Varios países de América Latina y el Caribe (ALC) cuentan con recursos naturales no renovables (RNNR), principalmente hidrocarburos (petróleo y gas), metales y minerales, que constituyen una importante fuente de ingresos públicos. Sin embargo, estos recursos son finitos y los ingresos que generan pueden ser muy volátiles debido a fluctuaciones de los precios en los mercados internacionales. La gestión de los RNNR también debe tener en cuenta la equidad intergeneracional: garantizar que la explotación de estos recursos naturales no comprometa las oportunidades de las generaciones futuras ni la sostenibilidad medioambiental.
Los precios de referencia de la producción petrolera y minera repuntaron con fuerza en 2021, impulsados por la mejora de las condiciones macroeconómicas y el retraso de la oferta. La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, junto con el levantamiento de las restricciones ocasionadas por la COVID-19 en China, provocaron nuevas subidas de precios en 2022. Se estima que los ingresos procedentes de la exploración y venta de petróleo y gas en la región de ALC han aumentado de 2.6% del producto interno bruto (PIB) en 2021 al 4.2% en 2022. Sin embargo, este promedio se ve afectado por la evolución de las economías relativamente pequeñas de Guyana y Trinidad y Tobago, ya que reducen el promedio de ALC en 1 punto porcentual (p.p.) (OCDE et al., 2023). En 2022, los ingresos procedentes de la producción minera alcanzaron su nivel más alto desde 2011, lo que equivale a 0.7% del PIB en promedio. Esto fue resultado del aumento de la producción minera y del aumento de los precios en el mercado internacional (Gráfico 10.11).
Sin embargo, a largo plazo, los ingresos procedentes de los RNNR han disminuido considerablemente en relación con el PIB en toda la región de ALC desde el período 2011-14, cuando los precios de las materias primas alcanzaron su último máximo. En 2011, los ingresos procedentes de los RNNR representaban una media del 7.1% del PIB en los países de ALC. Una década después, en 2021, la cifra había caído a 3.3%, pero con diferencias significativas entre países. Por ejemplo, los ingresos por RNNR se desplomaron 8 p.p. en Ecuador, pasando de 16.3% del PIB en 2011 a 8.3% en 2021, debido a la caída de los precios y de la producción. Bolivia (-8.8 p.p.) y Trinidad y Tobago (-7.5 p.p.) también experimentaron importantes caídas relativas de los ingresos por RNNR. Otros países, como Brasil, Chile y Perú, experimentaron descensos relativos más modestos, de entre 0 y 3 p.p. a lo largo de la década (Gráfico 10.12). Guyana es una excepción digna de mención: tras un importante descubrimiento de crudo en 2015, el país inició la producción de petróleo a finales de 2019 (OCDE et al., 2023). En 2021, los ingresos del petróleo representaban 5,1% del PIB de Guyana, una cifra que se prevé que aumente en los próximos años (Gráfico 10.12).
La composición de los ingresos procedentes de los RNNR varía entre los países de ALC. Los hidrocarburos son la principal fuente de ingresos en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, México y Trinidad y Tobago, frente a los ingresos de minería. En cambio, Chile y Perú dependen más de la producción minera para sus ingresos y menos de los hidrocarburos. Los hidrocarburos han sido la principal fuente de volatilidad de los ingresos durante el período desde 2011, mientras que los ingresos procedentes de la minería han variado menos en la mayoría de los países (Gráfico 10.13).