El balance fiscal es la diferencia entre los ingresos y los gastos de un gobierno, e indica si las cuentas públicas están equilibradas o si hay superávit o déficit. Los déficits recurrentes a lo largo del tiempo pueden significar la acumulación de deuda pública y enviar señales preocupantes a consumidores e inversores sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas, lo que puede desalentar las decisiones de consumo o inversión. No obstante, si la deuda se mantiene en un nivel sostenible, los déficits pueden ayudar a financiar inversión pública necesaria o, en circunstancias excepcionales como choques externos inesperados (por ejemplo, pandemias, guerras o desastres naturales), pueden mantener las condiciones de vida y preservar la estabilidad social.
En 2022, el balance fiscal promedio de las administraciones públicas en América Latina y el Caribe (ALC) ascendió a -3.4% del producto interno bruto (PIB). Solo 6 de los 24 países registraron superávit, siendo los mayores los de Honduras (1.6%), Chile (1.4%) y Nicaragua (0.8%) (Gráfico 11.7). Entre 2007 y 2022, la evolución del balance fiscal en los países de ALC mostró una tendencia mixta. Entre 2015 y 2021, México tuvo sistemáticamente déficits inferiores al promedio, mientras que Brasil y Argentina tuvieron déficits sustancialmente mayores. Los distintos niveles de déficit fiscal pueden deberse a las diferentes estructuras económicas, los niveles de gasto y eficiencia del gobierno, las capacidades de generación de ingresos y las influencias económicas externas, como las relaciones comerciales y las fluctuaciones del mercado mundial. La magnitud de la respuesta fiscal a la pandemia de COVID-19 también difirió, reflejando tanto la elección de políticas públicas como la capacidad fiscal. En 2020, al inicio de la pandemia, Brasil registró el mayor déficit (11.9% del PIB) de las tres economías más grandes de ALC, frente al promedio de ALC de 8.2%, e incluso mayor que el promedio de la OCDE, de 10.1%. El déficit fiscal de Argentina se aproximó al promedio, de 8.6%, mientras que el de México fue significativamente menor, de 4.3% (Gráfico 11.8).
El balance primario es la diferencia entre ingresos y gastos, excluyendo los pagos de intereses netos sobre la deuda. Este resalta la capacidad de los gobiernos para hacer frente a sus compromisos financieros sin endeudarse más. Es un indicador más preciso del estado general de las finanzas públicas de un país que el balance fiscal general. En 2022, el balance primario promedio en ALC fue de 0.5% del PIB. Esto indica que, en general, los gobiernos recaudaban ligeramente más dinero del que gastaban. De 24 países, 13 tenían superávit en su saldo primario en 2022, siendo Jamaica (5.8%) el país con mayor superávit en relación con el PIB. Los 11 países restantes tuvieron déficits primarios (Gráfico 11.9).
Los pagos de intereses netos por el pago de la deuda pública son una parte inflexible de la presupuestación pública, y los países deben cumplirlos en todo momento para mantener el acceso a los mercados financieros internacionales y a los fondos multilaterales. En promedio, los pagos de intereses netos entre los países de ALC en 2022 ascendieron a 3.9% del PIB, una proporción mayor que en la OCDE (2.1%). Los países con los pagos de intereses netos más elevados en relación con el PIB fueron Jamaica (5.5% del PIB), Brasil (5.2%) y México (5.0%). Chile fue el único que tuvo un pago de intereses netos negativo (-0.5%), lo que significa que el país ganó más por los intereses de la deuda que había emitido que por los intereses que tuvo que pagar por sus préstamos (Gráfico 11.9).