El balance fiscal estructural o subyacente es la diferencia entre los ingresos y los gastos públicos corregida de los efectos que podrían atribuirse al ciclo económico y a acontecimientos puntuales. Eliminar de las cifras los efectos de las fluctuaciones económicas permite a los encargados de las políticas públicas identificar las tendencias subyacentes de los agregados económicos y evaluar mejor la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo. Los ingresos gubernamentales tienden a disminuir durante las recesiones económicas, a medida que caen los ingresos. Al mismo tiempo, el gasto tiende a aumentar, a medida que aumenta el número de personas que solicitan asistencia social o subsidios de desempleo. Los gobiernos también pueden aumentar el gasto público para estimular la economía. Todos estos efectos fueron visibles durante la pandemia de COVID-19. El balance estructural es una medida del balance presupuestario que tendría un gobierno con sus políticas actuales si la economía funcionara a su pleno potencial ("PIB potencial").
Entre 2019 y 2022, el balance estructural promedio de las administraciones públicas en América Latina y el Caribe (ALC) se deterioró en 1.3 puntos porcentuales (p.p.), pasando de un balance promedio de -3.4% del producto interno bruto (PIB) potencial en 2019 a -4.7% en 2022. Del mismo modo, el balance promedio de la OCDE también bajó, pasando de -1.38 en 2019 a -3.8% en 2022. La mayoría de los países de ALC aumentaron sus déficits estructurales entre 2019 y 2022, y se registraron los mayores incrementos en Barbados (5.7 p.p. del PIB potencial) y Colombia (4.7 p.p.). Por el contrario, algunos experimentaron una mejora de su balance estructural. Surinam, un caso atípico, mejoró su balance estructural en 18.6 p.p. del PIB potencial en el mismo período, aunque sigue registrando un déficit. Otros países que mejoraron sus déficits estructurales entre 2019 y 2022, aunque en menor medida, son Costa Rica (2.7 p.p.), Ecuador (2.7 p.p.) y Guyana (2.6 p.p.). Todos los países tenían balances estructurales negativos en 2022, siendo Ecuador el que más se acercaba al equilibrio, con un balance estructural de -0.8% del PIB potencial (Gráfico 11.10).
Se prevé que el balance estructural promedio en la región mejore entre 2022 y 2025 en 1.4 p.p. (la misma proyección que para los países de la OCDE), alcanzando un valor de -3.4% del PIB potencial en 2025, cercano a los niveles prepandémicos (-3.4% en 2019). Se prevén mejoras en el balance estructural como porcentaje del PIB potencial entre 2022 y 2025 para Surinam (4.0 p.p.), Colombia (3.6 p.p.) y Argentina (2.9 p.p.). Los únicos países que, según las proyecciones, alcanzarán balances positivos en 2025 son Surinam (0,9% del PIB potencial) y Barbados (0.1%), y se espera que este último alcance un superávit en ese año. (Gráfico 11.11.).
Entre las economías más grandes de ALC, se prevé que Argentina (-1.2% del PIB potencial) y México (-2.8%) presenten balances estructurales más próximos al equilibrio que el promedio de ALC en 2025. En cambio, en Brasil se prevé un balance estructural de -5.4% del PIB potencial. Por otra parte, se prevé que la región registre un saldo estructural promedio de -4.6% del PIB potencial en 2024, más alejado del equilibrio que el promedio de la OCDE de -2.7% (Gráfico 11.12.).