera orientada a la exportación ―que constituyen una gran parte de la base manufacturera de El Salvador― experimentaron un importante crecimiento en la década de 1990, tras la firma de los acuerdos de paz en combinación con unos salarios bajos e incentivos fiscales. Después de haber alcanzado el 20.5 % en 1993, el porcentaje que representan las manufacturas en el PIB descendió gradualmente hasta situarse en el 16.6 % en 2005 y, durante los últimos 15 años, se ha mantenido estable (Gráfico 3.3). El nivel de competitividad del sector nacional de la manufactura ligera comenzó a descender a principios de la década del 2000. Este fenómeno se debió a una mayor competencia internacional, sobre todo tras la adhesión de China a la OMC en 2001, y a los altos costos empresariales existentes en el país. La competitividad de El Salvador en manufactura ligera ha seguido disminuyendo por la subida de los salarios reales: desde 2014, los salarios nominales de El Salvador han aumentado con mayor rapidez que la productividad laboral y el PIB del país, en gran medida por las importantes subidas de los salarios mínimos. Además, en las décadas de 1990 y 2000, una serie de reformas liberales abrieron la economía del país al comercio, mediante la reducción de las barreras arancelarias y la firma de varios acuerdos comerciales, entre los que cabe destacar el acuerdo CAFTA-DR en 2006 (véase el capítulo 1). El hecho de que el sector manufacturero haya mantenido su representación en el PIB pese a dicha apertura y al descenso de competitividad internacional es indicativo de las oportunidades que dicha industria brinda al país. Según la base de datos sobre el Índice de Rendimiento Industrial Competitivo de ONUDI, El Salvador es el décimo país entre 152 países por porcentaje de productos manufacturados en su cesta de exportaciones y ocupa el puesto 38 entre 152 países por porcentaje de participación de las manufacturas en el valor añadido (ONUDI, 2021[12]).
Dentro del sector manufacturero de El Salvador se ha observado un desplazamiento desde la actividad del sector de la confección hacia el sector de los textiles, que es más productivo. El valor añadido del sector de la confección cayó entre 2005 y 2018, tanto en términos absolutos como relativos (de un 12 % del valor añadido total de las manufacturas en 2005 a un 3.3 % en 2018), mientras que la proporción de valor añadido total de las manufacturas que representa el sector de los textiles (más productivo) aumentó (de un 3.5 % del valor añadido total de las manufacturas en 2005 a un 7.6 % en 2018) (BCR, 2020[8]).
No obstante, a excepción de los textiles, en general no se ha observado un desplazamiento claro en la composición del sector manufacturero de El Salvador hacia subsectores manufactureros más productivos desde 2005. Otras industrias manufactureras cuyo valor añadido como porcentaje del PIB aumentó más de un 1 % al año entre 2005 y 2018 son la producción azucarera, las bebidas, la reparación y mantenimiento de maquinaria, caucho y plástico, la manufactura de prendas de vestir, la producción de aceites y grasas vegetales y animales y la producción cárnica. Estos sectores presentan cifras de productividad laboral heterogéneas (BCR, 2020[8]). El Gráfico 3.4 muestra que tanto industrias manufactureras dinámicas como sectores con un bajo valor añadido por trabajador registraron un importante crecimiento del empleo entre 2005 y 2018.
La transformación estructural a través de la redistribución de los puestos de trabajo no ha contribuido de forma significativa al incremento de la productividad laboral en El Salvador desde mediados de la década de 1990. En el Gráfico 3.5 se desglosa el crecimiento de la productividad laboral según su aumento dentro de los sectores y la contribución de los cambios en la composición del empleo. El gráfico muestra que la redistribución de los puestos de trabajo de sectores menos productivos a otros más productivos contribuyó de forma importante al crecimiento de la productividad durante la década de 1990. El traslado de los puestos de trabajo del sector agrícola, con una productividad muy baja (que pasó de representar el 36 % del empleo en 1992 al 27 % en 1995 y al 22 % en el año 2000), al sector manufacturero y de servicios propició un crecimiento de la productividad relativamente rápido. No obstante, la contribución de la redistribución de los puestos de trabajo al aumento de la productividad era bastante exigua (0.2 %) antes de la crisis económica y financiera de 2008 y 2009, y fue negativa (-1 %) durante dicha crisis, debido principalmente a la destrucción de empleo en las industrias manufactureras. En la última década, la contribución de la redistribución de los puestos de trabajo al crecimiento de productividad ha aumentado ligeramente, hasta el 0.5 %, debido sobre todo a un efecto positivo del desplazamiento de mano de obra hacia industrias de servicios de más alto valor.
Las exportaciones de El Salvador se concentran en bienes con niveles moderados de complejidad económica, cualificación e intensidad tecnológica
El Salvador es ya una economía considerablemente abierta. En el contexto de las reformas que abrieron la economía nacional en la década de 1990 y 2000, los aranceles promedio (ponderados por flujos comerciales) descendieron del 9.15 % en 1995 al 3.93 % en 2006 y al 1.94 % en 2018 (Banco Mundial, 2022[14]). En 2019, el comercio representaba un 77.2 % del PIB de El Salvador, una cifra superior al promedio de América Latina y el Caribe (45.8 % del PIB en 2019), pero menor que la de economías muy abiertas de Asia (210.2 % del PIB en Viet Nam) y Europa (141.2 % del PIB en Estonia) (Banco Mundial, 2020[1]). Se estima que en 2014, el sector exportador creó un 19 % del empleo de El Salvador y representó el 32.2 % de los nuevos puestos de trabajo que se crearon entre 2005 y 2014 (Aquino Cardona, 2019[15]).
Los productos de exportación de El Salvador están diversificados y se componen principalmente de servicios, textiles, y productos agrícolas y alimentarios (Gráfico 3.6, Panel A). Los textiles y productos de confección representaban un 28.4 % de las exportaciones totales de El Salvador en 2020, los servicios, un 28.8 % y los productos agrícolas, un 19.3 % (2020) (Harvard University Growth Lab, 2020[16]). En 2019, antes de la pandemia de COVID-19, los artículos manufacturados representaban un 75.6 % de las exportaciones de productos de El Salvador (Banco Mundial, 2020[1]). Desde la década de 1990, El Salvador ha pasado de exportar fundamentalmente productos agrícolas a servicios y manufacturas ligeras, sobre todo textiles (Gráfico 3.6, Panel B). El café fue el principal producto exportado por El Salvador durante la mayor parte del siglo XX, pero estas exportaciones cayeron del 87.5 % de las exportaciones totales que representaban a principios de la década de 1950 (véase el capítulo 1) al 32.5 % de las exportaciones de El Salvador en 1994 y a menos de un 2 % de las exportaciones en 2019 (ONU, 2022[17]).4 Las exportaciones de servicios y textiles de El Salvador han aumentado desde la década de 1990, pero desde el año 2013 lo han hecho a un ritmo muy lento (Gráfico 3.6).
Las exportaciones de El Salvador se caracterizan por presentar unos niveles de complejidad económica moderados. La complejidad de una economía depende de la cantidad de conocimientos productivos que integra y se puede medir por la composición de la producción de un país (aproximada según las exportaciones nacionales) (Hausmann et al., 2011[18]). El Índice de Complejidad Económica (ECI) mide el grado de complejidad de la cesta de exportaciones de un país en función del número de países diferentes que compiten con él como exportadores del mismo producto. Por lo tanto, el ECI mejora cuando se añaden productos más complejos a la cesta de exportaciones. El nivel de complejidad económica de El Salvador, medido por el ECI, lleva casi estancado desde 2011 y antes de este año había avanzado a un ritmo muy lento (Gráfico 3.7). En 2018, El Salvador ocupaba el puesto 53 de 133 países en el Atlas of Economic Complexity frente al puesto 56 en el que se encontraba en 2011 (Harvard University Growth Lab, 2020[16]). El Salvador obtiene mejores resultados que otros países de América Latina, como Honduras, Guatemala o Ecuador, pero su nivel de complejidad económica sigue siendo muy inferior al de países más desarrollados, como Estonia. Los productos principales que exporta El Salvador presentan niveles bastante bajos de complejidad económica: los textiles tienen un nivel promedio de complejidad económica, de -0.93, y los productos agrícolas, de -0.48 (2018)5 (Harvard University Growth Lab, 2020[16]). Los productos exportados por El Salvador con mayores niveles de complejidad económica son instrumentos de medición avanzados, condensadores eléctricos y acero de aleación laminado, además de una serie de productos de papel y de plástico (OEC, 2020[19]).
Se podría estimular el crecimiento económico de El Salvador aumentando la complejidad de los productos que exporta. Existe una clara y contundente relación positiva entre el ingreso per cápita y el nivel de complejidad económica de las exportaciones de un país. Además, los países con un nivel de complejidad superior al que pronostica su nivel de ingreso suelen registrar tasas de crecimiento económico más elevadas (Hausmann et al., 2011[18]). Usando datos de 2017, la tasa de crecimiento prevista para El Salvador hasta 2027 según su puntuación por complejidad económica e ingreso per cápita sería de tan solo en un 2.07 % (sin tener cuenta de la pandemia del COVID-19) (Harvard University Growth Lab, 2020[16]). Según Alvarado y Amaya (2015[20]), orientar la producción a la fabricación de bienes más complejos podría mejorar los resultados de El Salvador en materia de crecimiento económico.
Las exportaciones de El Salvador se concentran en bienes de baja intensidad tecnológica y que requieren una escasa cualificación. Pese a que el país ha ido diversificando sus exportaciones con el paso del tiempo, un gran porcentaje de estas sigue constituido por bienes de baja intensidad tecnológica que precisan escaso capital humano. En 2019, el 55.9 % de las exportaciones eran manufacturas de baja intensidad tecnológica, un 23.9 %, productos manufacturados con recursos naturales y solo un 8.4 % y un 6 % de las exportaciones eran respectivamente manufacturas de media y alta intensidad tecnológica. Las exportaciones de intensidad tecnológica media de El Salvador representaban un 11 % del volumen de exportaciones del país antes de la crisis económica y financiera de 2008 y 2009 y, tras esta crisis, disminuyeron hasta alcanzar un 6.3 % de las exportaciones nacionales en 2011. En 2019, las exportaciones de intensidad tecnológica media, como porcentaje del volumen total de exportaciones de El Salvador, todavía no se habían recuperado totalmente (CEPAL, n.d.[21]).
Las exportaciones a la región de Centroamérica brindan una oportunidad para que El Salvador disminuya el porcentaje que representan las manufacturas de baja intensidad tecnológica en las exportaciones del sector manufacturero. Pese a que las exportaciones de El Salvador a Estados Unidos están dominadas por productos de baja intensidad tecnológica (77.7 % de las exportaciones de El Salvador a Estados Unidos en 2019), solo un 43.8 % de las exportaciones de El Salvador a Centroamérica (Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá) y la República Dominicana son bienes de baja intensidad tecnológica y un 32.4 % de las exportaciones de El Salvador a los países de Centroamérica y la República Dominicana son manufacturas fabricadas a partir de recursos naturales. Las exportaciones de El Salvador a Centroamérica y la República Dominicana incluyen más bienes de intensidad tecnológica media (12 % en 2019) que las destinadas a Estados Unidos (2.8 %) (CEPAL, n.d.[21]). En 2018, las exportaciones principales de El Salvador a países de la región de Centroamérica estuvieron constituidas por productos agrícolas (un 32.6 % de las exportaciones de El Salvador a Centroamérica y la República Dominicana), textiles (26.1 %), productos químicos (22.4 %), metales (9.6 %) y minerales (5.2 %) (Harvard University Growth Lab, 2020[16]). Según Vázquez López y Morales López (2018[22]), las exportaciones a Centroamérica están también más diversificadas dentro de las categorías de complejidad tecnológica, lo que implica que existen mayores posibilidades de integración de las cadenas de valor regionales.
La integración de El Salvador con Centroamérica es cada vez mayor. El Salvador forma parte del Sistema de Integración Económica Centroamericana (SICA) y del CAFTA-DR, un acuerdo comercial entre Estados Unidos, los países de Centroamérica y la República Dominicana. En 2018, El Salvador se incorporó además a la unión aduanera de los países del denominado Triángulo Norte, Honduras y Guatemala como parte del proceso de integración profunda (Secretaría de Comercio e Inversiones, 2020[23]). El proceso de integración centroamericana también ha abierto otras vías. Por ejemplo, América Central negoció un acuerdo de asociación birregional con la Unión Europea que incluye pilares político, de cooperación y comercial, aunque solo el pilar comercial está siendo implementado (desde 2013) (Caldentey del Pozo, 2022[24]). El Salvador cuenta con un Comité Nacional de Facilitación del Comercio que es gestionado por el Ministerio de Economía y ha adoptado medidas para la facilitación del comercio, incluidas medidas para una mayor integración regional con Centroamérica. Las exportaciones de El Salvador a la región de Centroamérica han aumentado en los últimos años y, en 2019, representaban un 45 % de las exportaciones totales del país (ONU, 2022[17]). Muchas empresas salvadoreñas dependen de importaciones y exportaciones que atraviesan puertos de países vecinos, fundamentalmente de Guatemala y Honduras.
Existe margen para seguir intensificando la integración regional comercial de El Salvador con países de América Latina y Centroamérica. La adhesión a la unión aduanera con Guatemala y Honduras todavía no estaba operativa a mediados de 2022, pero un plan de acción prevé su puesta en marcha a finales de 2022. Una integración regional insuficiente constituye un obstáculo importante para los inversores privados, en especial para aquellos que dependen de insumos importados para producir en El Salvador. La planificación de las infraestructuras transfronterizas y la puesta en funcionamiento de la unión aduanera con Guatemala y Honduras, así como la inclusión de más países de Centroamérica en dicha unión, incrementaría el tamaño del mercado y, al mismo tiempo, reduciría considerablemente los costos para los inversores y los retrasos en el transporte. La ampliación del mercado facilitaría la integración de los países de la región en las cadenas de valor mundiales (Secretaría de Comercio e Inversiones, 2020[23]).
Además, existen oportunidades para incrementar el volumen de operaciones comerciales entre El Salvador y la región de Centroamérica. Para el conjunto de productos en los que El Salvador cuenta con una ventaja comparativa revelada (VCR) mayor que uno y para los cuales las importaciones mundiales han experimentado un crecimiento positivo durante los últimos cinco años (2015 a 2019), las importaciones de El Salvador representan menos del 50 % de las importaciones de los países centroamericanos de estos productos en diferentes sectores tales como cuero, calzado, productos químicos, electrónicos, alimentos, plásticos, textiles y otros (Gráfico 3.8, Panel A). En particular, existen oportunidades para ampliar las exportaciones de productos textiles y químicos de El Salvador a los países de América Central. El Salvador tiene una gran cantidad de productos con ventaja comparativa revelada en ambos sectores (86 y 35 productos respectivamente) y El Salvador actualmente satisface solo el 14.7 %. de la demanda de importación de los países centroamericanos de estos productos textiles y el 7.6 % de la demanda de importación de los países centroamericanos de estos productos químicos.
Existen oportunidades para aumentar las exportaciones de El Salvador no solo a Centroamérica, sino también al mundo. La participación de El Salvador en las importaciones mundiales de aquellos productos por los que El Salvador tiene una VCR mayor que uno y cuyo comercio internacional ha experimentado un crecimiento positivo a nivel mundial durante los últimos cinco años (2015 a 2019) es actualmente inferior al 1 % en todos los sectores (Gráfico 3.8, Panel B). Por lo tanto, existen muchas oportunidades a nivel mundial para expandir las exportaciones de El Salvador de productos por los que el país tiene una ventaja comparativa revelada. En particular, existen oportunidades en el sector químico y en metales comunes, ya que El Salvador tiene un número relativamente grande de productos con una ventaja comparativa revelada en estos sectores, pero una cuota pequeña del mercado mundial (BCR, 2021[25]; ONU, 2022[17]).
Para promover y facilitar los intercambios internacionales y, en particular, las exportaciones, El Salvador ha estado negociando nuevos acuerdos comerciales. En enero de 2020, entró en vigor un nuevo acuerdo comercial entre Corea y varios países centroamericanos, entre ellos El Salvador (MINEC, 2020[26]). Corea es el noveno mayor importador mundial y uno de los socios comerciales más importantes de El Salvador en Asia. El valor de las inversiones coreanas en El Salvador supera los 40 millones de USD (MINEC, 2021[27]; MINEC, 2020[26]). Para sacar el máximo provecho a este nuevo acuerdo comercial, El Salvador puso en marcha un plan de aprovechamiento, entre cuyas medidas están identificar posibles productos para exportar a Corea y ayudas para que las empresas privadas cumplan los requisitos de importación de este país asiático. Un plan de aprovechamiento del tratado comercial con el Reino Unido se encuentra también en ejecución. El Salvador está implementando planes de aprovechamiento similares para ayudar a las empresas salvadoreñas a sacar mayor partido de los acuerdos comerciales, incluidos los acuerdos con la UE y Estados Unidos. Estos planes incluyen acciones de comunicación y promoción además de la implementación de temas ligados a la administración de los acuerdos. Asimismo, El Salvador está negociando actualmente varios nuevos acuerdos comerciales (entre ellos un acuerdo de protección de las inversiones con Catar y un acuerdo comercial de alcance parcial con Bolivia, suscrito en 2018 y pendiente de ratificación), así como enmiendas que mejoren los acuerdos comerciales existentes (MINEC, 2020[26]).
Hay margen para que El Salvador aproveche mejor los acuerdos comerciales existentes. La tasa de crecimiento promedio de las exportaciones de El Salvador a los países con los que ha concluido acuerdos comerciales ha sido positiva tras la entrada en vigor de dichos acuerdos en todos los casos, excepto en el del acuerdo comercial con la UE. En el caso del reciente acuerdo comercial que El Salvador concluyó con Corea del Sur, las exportaciones de El Salvador aumentaron considerablemente: el valor absoluto de las exportaciones a Corea del Sur se multiplicó por cinco y la participación de las exportaciones a Corea del Sur en las exportaciones totales de El Salvador se multiplicó por seis entre 2018 y 2020. Las exportaciones de azúcar de El Salvador a Corea del Sur se triplicaron con creces entre 2019 y 2020 (aumentaron de 14.7 millones de USD en 2019 a 48 millones de USD en 2020) (ONU, 2022[17]). Las exportaciones a Panamá, México y República Dominicana también incrementaron considerablemente tanto en valor absoluto como en términos de porcentaje de las exportaciones totales de El Salvador tras la conclusión de los acuerdos comerciales con estos países (Gráfico 3.9). Sin embargo, la participación en las exportaciones totales de las exportaciones de El Salvador a otros países con los que El Salvador ha concluido acuerdos comerciales tales como Cuba, Taipéi chino, Colombia y Chile ha aumentado a un ritmo más moderado, ha fluctuado bastante o ha incluso disminuido en el caso de los Estados Unidos y de la UE. Las exportaciones a la UE cayeron en valor absoluto y como parte de las exportaciones totales de El Salvador tras la entrada en vigor del acuerdo en 2013 (BCR, 2021[25]). Esto se debió en parte a la caída de la producción de café, un importante rubro de exportación a los países de la Unión Europea. Esta caída estuvo ligada a la afectación por la roya y la caída en los precios. Adicionalmente, como parte de los esfuerzos de diplomacia económica, El Salvador empezó a nombrar consejeros económicos en sus misiones diplomáticas en 2022 (15 en 2022). Su misión es apoyar la promoción de exportaciones y turismo y la atracción de inversiones.
La IED en El Salvador se dirige a actividades que requieren una escasa cualificación y no llega a los sectores más innovadores, con una alta intensidad tecnológica
La IED puede contribuir de manera importante a aumentar la productividad de El Salvador. A través de la IED, se pueden transferir conocimientos técnicos especializados y tecnologías extranjeras a las economías receptoras, sobre todo mediante la creación de vínculos entre empresas extranjeras y socios o proveedores locales. Por medio de estos vínculos, las empresas locales pueden acceder a nuevas tecnologías, prácticas y competencias técnicas y de gestión y adoptarlas, lo que incrementa sus niveles de productividad. Los requisitos técnicos y las normas de calidad de las empresas extranjeras pueden propiciar también mejoras tecnológicas por parte de los proveedores locales. Además, se pueden producir transferencias de tecnología por imitación: las empresas locales pueden imitar las prácticas y las tecnologías de las empresas extranjeras mediante la observación o contratando a trabajadores formados por empresas extranjeras. Aparte de las transferencias de conocimientos, la IED también puede mejorar el acceso de socios y proveedores locales a los mercados internacionales y aumentar así, en última instancia, la integración (comercial) internacional de la economía. La IED puede contribuir también al aumento de la productividad incrementando la competencia en el mercado local, al forzar el cierre de empresas menos productivas de manera que los recursos se desplacen a otras más productivas (OCDE, 2015[28]; Banco Mundial, 2017[29]).
El nivel de entradas de IED en El Salvador es moderado. Las entradas netas de IED en El Salvador alcanzaron un promedio de 2.1 % del PIB entre 2015 y 2019, frente al promedio de 3.7 % del PIB de América Latina y el Caribe (Banco Mundial, 2020[1]). Entre 2012 y 2017, un 51.3 % de las entradas netas de IED en El Salvador se dirigieron al sector industrial y un 48.3 %, al sector servicios. Las entradas netas de IED en servicios se dirigieron principalmente a actividades de finanzas y seguros (27.7 % de la IED), comercio (12.4 %) e información y comunicación (4.1 %) (Sierra, 2019[9]). Entre 2014 y 2018, los principales países de origen de las entradas de IED en El Salvador fueron Panamá (32.7 % de las entradas de IED) y Estados Unidos (27.8 % de las entradas de IED) (CEPAL, 2019[30]).
El Salvador muestra resultados relativamente positivos en cuanto a vínculos de la cadena de suministro entre empresas extranjeras y nacionales. En El Salvador, las empresas manufactureras extranjeras compran un 37 % de sus insumos en el mercado nacional (Gráfico 3.10, Panel A). Los datos de El Salvador son mejores que los de otros países de América Latina, como Guatemala, Panamá y Ecuador, y de países desarrollados como Estonia, pero siguen por detrás de los de Costa Rica (48 %) y Marruecos (65 %). El Salvador ocupa el puesto 23 por porcentaje de compras nacionales de las empresas manufactureras extranjeras entre los 61 países de los que existen datos disponibles. No obstante, el porcentaje de compras nacionales de las empresas manufactureras extranjeras en El Salvador en promedio sigue siendo inferior a la mitad del que registran los países mejor situados, entre ellos Colombia (93 %) (OCDE, 2019[31]).
La IED en El Salvador suele ser intensiva en mano de obra. En una comparación internacional relativa a la creación de empleo, las empresas extranjeras en El Salvador presentan buenos resultados. En promedio, en El Salvador se crean 5.7 nuevos puestos de trabajo por millón de USD de IED en nuevas instalaciones (anunciada) (Gráfico 3.10, Panel B). Esta cifra es inferior a la de Costa Rica (creación de 7.4 puestos de trabajo) pero superior a la de otros países latinoamericanos y otros países de referencia de Asia, África y Europa (OCDE, 2019[31]). Estos datos ponen de manifiesto que la IED en El Salvador se dirige a sectores con una intensidad relativamente alta en mano de obra. De hecho, tanto el sector textil y confección como la industria alimentaria, dos sectores importantes de la economía de El Salvador, figuran entre los diez sectores mejor situados a nivel mundial en cuanto a creación de empleo por millón de USD de IED en nuevas instalaciones (anunciada) (OCDE, 2019[31]) porque estos sectores suelen necesitar mucha mano de obra.
Las empresas extranjeras en El Salvador superan a sus homólogas nacionales en cuanto a productividad, salarios y el grado de sofisticación tecnológica de los sectores en los que invierten. Las empresas extranjeras en El Salvador obtienen mejores resultados que sus homólogas nacionales en cuanto a productividad y, además, pagan salarios más altos en promedio (Gráfico 3.11, Panel A). Por lo tanto, las empresas extranjeras en El Salvador parecen ser competitivas en cuanto a costos y más productivas y eficientes que sus homólogas nacionales. Además, la IED en El Salvador se concentra en sectores con mejores resultados en innovación en procesos y productos (Gráfico 3.11, Panel B).
No obstante, las empresas extranjeras en El Salvador presentan resultados inferiores a las nacionales en cuanto a innovación en procesos y nivel de cualificación exigido (Gráfico 3.11, Panel A). Además, en El Salvador, la IED no se destina de forma principal a sectores que requieran un número especialmente elevado de cualificaciones, sino a sectores con un bajo nivel de I+D (Gráfico 3.12, Paneles A y B). En los diferentes países de la OCDE, la IED se concentra en sectores con una productividad laboral superior y mayores niveles de I+D.
Se podría aprovechar la IED en El Salvador para contribuir de forma más importante al aumento de la productividad y el ascenso en la cadena de valor. En el futuro, atraer IED más innovadora y que requiera mayores cualificaciones en sectores más productivos de la economía podría ayudar a El Salvador a ascender en la cadena de valor y aumentar la productividad. Aun así, la atracción de IED en sectores de inferior valor añadido puede contribuir a que se produzcan mejoras en estos sectores, por ejemplo, en aquellos que se dedican a manufacturas ligeras de productos exportables. Una comparación internacional con otras economías en desarrollo muestra una enorme variación del grado en que diferentes países atraen IED a sectores con un alto nivel de cualificaciones e I+D (Gráfico 3.12, Paneles C y D). Por tanto, para aprovechar el efecto potencialmente transformador de la IED, es necesario coordinar las políticas de promoción de las inversiones con las de transformación económica.
La participación de El Salvador en las cadenas de valor mundiales y regionales brinda oportunidades sin explotar para aumentar la productividad
Según revelan nuevos análisis, la participación en las cadenas de valor mundiales puede reportar a los países múltiples ventajas. En particular, según Cadestin, Gourdon y Kowalski (2016[32]), puede aumentar la productividad y propiciar una mayor diversificación y sofisticación de los procesos de producción. La participación en las cadenas de valor mundiales puede adoptar varias formas y suele cuantificarse según el uso de insumos extranjeros en la producción (participación regresiva) y el suministro de bienes intermedios a las cadenas de valor (participación progresiva). Criscuolo y Timmis (2017[33]) muestran pruebas que la participación en las cadenas de valor mundiales incrementa la productividad por medio de varios canales, pues permite una mayor especialización vertical, genera competencia en los mercados nacionales de insumos, permite a las empresas acceder a tecnología y conocimientos integrados en nuevas variedades de insumos y es un vehículo con efectos positivos indirectos en materia de conocimientos propiciados por la IED.
Existen posibilidades para seguir incrementando la participación de las empresas salvadoreñas en las cadenas de valor mundiales. La experiencia de los principales sectores exportadores de El Salvador integrados en las cadenas de valor mundiales muestra que su internacionalización puede impulsar la productividad. No obstante, los sectores que proporcionan materias primas y bienes intermedios basados en materias primas a las cadenas de valor mundiales y regionales presentan resultados heterogéneos. Por lo tanto, también es posible aumentar la contribución de la internacionalización a la productividad mejorando las perspectivas de las empresas y sus capacidades dentro de las cadenas de valor mundiales. Por último, las cadenas de valor regionales pueden respaldar la transformación productiva creando mayor valor añadido en la región (como ocurre con los textiles) y generando capacidad productiva en bienes que todavía no pueden competir a nivel mundial.
La participación de El Salvador en las cadenas de valor mundiales es similar a la de sus homólogos regionales, pero inferior a la de países de referencia que tienen mayor relevancia en las redes de producción regionales (Gráfico 3.13). La expansión de las cadenas de valor mundiales se ralentizó de forma significativa tras la crisis económica mundial (OMC, 2019[34]). Pese a que, desde entonces, las cadenas de valor mundiales complejas han crecido relativamente más rápido, esto ha provocado una reducción de la participación relativa de El Salvador en las cadenas de valor mundiales, y también de la mayoría de países del grupo de la comparación.
La participación de El Salvador en las cadenas de valor mundiales se produce en gran medida a través de canales regresivos en los sectores exportadores principales. El mayor sector exportador, el de los textiles y la confección, usó algo menos del 25 % de insumos importados en la producción de sus exportaciones, según datos de la base de datos Global Value Chain Database de la UNCTAD y Eora (UNCTAD/Eora, 2020[35]). En otros sectores exportadores importantes se observa el mismo patrón, tanto en las manufacturas (petróleo, productos químicos y productos minerales no metálicos, productos eléctricos y maquinaria) y en determinados servicios, tales como el transporte (Gráfico 3.14). Ciertas exportaciones del sector primario se encuentran más integradas en las cadenas de valor mundiales, en particular la pesca y la minería, pero representan una fracción mucho más pequeña de las exportaciones. Además, se encuentran situadas en fases anteriores (upstream) de sus respectivas cadenas de valor, mientras que la mayoría de los sectores manufactureros se sitúan en actividades posteriores (downstream) de sus respectivas cadenas de valor. En otras palabras, los sectores con una alta participación progresiva en El Salvador emplean un número relativamente reducido de insumos importados para producir bienes intermedios destinados a la exportación, en gran medida porque los productos que exportan no requieren una transformación compleja. Por el contrario, sectores como el de los textiles y la confección exportan productos finales y, por ende, se sitúan al final de la cadena de valor de producción.
Las cadenas de valor regionales desempeñan un papel principal en la inserción de El Salvador en las cadenas de valor mundiales. Hasta un 8 % del valor añadido integrado en las exportaciones salvadoreñas se genera en otros territorios de Centroamérica (p. ej., en la República Dominicana), mientras que un 6 % se genera en Estados Unidos. Por el contrario, del 4.7 % de las exportaciones salvadoreñas integradas en exportaciones de terceros países, se exporta un 1.5 % a la región de Centroamérica. La naturaleza de las cadenas de valor mundiales y regionales en ocasiones difiere. Por ejemplo, pese a que existe una cadena de valor regional en la producción de textiles y prendas de confección, esta se dirige principalmente a exportaciones cuyo destino es Estados Unidos, país que importa un 71 % de las exportaciones de este tipo de productos de El Salvador, fundamentalmente como productos terminados. La trascendencia de las cadenas de valor regionales pone de manifiesto la creciente importancia que reviste el comercio regional para El Salvador. El comercio con la región de Centroamérica aumentó del 28 % al 55 % de las exportaciones salvadoreñas entre los años 2000 y 2018 (BCIE, 2020[36]).
Los sectores con encadenamientos regresivos han aumentado en volumen y productividad en los últimos años. El Gráfico 3.15 muestra el aumento de valor añadido por sector agregado vinculado a la intensidad de encadenamientos regresivos y progresivos con las cadenas de valor mundiales de cada sector. El Gráfico 3.16, por su parte, muestra la relación entre la inserción en cadenas de valor mundiales y el aumento del valor añadido por trabajador. La selección de sectores se realizó buscando coincidencias entre los cuadros de oferta y utilización y la Global Value Chain Database de UNCTAD-Eora, y excluye los servicios profesionales y empresariales que se clasifican de diferente manera en estas dos bases de datos. Los encadenamientos progresivos pueden garantizar el nivel de la demanda mediante la demanda de productos mundiales para la exportación. No obstante, los sectores con una mayor participación progresiva en las cadenas de valor mundiales no mostraron un desempeño especialmente positivo durante el período analizado. Pese a que el sector de las industrias mineras y extractivas experimentó un importante aumento del valor añadido, el crecimiento de la productividad fue muy modesto. Por otra parte, la mayoría de los sectores con importantes encadenamientos regresivos no solo registraron un aumento del valor añadido, sino que dicho crecimiento se vio impulsado, cuando menos en parte, por el incremento de la productividad laboral.
Pese al buen desempeño de los sectores manufactureros que poseen vínculos más importantes con las cadenas de valor mundiales, la integración en las cadenas de valor mundiales brinda oportunidades sin explotar en El Salvador. De hecho, la participación general en las cadenas de valor mundiales sigue siendo relativamente escasa en este país y ni esta subregión ni determinados sectores integrados en las cadenas de valor mundiales han registrado un aumento de la productividad. Para aprovechar al máximo la integración en las cadenas de valor mundiales, es preciso comenzar por la política comercial, ya que cuando los productos finales deben atravesar la frontera varias veces, se les aplican múltiples aranceles. Además, las pruebas indican que, en el marco de las cadenas de valor mundiales, la introducción de pequeñas mejoras en materia de facilitación del comercio puede incrementar considerablemente el eventual comercio de valor añadido. Según un análisis de la OCDE acerca de los principales factores determinantes de la participación en las cadenas de valor mundiales, revisten especial importancia la facilitación del comercio y el funcionamiento de los servicios de aduanas, la calidad de las infraestructuras y las instituciones, la protección de la propiedad intelectual y la calidad del suministro eléctrico (Kowalski et al., 2015[37]).
Solo una pequeña fracción de empresas salvadoreñas son competitivas a nivel mundial y existen grandes diferencias dentro de los sectores
La productividad total de los factores (PTF) es una medida fundamental de desempeño a nivel de empresa. La PTF refleja la eficiencia con la que se utilizan los factores de producción. A nivel agregado, la PTF no solo refleja la tecnología de producción, sino también factores institucionales que pueden desempeñar un papel importante en la eficiencia de la producción, tanto en términos de organización de esta (p. ej., de prácticas de gestión) como en términos de rentabilidad empresarial (a través de la calidad de los factores de producción, que no suele medirse correctamente, a través de la apropiabilidad de los rendimientos o de otros costos en los que se incurre al realizar una actividad empresarial y que limitan el valor añadido a nivel de empresa). Esta sección usa las estimaciones de PTF obtenidas a partir de las encuestas de empresa (Enterprise Surveys) del Banco Mundial para mostrar la distribución de la productividad de las empresas salvadoreñas en comparación con la distribución mundial de la productividad en el mismo sector (Francis et al., 2020[38]).6
El desempeño de las empresas de las principales industrias manufactureras de El Salvador en materia de productividad total de los factores (PTF) sigue siendo deficiente en comparación con otros países. El Gráfico 3.17 muestra la distribución de la PTF de las empresas en relación con la distribución mundial dentro del mismo sector. Si la distribución de la productividad de un determinado sector de El Salvador coincidiese con la distribución mundial, un 33 % de sus empresas se situarían en cada uno de los cuantiles mundiales. En las principales industrias manufactureras de El Salvador (textiles y confección y productos alimentarios), la amplia mayoría de las empresas (73.7 % y 84 % respectivamente) pertenece al tercio de empresas del mundo con desempeño más bajo en términos de PTF. Prácticamente todas las empresas que se dedican a la fabricación de muebles (98.1 %) ―otra industria manufacturera importante de El Salvador― pertenecen al 33 % de empresas menos productivas del mundo. Ni en el sector de textiles y confección ni en el de fabricación de muebles hay ninguna empresa que pertenezca al tercio de empresas más productivas del mundo. Además, en el sector manufacturero de productos alimentarios, el porcentaje de empresas que se sitúa en el tercio superior a nivel mundial en términos de PTF es bajo (4.7 %). Si cada empresa manufacturera se asigna a su grupo en la distribución de la productividad global de su sector, solo el 17 % de las empresas salvadoreñas aparecen en el tercio superior de la distribución (Gráfico 3.18). Esto se debe en gran parte a la pequeña proporción de empresas competitivas a nivel mundial en sectores manufactureros claves (como textiles y confección, y productos alimentarios) en El Salvador. Por otro lado, cuando todas las empresas se comparan con la distribución global de la PTF, el 31 % de las empresas salvadoreñas se encuentran en el tercio superior. Esto se explica por la presencia de empresas altamente productivas en otros sectores (como la publicación).7
Las empresas altamente productivas en El Salvador son empresas que innovan. La distribución de la productividad está sesgada hacia la izquierda para casi todos los sectores: en la mayoría de los sectores, hay pocas empresas altamente productivas. Por tanto, es especialmente importante determinar las características de estas empresas. La innovación se destaca entre los indicadores de alta productividad: el 29 % de las empresas que introdujeron un nuevo producto, servicio o proceso en los últimos tres años se caracterizan por niveles de productividad en el tercio superior, frente al 3 % de las que no lo hicieron, y el resultado es similar sin importar si la productividad se mide mediante la introducción de nuevos productos, servicios o procesos. Sin embargo, al comparar internacionalmente, solo el 42 % de las empresas salvadoreñas innovaron en el tiempo de referencia, cerca de algunos pares subregionales como la República Dominicana (42 %), pero significativamente por detrás de otros como Costa Rica (68 %). La orientación a la exportación también contribuye a identificar empresas más productivas, pero en menor grado: el 22 % de las empresas que exportan son altamente productivas, mientras que el 17 % de las empresas que no exportan lo son. Otros factores no parecen desempeñar un papel importante: es menos probable que las empresas extranjeras sean altamente productivas (a pesar de que las empresas extranjeras tienen un mejor desempeño en promedio) y también es menos probable que las empresas con certificaciones internacionales sean altamente productivas, lo que indica que la certificación sirve para capitalizar las ventajas existentes (incluidas ventajas en los costes) en lugar de generar inevitablemente otras nuevas.
El tamaño del sector informal de El Salvador es un lastre para la productividad y la calidad del empleo
El Salvador cuenta con un sector informal importante. Según la encuesta a micro y pequeñas empresas realizada por CONAMYPE en 2017, el 75 % de las micro y pequeñas empresas de El Salvador son informales (no cuentan con registro de IVA) (CONAMYPE, 2018[40]). Además, en 2019, el 69.1 % del empleo en El Salvador era informal y esta tasa no ha variado sustancialmente en la última década (OIT, 2022[2]).
Las empresas informales generan un valor agregado más bajo y pagan salarios más bajos a sus empleados. Entre las micro y pequeñas empresas de El Salvador, la productividad del trabajo está fuertemente asociada a los salarios promedio, tanto entre empresas informales como aquellas que están registradas. Según Banegas y Winkler (2020[41]), las pymes formales del quintil más productivo pagan salarios ocho veces superiores a las menos productivas. A su vez, los trabajadores informales reciben salarios horarios 5.8 veces inferiores a los de los trabajadores formales, una de las tasas más altas de los 40 países cubiertos por la base de datos sobre trabajadores informales y sus hogares de la OCDE (OCDE, 2021[42]). Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de El Salvador de 2019, el salario promedio de los trabajadores formales fue de 492.64 USD por mes, mientras que el salario promedio de los trabajadores informales fue de solo 208.10 USD por mes (DIGESTYC/MINEC, 2020[3]).
Los empleos informales también son de menor calidad que en el sector formal en otras dimensiones. Los trabajadores informales no solo tienden a ganar menos sino que además tienen mayor probabilidad de tener jornadas muy largas que los trabajadores formales en los países emergentes (OCDE, 2016[43]). En El Salvador, una mayor proporción de trabajadores informales trabaja más de 49 horas semanales (29 % comparado con 27 % entre empleados formales), pero también una mayor proporción trabaja menos de 20 horas (14 % comparado con 5% de trabajadores formales). Esto refleja la dificultad de generar trabajo remunerativo incluso en el sector formal. La informalidad también está fuertemente asociada con la vulnerabilidad y los salarios más bajos en El Salvador. El 71.4 % de los pobres estaban empleados en el sector informal8 y el 56.3 % de los vulnerables, comparados con el 36.1 % de la clase media en 2014 (OCDE et al., 2019[44]).
El sector informal también es menos productivo que el sector formal en El Salvador. Las empresas informales son, en promedio, más pequeñas y menos productivas que las empresas formales en los países en desarrollo. En El Salvador existe una clara y fuerte relación negativa entre el nivel de informalidad de un sector económico y el valor añadido promedio por trabajador de este sector (Gráfico 3.19). Los sectores con niveles de informalidad elevados tienen todos baja productividad laboral, mientras que los sectores con alta productividad tienen niveles relativamente bajos de informalidad (aunque algunos sectores como el de procesamiento de carne tienen más del 40 % de empleo informal y alto valor agregado por trabajador). Sin embargo, la formalidad no es suficiente para asegurar alta productividad: Los sectores con un grado de informalidad relativamente bajo (menos de 35 % de empleo informal) se dividen en sectores de bajo valor añadido por trabajador y sectores de alto valor añadido por trabajador en El Salvador. En el sector servicios, aquellos sectores con una proporción relativamente baja de empleo informal y un valor añadido por trabajador relativamente bajo simultáneamente son la administración pública y sectores con un alto grado de participación pública (educación y salud). En el sector manufacturero, la dispersión de sectores con bajo grado de informalidad en términos de valor añadido por trabajador refleja las dos velocidades de la economía salvadoreña: algunas industrias manufactureras con niveles de productividad modestos, principalmente manufactura liviana, incluida la confección, conviven con sectores manufactureros, y especialmente de servicios altamente productivos.
Bajos niveles de educación de empresarios informales y bajos niveles de innovación en empresas informales contribuyen a los bajos niveles de productividad del sector informal en El Salvador. El 14 % de los directivos de empresas informales no tienen educación y el 46.4 % solo tiene educación primaria. Solo el 8.3 % de los directivos de empresas informales tiene educación universitaria. Los niveles de innovación y las perspectivas de crecimiento de las empresas informales en El Salvador son muy bajos. Solo el 1 % de las empresas informales tienen vínculos con las universidades en temas de innovación y desarrollo y solo el 3 % tiene vínculos con el gobierno en temas de innovación (OIT, 2019[45]).
Referencias
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[6] Aiyar, S. et al. (2018), “Growth slowdowns and the middle-income trap”, Japan and the World Economy, Vol. 48, pp. 22-37, https://doi.org/10.1016/j.japwor.2018.07.001.
[20] Alvarado, C. and P. Amaya (2015), La Transformación Productiva: Oportunidades y Retos para la Economía Salvadoreña, Banco Central de Reserva, San Salvador, https://www.bcr.gob.sv/documental/Inicio/descarga/378146793.pdf.
[15] Aquino Cardona, L. (2019), Analysis Económico y Prospectivo de la Economía Salvadoreña a partir del Modelo Insumo Producto, https://www.bcr.gob.sv/bcrsite/uploaded/content/category/1162224237.PDF.
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[39] Banco Mundial (2016), Enterprise Surveys - El Salvador, Banco Mundial, Washington D.C., https://www.enterprisesurveys.org/en/data/exploreeconomies/2016/el-salvador.
[41] Banegas, N. and H. Winkler (2020), “El Salvador: Diagnóstico del Trabajo. Comprendiendo los Desafíos para Lograr Más y Mejores Trabajos en El Salvador: Un Enfoque Integrado”, Jobs Series, No. 24, https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/34699/Understanding-Challenges-for-More-and-Better-Jobs-in-El-Salvador-An-Integrated-Approach-SP.pdf.
[36] BCIE (2020), Centroamérica en la economía global: Oportunidades de desarrollo a través del comercio, Banco Centroamericano de Integración Económica, https://www.bcie.org/fileadmin/bcie/espanol/archivos/novedades/publicaciones/informe_de_coyuntura/Centroamerica_en_la_Economia_Global_Oportunidades_de_Desarrollo_a_traves_del_COMERCIO.pdf.
[25] BCR (2021), Comercio Exterior, Banco Central de Reserva, San Salvador, https://www.bcr.gob.sv/bcrsite/?cat=1012&title=Base%20de%20Datos%20Comercio-Exterior&lang=es.
[13] BCR (2021), Cuentas de Producción por Actividad Económica. A Precios Corrientes, Banco Central de Reserva, San Salvador, https://estadisticas.bcr.gob.sv/clasificacion/sector-real.
[10] BCR (2020), Base de datos económica, Banco Central de Reserva, San Salvador, https://www.bcr.gob.sv/bcrsite/?cat=1000&lang=es (accessed on 1 August 2022).
[8] BCR (2020), Cuadros oferta utilización, Banco Central de Reserva, San Salvador, https://www.bcr.gob.sv/bcrsite/uploaded/content/esquema/1822032207.xlsx.
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[30] CEPAL (2019), Foreign Direct Investment in Latin America and the Caribbean 2019, Comisión Económica para América Latina y el Caraibe, Santiago de Chile, https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/44698/S1900447_en.pdf.
[21] CEPAL (n.d.), Sistema Gráfico de Comercio Internacional (SIGCI), Comisión Económica para América Latina y el Caraibe, Santiago, https://sigci.cepal.org/ (accessed on 1 August 2022).
[40] CONAMYPE (2018), Encuesta nacional de la micro y pequeña empresa 2017, Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa, San Salvador, https://www.conamype.gob.sv/download/encuesta-nacional-de-la-mype-2017/#.
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[9] Sierra, C. (2019), Caracterización y determinantes de la inversión extranjera directa en El Salvador, XIII Foro de Investigadores de Bancos Centrales, http://www.secmca.org/recard/index.php/foro/article/viewFile/153/146.
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Notas
← 1. Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.
← 2. El Salvador no publica datos oficiales de subempleo en áreas rurales. Para este análisis se reprodujo la metodología de cálculo utilizada para las áreas urbanas y se aplicó al conjunto de ocupados mayores de 15 años.
← 3. La manufactura ligera fabrica bienes de consumo para el consumidor final y en algunos casos productos intermedios, generalmente a partir de materiales parcialmente procesados y necesita menos capital y tecnología que la industria pesada. Incluye sectores tales como textiles y calzado, alimentos y bebidas, farmacéuticos, productos electrónicos, cosméticos, libros, revistas y periódicos.
← 4. Los motivos principales del declive registrado por el sector cafetalero fueron la guerra civil y el control estatal de las ventas y exportaciones de café en la década de 1980, las reformas agrarias de la década de 1980 y principios de la década de 1990, las reformas que liberalizaron la economía de El Salvador al final de la guerra civil, en la década de 1990, y el aumento de la competencia de otros países en la década de 1990 y principios de la década de 2000.
← 5. En una escala que oscila entre 2.56 (para el producto de mayor complejidad económica en 2018) y -3.33 (para el producto de menor complejidad económica en 2018) (Harvard University Growth Lab, 2020[16]).
← 6. Estos datos presentan una serie de limitaciones: en el caso de El Salvador, cabe destacar que no incluye los sectores de servicios, algunos de los cuales fueron encuestados, pero que no responden a preguntas sobre insumos de capital. Además, aunque la muestra se construye para garantizar que sea representativa de un reducido número de subsectores manufactureros, no puede considerarse representativa de todos los subsectores (habida cuenta del tamaño relativamente reducido de la muestra).
← 7. Sin embargo, la encuesta Enterprise Survey de El Salvador del Banco Mundial de 2016 no está diseñada para ser representativa a nivel de subsectores manufactureros, lo que impide las comparaciones de desempeño de subsectores en su conjunto.
← 8. La informalidad se define como trabajadores sin derecho a pensión, seguro de salud, protección social, contratos de trabajo y otros derechos de los sectores formales.